«No a una Constitución atea y antiespañola», de José Luis Santaló

En 1978, tan sólo un año antes de su fallecimiento, y en medio de las tensiones que se vivían ante la evidencia de querer aun más destruir la estructura legislativa del periodo de gobierno del Generalísimo Franco, se publicó este corto, pero no por ello menos claro, preciso e interesantísimo libro con el más que evidente título de «NO A UNA CONSTITUCIÓN ATEA Y ANTIESPAÑOLA»; el cual ha resultado penosamente profético, como hoy puede comprobarse.
Su autor es José Luis Santaló y Rodríguez de Viguri; quien fuera miembro del Seminario de Estudios Gallegos en 1926; de Acción Católica de Santiago de Compostela; auditor militar miembro del Alto Tribunal de Justicia Militar; abogado en ejercicio en Santiago y profesor de la universidad compostelana, así como prolífico autor de diversas biografías y estudios jurídicos.
En su índice, el autor analiza los puntos esenciales del texto legal que en esos días iba a ser sometido a votación:
- No a la Constitución
- Introducción
- Las razones de una negativa
- Qué es la Constitución
- Sobre la soberanía
- España, nación y patria
- Libertades y derechos
- Estado e iglesia
- Monarquía
- Representación
- Defensa del Estado
- Conclusión
En sus páginas, el autor desarrolla con gran sencillez, y evidente maestría, basándose en sus amplísimos conocimientos jurídicos, así como de la historia de España –de la cual no sólo no reniega, sino que acoge con valentía y realismo sus duras enseñanzas–, las razones para rechazar, de plano, el texto que como hoy vemos ha hecho saltar por los aires no sólo la unidad de España, sino su paz y justicia social.
En el libro, que recomendamos vivamente, encontramos frases como las siguientes:
- «La Revolución de la que hablo… produce una curiosa confusión en el ánimo de las gentes que no conciben la revolución en naciones en las que el orden público se mantiene punto menos que incólume. Y es que la Revolución tiene mucho cuidado en que ese orden público no se altere para no descubrir su juego… Las gentes se confían con esa apariencia de paz… y entre tanto (las fuerzas de la Revolución) van minando el terreno de otras muchas maneras…».
- Sobre los que predicaban ya en 1978 la necesidad de «reconciliación» entre las «dos Españas», el autor manifiesta que «…han sufrido como un lavado de cerebro… distorsión visual… ceguera… (pues) tal reconciliación se revela imposible, por la misma razón que resulta imposible la reconciliación entre el Bien y el Mal o entre el Orden y la Revolución… (pues) las dos Españas son precisamente eso: de un lado los defensores del Bien y el Orden, del otro los amigos del Mal y de la Revolución…».
A través de los capítulos en los que, entrando en materia, desmenuza las partes más importantes y por ello defectuosas del texto constitucional, el autor, a veces con fino sarcasmo, va dejando en evidencia lo que llega a considerar verdaderos «dislates»; acusando de paso a sus redactores bien de ignorantes bien de torticeros o de ambas cosas a la vez. Resulta realmente ameno, apasionante y fácil de entender lo que el autor nos descubre página a página y artículo por artículo de la enorme carga de profundidad que encerraba y sigue encerrando la Constitución de 1978, hoy prácticamente desintegrada. Resulta maravilloso, si no fuera penoso, comprobar cómo todo lo que en su momento criticaba Santaló se ha hecho triste realidad.
Al final, en un breve resumen, el autor manifiesta su oposición al texto legal aprobado en Diciembre de 1978 por las siguientes razones principales, avisando que por la brevedad del trabajo no están todas las que podrían hacérsele:
- La no confesionalidad del Estado, porque ello niega los Derechos de Dios y, por ende, el respeto a los del hombre.
El absurdo de equiparar a la Iglesia católica con «…toda una serie de confesiones religiosas que, o se han desgajado de la Católica, o le son hostiles y contrarias…»; punto que el autor incide en considerar además muestra de una gran desconocimiento de nuestra realidad histórica y social.
- La proclamación de la soberanía popular o, peor aún la «nacional», término de infinita ambigüedad y por ello maleable, despreciando así el enorme bagaje cultural y social de la Iglesia.
- El gravísimo atentado contra la unidad de la Patria que supone el reconocimiento de «nacionalidades» según el propio autor matiza «…en el sentido moderno y revolucionario…» que él prevé proféticamente germen de la pretensión de formar «estados independientes».
- La implantación de la «democracia inorgánica» que en España ha fracasado siempre históricamente.
- La proclamación de la Monarquía liberal y parlamentaria cuyos resultados ya se vieron durante todo nuestro penoso siglo XIX.
- La negación, aunque velada pero suficientemente clara, de la independencia del poder judicial, única y última garantía de los derechos de los ciudadanos que de esta forma quedarían, como hoy vemos que ha sucedido hasta límites insospechados, sometidos a la corrupción de políticos y jueces.
Libro pues de imprescindible lectura, máxime si como es evidente los actuales acontecimientos de Cataluña, Vascongadas, etc., no son más que una pantomima para hacer tragar a los españoles una nueva Constitución en la cual, ya definitivamente y sin careta, la Revolución ponga cuño a la desintegración de España.
NO A UNA CONSTITUCIÓN ATEA Y ANTIESPAÑOLA (Las razones de una negativa)
José Luis Santaló y Rodríguez de Viguri
Mayo de 1978 Editor: Vasallo de Mumbert ISBN.- 84-7335-025 – 1

En el año 1977 seguía atentamente el borrador de la Constitución y fue el entonces artículo 14 «Todos tienen derecho a la vida», artículo que pasaría como artículo 15 tal y como estaba en el borrador, sin quitar ni una letra ni una coma.
Se lo dije a mis compañeros de clase, a los profesores y lo dejé por escrito en un comentario de prensa: «Si el artículo 14 del borrador pasa a la Constitución tarde o temprano en España se podrá legalmente asesinar al no nacido».
A la única asociación en favor de la vida que existía le llamó la atención mi escrito y se puso en contacto conmigo para que expusiera mis razonamientos ante su junta directiva. Recuerdo que la dirigente de la asociación era una atractiva y culta mujer profesora de universidad, que me dijo que después de lo hablado conmigo se podría inmediatamente en contacto con un político de la derecha que conocían y que estaba implicado en borrador.
A los dos días aquella inolvidable atractiva y culta mujer me comunicó por teléfono: «Mendizabal -creo recordar que ese era el apellido que dijo, y que ciertamente era la mano derecha y ayuda de Fraga en el borrador- nos ha dicho, que es imposible cambiar nada de ese artículo porque está todo pactado».
A los pocos meses de ser aprobada la Constitución, el entonces dirigente comunista que participó en el borrador y en la Constitución, Solé Tura -que a los pocos años se pasó como muchos otros comunistas a un buen pesebre del PSOE- dijo y así lo recogieron algunos diarios de entonces, que después de aprobada la Constitución por la mayoría de los españoles era una cuestión de tiempo la legalización del aborto.
Creo recordar que fue en el año 1989 cuando esperando en un paso de peatones me encontré con el catedrático que me desautorizó en clase delante de todos los compañeros porque según él yo no tenía razón. Sin saludarnos le dije que si se acordaba de mí: «Me acuerdo de usted perfectamente, tenía usted razón», y con tristeza apartó la mirada, y con su inmensa cartera negra de profesor siempre repleta de libros que nos recomendaba al principio de clase, siguió su camino.
No existe en el Mundo causa más justa para defender que la del inocente no, INOCENTÍSIMO no nacido.
La hipocresía ya venía de atrás, es todo una mentira.
Prostitución de 1978 = tratado de RENDICIÓN para con la maldita SINAGOGA DE SATANÁS. Principio del FIN de la católica España.
Ponentes de la misma = MASONAZOS TRAIDORES y DEPRAVADOS, que NO merecen ni lo que cuesta un cartucho de fusil. Tan sólo una barata CUERDA de cáñamo alrededor de sus MISERABLES pescuezos de SATANISTAS CRIMINALES.