Mismos perros, con otros apodos
Tenemos nuevo Gobierno, pero en seguida surge la duda de… si no serán los mismos perros, sólo que con otros apodos.
Será porque arrojé el sayo,
Por ser cuarenta de mayo,
Que hace fresco en mi postura.
¿Será por tanta impostura?
No es por la temperatura,
Siendo baja a estas alturas.
Son culpables los gobiernos,
Que hielan al mismo Infierno.
Los internos. Los externos.
Los antiguos. Los modernos.
No son todos sino alas,
De una misma urraca mala.
Plumas de ella hay en la sala,
De ministros, que ahora es jaula.
Y tiene hasta un astronauta,
Como Laika: aquel con flauta.
Del ejecutivo es pauta,
La paridad más incauta,
Al que une a la parida,
Una letra desvalida.
Hay ministros genocidas,
Y las hay reproducidas,
Cuál si el molde del saliente,
Diera para más de un ente.
Otros pondrán a poniente,
A sus guardias obedientes,
Y alguna en lo federal,
Hará buena a Cospedal.
La reforma laboral,
Valerio no va a cambiar.
Me dirán si hay diferencia,
Con la derecha más rancia.
Hay que armarse… ¿de paciencia?
PEPESOE es la misma esencia.
Mas algo si va a cambiar:
El afán por profanar.
Pronto ese lupanar,
Movido desde ultramar,
Ultrajará nuestro Valle.
E insultará muestras calles.

Menos mal que con gran talle,
(De bujarrón en detalle),
Tru-dos da a Tru-más, la mano,
Y éste se va, muy ufano.
¿Le ha molestado el metano,
Qué exhala el tipo vegano,
O han sido esos calcetines,
Qué nunca usaría Aquiles?
