Meterse en camisa de once varas
O lo que es lo mismo: en la boca del lobo.
Eso es lo que le ha ocurrido a Mons. Reig Pla, porque, aun con buena fe, le falta inteligencia, asesoramiento sincero –y no peloteo– y… aprender del Evangelio.
Resulta que ha organizado unos pseudo-cursillos, o como le quiera llamar, porque ahora intenta recular como siempre, para encauzar a sodomitas hacia el buen camino y… le han pillado, le han grabado –con mala fe, claro, cómo no ¿qué esperaba?–, le han montado el pollo y, el lobby sodomítico además le ha ocupado la Magistral con el consiguiente escándalo y… se le ha echado encima el «régimen» que a fuer de malvado, corrupto y degenerado, no es ni tonto ni pierde ocasión.
Pues bien, Mons. Reig Pla: ha pecado usted gravemente, sí, pecado mortal, de ingenuo, alineado, irreal, absurdo y estúpido; eso usted como jefe, y los que le rodean además de ineptos, torpes y patanes.
Dadas las circunstancias por las que atravesamos y en las que nos encontramos y la que nos espera, convénzase de una puñetera vez de que para todo hay que tener en cuenta lo siguiente:
Lo primero, lo más importante y lo único que debe usted hacer con todo empeño es limitarse a predicar el Evangelio –que ya tiene para rato–, que es la Verdad absoluta, magnífico y el mandato de Nuestro Señor. Lo de cursillitos ni para los sodomitas –no se sale de ahí si no es por la gracia de Dios, que se obtiene con oración y penitencia–, ni para las parejitas que se van a casar, ni para nadie, porque además para nada valen y, para más inri, está fuera de sus funciones. Prediquen usted y sus sacerdotes el Evangelio –de los catequistas ni hablar, porque en su inmensa mayoría son patéticos y no deberían ni existir– y digan con ocasión y sin ella, por activa y por pasiva, insistentemente, que la sodomía –y no valen relativismos, adulteraciones, buenismos, etc.– es un pecado gravísimo y el que lo practica, si muere, va derechito al Infierno, que existe, vaya si existe… y punto. A partir de ese instante que cada cual elija su camino. Lo dicho tiene, además, una gran ventaja: mantenerse dentro de sus funciones que nadie le puede negar legalmente, aunque se intente.
Lo segundo, observe a dónde hemos llegado por la relajación del clero, para qué decir de la jerarquía, usted incluido, y antes de dar un paso fuera de sus funciones piénselo tres veces y… no lo dé. Los enemigos de la Iglesia siempre han sido mayúsculos, pero de un tiempo a esta parte están crecidos y desatados, así es que hay que armarse contra sus ataques que no van a cesar, sino a arreciar, y para eso nada mejor que poner en práctica el Evangelio en aquella parte donde dice «ser astutos como serpientes»; una cosa es ser buenos y otra tontos, que lo primero nos lo manda Nuestro Señor, pero lo segundo nos lo prohíbe. Armen las conciencias con la predicación de verdad del Evangelio en su totalidad y sin tapujos, agiten los ánimos, despierten a las ovejas, reconviertan a los borregos, aúnen esfuerzos y déjense de medias tintas, de palabras bonitas que no son sino palabrería, de gestos mundanos, de postureo, y vístansen de sayal, de sotana o de clériman, salgan a la calle, den la cara, mójense y hablen claro, muy claro sobre todo; porque todo, todo es responsabilidad de ustedes.
Por último, y por no alargar, apréstense a la persecución, al sacrificio, al martirio que es mandato de Nuestro Señor, don y gracia suya y semilla de conversiones y del resurgir de la Iglesia; no hay otra. Abandonen la indolencia y activen la corrección fraterna empezando por ese Papa marciano que sufrimos cada día –y muchísimos de sus colegas– y sobre cuyas barbaridades antidoctrinales ustedes siguen callando y, por ello, sembrando relativismo, confusión, adocenamiento, cobardía, dispersión y, como consecuencia, la perdición de miles de almas y de nuestra nación.
Recuerde lo que dijo San Juan Crisóstomo: «Pocos obispos se salvan, y muchos sacerdotes se condenan»… no sean usted y los suyos de esos.

No quiero parecer grosero, pero el autor está como el propio obispo, que no se entera. Este clero conciliar es modernista y por tanto han perdido la fe y son (materialiter) apóstatas y (materialiter) herejes. En lo que creen es en las mentiras de la herejía modernista, condenada por la Iglesia Católica. Por tanto es bastante ingenuo esperar de ellos lo que se dice en este artículo. Lo mismo que el citado obispo que es otro ingenuo, bienintencionado, pero ingenuo, y muy conservador pero conciliar y modernista a la postre. No se enteran de nada y los que todavía esperan peras del olmo tampoco se enteran. Por cierto, los que nunca se quejan de la doctrina y jamás mencionan la cuestión litúrgica, que es CLAVE. ¿Alguna vez celebrarán la Misa Católica, aunque sea compaginando la misa bastarda conciliar? No, porque no se enteran ni se quieren enterar, ellos pertenecen a la iglesia conciliar que creen que es identidad con la Iglesia Católica, de la cual piensan que estuvo 2000 años equivocada hasta que llegaron los revolucionarios y teólogos macarras del Concilio Vaticano II a ponernos al día y a sacarnos de la oscuridad. «Abandonad toda esperanza» de que estos juliganes vuelvan a la doctrina y a la liturgia católica, jamás lo harán, y menos todavía si ustedes siguen sin denunciar la liturgia conciliar bastarda, modernista, protestantizada y protestantizante. Espabilen ya de una vez y muévanse por la Santa Misa Católica, pero no lo harán porque es mas cómodo quedarse con la misita conciliar.