Memoria histórica y complejos de la derecha

Largo Caballero, el «Lenín español», con milicianos frentepopulistas

La derecha española no tiene reticencia para señalar al nazismo como un régimen de terror deleznable. Los videos propagandísticos nazis se juntan con los videos de sus campos de concentración y se dice, nunca más. Sin embargo, en 2019, es aún chocante su silencio respecto al comunismo. En 1978, no era el momento de abordar el tema, aunque aún estaba en plena expansión el comunismo por el mundo y bien firme el Muro de Berlín. Sin embargo, en España optamos, junto con la ley de Amnistía de 1977, por concentrarnos en una transición que restañara las heridas de la República y de la Guerra Civil. Fue una buena decisión. No era momento de remover una historia trágica lamentable de la que, a los que vivimos en el franquismo, también se había optado por olvidar. Los libros de texto de bachillerato de la asignatura de Historia de España terminaban en Alfonso XII. De la República y de la Guerra Civil nada.

Sin embargo, la izquierda con el apoyo, en muchos casos, de financiación soviética, había seguido por el mundo intelectual glorificando al marxismo. Recuerdo en Francia lo poco que se hablaba de la Primavera de Praga de 1968, abortada por los tanques soviéticos, y lo mucho que se elogiaba al marxismo en esas mismas fechas. Incoherente pero cierto. Sin embargo, bastaba con hacer algún breve viaje, como hice pasando por Bulgaria y visitando unos días la Rumania de Ceaucescu, para percibir el régimen policial opresivo y el esfuerzo que les costó a nuestros amigos albergarnos en su casa, por los inmediatos informes e investigaciones policiales que a continuación iban a pesar sobre ellos.

La Puerta de Alcalá de Madrid

Hoy en día las cifras de los crímenes del comunismo son aplastantes: más de 20 millones de muertos en la Unión Soviética, 70 en China, un tercio de la población de Camboya, etc. Total, más de 100 millones de muertos. La fuente inicial fue el propio periódico ruso Izvestia que, en 1997, ocho años después de la caída del régimen soviético, publicó las cifras de víctimas del comunismo desde 1917 hasta 1997. Poco después, Stephane Courtois, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia y otros autores, publicaron un amplio y detallado estudio que ya llevaban elaborando, desde hacía años “El libro negro del comunismo”, con cifras muy similares, incluyendo un importante capitulo “La sombra del NKVD (KGB) proyectada en España”, centrado en nuestra Guerra Civil. Más recientemente Federico Jiménez Losantos, en 2018, ha publicado otro excelente libro “Memoria del comunismo” del cual, casi la mitad, está dedicada al comunismo en España.

Ante esos datos impresionantes y objetivos, cada día gana más adeptos la tesis de que Franco salvó a España de una tragedia y de la opresión que sufrió durante más de 40 años a la Europa del Este. Sin guerra civil ninguna, Polonia, Checoslovaquia, Bulgaria, Rumania, Hungría, Albania, Yugoslavia, Letonia, Estonia y Lituania, se vieron sometidas a unas dictaduras del proletariado que asesinaron, aterrorizaron y sometieron a sus ciudadanos y empobrecieron a países que podían haber sido florecientes. Mientras tanto, en España tuvimos una dictadura, también de 40 años. Sin embargo, tras un periodo inicial de juicios por crímenes de guerra, en el que hubo un número importante de ejecuciones, y a pesar del aislamiento equivocado que ejercieron los países occidentales, el régimen de Franco propició el desarrollo económico y social, de tal manera que, cuando el dictador murió, en 1975, la situación económica y social de España era muy superior a la que los países del Este  mostraron, cuando quince años más tarde, en 1989, cayó el Muro de Berlín y el comunismo en Europa. Asimismo, España, en cuanto a libertades, tanto en la posibilidad de viajar, emigrar o conseguir libros críticos con el régimen, fue infinitamente superior a los países comunistas europeos que, al parecer pretendían, aunque fuera a la fuerza, que sus ciudadanos siguieran gozando de todo ese “progreso marxista” sin salir a otros países y sin leer ideas que pudieran confundirlos.

Niños «pioneros» comunistas españoles desfilando por Madrid

Por todo ello, cuando nuestro ínclito Zapatero tuvo la ocurrencia de aprobar la Ley de la Memoria Histórica en 2007, lo único que logró, como muestran los hechos, es que se manifestaran los complejos de la derecha y que se adhirieran, sin más, a la crítica al franquismo para no parecer unos conservadores, unos fachas. Nadie, de buena fe, discute el derecho de que quien haya tenido familiares asesinados o desaparecidos en la guerra civil o en la república, desee buscar y enterrar adecuadamente sus restos. Pero obviamente ese derecho debe ser para todos los ciudadanos independientemente de que sus parientes hubiesen sido asesinados en uno u otro bando, incluso algunos puede que hayan tenido esa desgracia en ambos bandos. Pretender que la crueldad que se vivió en la zona roja no existió, contrasta con los datos. Véanse los libros antes citados. Pasaron cosas en la zona roja, y en la nacional, en el fragor de la tragedia. También al igual que muchas personas fueron asesinadas en Paracuellos o en las checas, sin juicio serio alguno, puede ocurrir que eso sucediese en la zona nacional y no debe haber inconveniente a que se investigue y documente. Igualmente, si tras la guerra, en los juicios se sentenció y ejecutó sin fundamento, investíguese, estudiando el Archivo de Salamanca, sin desmembrarlo y garantizando que no se destruye información alguna. Nadie de buena fe debe oponerse a que se busque la verdad. Sin embargo, pretender que el marxismo revolucionario español, comunista o socialista, fue una hermanita de la caridad, no es cierto. Al contrario, las evidencias internacionales han mostrado los crímenes en que incurrieron, e incurren, los regímenes marxistas. ¿Fue, acaso, diferente en España?

Calle Antonio Maura, 9 (Madrid) sede del PCE

Mientras que la derecha no se quite los complejos y mientras no denuncie que la causa del gran terror del siglo XX ha sido la doctrina marxista, estará implícitamente reconociendo una superioridad moral a la izquierda, impedirá que la verdad sea el eje del discurso izquierda-derecha y no dará lugar a que una nueva síntesis hegeliana se formule. España la necesita y también el mundo entero. La tesis dialogando con la antítesis, buscando un nivel de consenso superior, la síntesis. Hay que rechazar la dialéctica marxista de destrucción del adversario, la que justifica que se aniquile al otro, la que considera a toda oposición como algo a erradicar. Ahí están los ejemplos de Venezuela, Cuba, China y Corea del Norte. ¿Es eso democracia? El marxismo es inferior moralmente. Mientras que la derecha no lo entienda y lo asuma, no podrá surgir una fuerte izquierda moderada. Señores y señoras de las derechas, y también de la izquierda moderada, ¡fuera complejos! Se necesita claridad, sentido común y buena fe. Por ello, si dejáis que siga vigente la ley de la Memoria Histórica, estáis haciendo un flaco favor a nuestra nación y a nuestros ciudadanos. ¡Viva España!


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