¿Memoria histórica? Hablemos del PSOE y de sus cuates (y V)

Las izquierdas resentidas tienen manos para esquilmar al pueblo en la cosecha y pies para escaquearse cuando truena el pedrisco. No pueden tolerar la realidad: que Franco surgió para defender un orden que ellos habían quebrantado. Gracias al Alzamiento Nacional y al régimen franquista fueron salvaguardados la propiedad privada, los valores occidentales, el patrimonio artístico y cultural, la libertad y la propia vida que estaban siendo atropellados por el sadismo de unas masas victimarias, corroídas por el más feroz aborrecimiento y excitadas por bolcheviques poseedores de un sentido patrimonial de los bienes y de las utopías públicas.

No obstante, si Franco resucitara, todos estos autoproclamados progresistas retornarían a las filas del franquismo, porque son así de chaqueteros y de indignos y porque huelen el poder como los tiburones la sangre. Es falso que tengan ideología, sólo ambición totalitaria. La ideología es una excusa para mantener los privilegios que su oportunismo depara.

Los postulados ideológicos, huérfanos de pensamiento congruente y constructivo, han sido postergados por el apego al sillón y por la obediencia al Gran Rector que les financia. Ya más que la ideología los une la vileza del objetivo y la de su deslealtad. Basándose en su radical corrupción han conseguido también corromper mediante migajas, de poder o de lucro, a buena parte de una población desvinculada de los asuntos públicos, ensimismada en sus mezquinos negocios cotidianos. Porque la miseria, la esclavitud y la ignorancia del pueblo son el despotismo, la impunidad, la opulencia y la fuerza de los frentepopulistas.

Cuando hace años algunos decían que si llegaban al poder ciertos políticos de las izquierdas que habían emergido en los últimos meses a la vida pública no se atreverían a actuar con el odio, el sectarismo y el despotismo que ya entonces mostraban, los más avisados respondían: «¡Claro que se atreverán! Dudar implica una conciencia, la de considerar el valor de pasar del mal al bien, o viceversa. Y ellos no tienen conciencia, sólo ambición. La de los demagogos ebrios de poder. Confiar en ellos es confiar en la maldad y en el vacío.»

Nunca como ahora ha estado más justificado el catastrofismo. El nuevo Frente Popular en el Gobierno, tiene cabecillas dotados de odio suficiente para acabar de destruir lo que aún España mantiene en pie. Para ello cuenta con su hispanofobia, con su orfandad moral, con los medios de comunicación y con el ingente apoyo internacional antiespañol que agiganta su capacidad para la ruina.

Esta filial hispana de la hidra progresista que aplasta a Occidente está dispuesta -porque esos han sido siempre sus deseos y porque es además lacayo de los intereses extranjeros que se lo exigen-, a desintegrar la unidad nacional con la excusa impostada de integrarnos en la globalización buenista; primero porque se lo impone el NOM, que es su patrono, y segundo porque forma parte de la estrategia de demolición socialista planificada con anterioridad incluso a la muerte del Caudillo. El estáblismen trata de imponer a la sociedad un pensamiento único y, para llevarlo a cabo, exige ampliar la estructura estatal mediante pulsiones coercitivas y totalitarias.

La trágica deriva de la democracia española ha acabado en la formación de un nuevo Frente Popular, porque cuando los dirigentes de una ideología tramposa y criminal son convertidos en ídolos y ejemplo por el agitprop, alguien cae siempre en la tentación de emularlos. Un claro indicio de que el Frente Popular -en su versión coetánea- cree estar ganando por fin la Guerra Civil Española de 1936, consiste en que las mentiras con que se reescribe la historia de España son aceptadas sin reservas, incluso por quienes conocen su falsedad y han jurado o deben fidelidad y honor a la Patria.

Millones de españoles se están dejando atropellar o seducir por esta ideología criminal que caracteriza a la mafiosa red de lóbis financiados por el Sistema y adoctrinados por el marxismo cultural. Esta raza, constituida por el más indigno populacho de rufianes y resentidos, se halla tutelada por matarifes e intervencionistas que, bajo la coartada democrática e igualitaria, saben que el control de la justicia, de la información y de los servicios secretos es innegociable.

Aprovecharse del sufrimiento humano es para esta chusma un incentivo adicional con el que pasar a la acción y perseverar en ella. Para abusar de la buena fe de los hombres o de su ignorancia, emplean infames astucias, el dolo, la traición, el perjurio y el crimen de Estado. Y a eso lo llama cambio, democracia, diálogo e incluso prudencia el doctor de la perversidad y sus cuates sectarios.

Y si el engaño no basta, se emplea la coacción y el miedo amenazando con graves males si no se acepta la acción política del que amenaza, porque con los nuevos frentepopulistas que han llegado para arreglar el mundo por enésima vez, han vuelto a oírse esas voces despóticas, duras y temibles que creíamos ya olvidadas: «Haz lo que te digo o habrá palos», «¡Exprópiese!», «Acataremos las leyes cuando nos beneficien, de lo contrario las incumpliremos», «Ahora el miedo va a cambiar de bando». Es el procedimiento del terror, porque para oportunistas y mangones como estos, aprovecharse y atemorizar es ley.

Nadie se imagina a los frentepopulistas habitar algún día en el silencio de los remordimientos, sino usurpando las haciendas y las libertades de todos y disfrutando años y años de gloria inmerecida, gracias al propio fanatismo y al de sus seguidores, gracias a esa locura que ha empobrecido y embrutecido muchos hogares españoles.

¡Censura, reprobación, lapidación, incineración! Ese es su glosario y esos son los métodos de la Secta de lo Políticamente Correcto, de los que asesinaron a tantos y tantos sólo por rezar. Esa es también la ferocidad anticristiana de las izquierdas españolas. Porque dejemos claro lo siguiente: se puede ser anticlerical y anticatólico sin ser un asesino. Sólo los asesinos se dedican a la matanza de sacerdotes y de monjas. Sólo los asesinos se dedican a fusilar a sus conciudadanos por el mero hecho de ser católicos.

Pero siendo los bandidos mayores del mundo entero, porque han saqueado a todas las naciones que han vencido, no dejan de seducir a los bobos jactándose en vano de exterminar a sus amigos oligarcas. Si son tan generosos debieran procurar la felicidad de los mortales, en vez de robarles lo que poseen; y si no son más que forajidos, que se pudran en la cárcel aprovechando su existencia entre rejas para conocerse a sí mismos.

Mas estos justicieros de pega nunca querrán conocerse, conscientes como son de sus delitos; antes bien seguirán tratando de ocultar bajo caretas de primacía moral su monstruosa naturaleza. Pero nosotros sabemos que nunca es más refinada la intolerancia que cuando el intolerante quiere vestirse con las galas de la responsabilidad y de la democracia; y que nunca es más terrible la opresión que cuando se escuda con los jueces venales y con los psicópatas.

¿Es prudente convivir y soportar a quienes, como hace esta hez, enseñan a los ciudadanos a ser perjuros y a engañarse unos a otros? Es sabido que el que da ejemplo de traición a los demás debe vivir en guardia contra los traidores; y el que da lecciones de delincuencia, deberá temer que algún día le alcance el puñal de sus discípulos. Pero no podemos esperar a que sean sus epígonos quienes les despeñen, porque su raza de iniquidad seguiría renovándose. Su exterminio político y su aherrojamiento han de nacer de la voluntad de los espíritus libres.

Es obligado que los despojemos de esas máscaras tras las que aún se ocultan, que salgamos al paso de sus mentiras, de sus trampas lingüísticas, de sus engaños dialécticos. Es obligado que les gritemos a la cara: «¡No! ¡Ya está bien!». Vosotros los intolerantes y liberticidas; los oportunistas y traidores; los separatistas y filoterroristas; los estalinistas y chekistas… Vosotros los aprovechados y tramposos, los sin valor y sin valores…

Es el momento de hacer historia. De enaltecer esos valores de que carecen y que tratan de arrebatarnos, de luchar por la libertad de los hombres libres, de esforzarnos por una España solidaria y en paz, por la justicia independiente, por la educación sustentada en el humanismo cristiano, por la cultura soberana, sabia y ecuménica que nos legaron tantos antecesores egregios, resaltando el valor de nuestros símbolos y tradiciones. Y la cuña parlamentaria de VOX puede y debe ser el referente, la pieza política adecuada para cortar, ajustar y purificar lo descompuesto.

Es mucho ver volar al minador con su propio hornillo, y excavaré debajo de sus minas y les haré saltar hasta la luna. Es mucho gusto cuando un pícaro tropieza con quien se las entiende. (Shakespeare: Hamlet)

Esperemos que VOX, como ariete parlamentario, quiera, pueda y sepa -aglutinando voluntades- dar cohesión a esta ofensiva de la ciudadanía más concienciada.

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