«Otra historia de Cataluña», es decir, la verdadera.

Libro de rabiosa actualidad, creemos que es de obligada lectura para todos los españoles, pues no en balde pone los puntos sobre las íes de la tan manida, traída, llevada y siempre manipulada…

Libro de rabiosa actualidad, creemos que es de obligada lectura para todos los españoles, pues no en balde pone los puntos sobre las íes de la tan manida, traída, llevada y siempre manipulada tendenciosamente «historia de Cataluña»; especialmente recomendada para los fanáticos separatistas cuya ignorancia y errores son  las orejeras que les hacen ser lo que son: burros.

 

OTRA HISTORIA DE CATALUÑA

Autor.- Marcelo Capdeferro

Editorial.- Libroslibres

Pag,s.- 400

Precio.- 23,00€

 

Capdeferro escribió en 1967 una Historia de Cataluña plagada de errores y distorsiones por haber bebido de fuentes románticas no muy rigurosas en el relato de los hechos pasados. Años después, en un ejercicio de honradez intelectual difícil de encontrar hoy en día, el propio Capdeferro decidió escribir «Otra historia de Cataluña» pero, como el propio autor dice: «Escrita sin romanticismo, sin fanatismo, sin apasionamiento, con carencia total de miras políticas, causa frecuente de ofuscación del pensamiento. Porque el pasado fue como fue, no como nos gustaría que hubiera sido».

 

El su introducción, Capdeferro dice, entre otras interesantes cosas:

 

«La actual historiografía catalana se basa primordialmente en las crónicas de la Edad Media, en la historiografía de la Edad Moderna (siglos XVI al XIX) y en la de la época del Romanticismo (siglo XIX).

 

El historiador Ferran Soldevila dice que Ripoll es la «cuna» de nuestra «historiografía». Esta afirmación no se refiere tan sólo a que el Monasterio de Ripoll, con su biblioteca, su scriptorium y sus eruditos monjes, fuera el centro y refugio de la cultura (como dice Soldevila), sino a la crónica Gesta Comitum Barcinonensium et regara Aragoniae, redactada en el monasterio, de mediados del siglo XII a finales del XIII, siendo así la primera de las fuentes documentales de la historia de Cataluña. No obstante, el pilar principal de la historiografía catalana está formado por las llamadas «cuatro grandes crónicas»: las de Jaime I y Bernat Desclot, del siglo XIII, y las de Ramón Muntaner y Pedro IV, en el siglo XIV…

 

El inestimable valor de las crónicas de la Edad Media queda empero ensombrecido, en cuanto a veracidad histórica, como han constatado autores modernos. Dice Menéndez Pelayo que las crónicas catalanas son «las más ingenuas y pintorescas de la Edad Media». Ferran Soldevila dice que es «realmente admirable» el «poder de invención» de Muntaner en su crónica. Refiriéndose a cierto episodio relatado en Flos Mundi dice Miguel Coll Alentorn: «Difícilmente se podrían cometer tantas inexactitudes históricas en menos palabras». Santiago Alberti dice que Pedro Tomich «recoge leyendas mezcladas con hechos históricos», y que Gabriel Turell «sigue la línea de Tomich, cuyos textos resume o plagia a menudo».

 

Con el siglo XVI se inicia en España la llamada Historia científica, que se caracteriza por su verismo, imparcialidad, reflexión y objetividad… Pero precisamente en dicho siglo se profundiza la decadencia cultural catalana (iniciada en el siglo anterior), que atañe también a la historiografía; su escasa producción hasta el siglo XIX.., que tratan, en general, aspectos parciales de la historia de Cataluña. Los autores que tratan de una forma general el tema histórico catalán son escasísimos… Pero, por lo general, la mayoría de autores de este período no hace honor a la historia científica. Así, Santiago Alberti dice de la obra de Carbonell: «Sus glosas e interpolaciones resultan a menudo poco acertadas (…) su obra es heterogénea y ceñida casi siempre a hechos anecdóticos». De la obra de Roig Jalpí dice Alberti: «Como otros autores de la época, no tuvo escrúpulos en inventar cronicones apócrifos (…) Siguió muchísimas leyendas sin fundamento y falseó muy a menudo la verdad histórica». De Jerónimo Pujadas dice el mismo autor que en la primera parte de su obra «hacía uso, como sucedía en todos los textos sobre períodos lejanos publicados hasta entonces, de una gran cantidad de leyendas». En cuanto al resto de su obra, dice que «resulta mucho más fidedigna a pesar de que, como dice el propio Pujadas en el prólogo, él ya era consciente de las limitaciones y lagunas bastante graves». De la obra de Andrés Bosch dice Alberti que «se trata de una obra apasionada», escrita con «un entusiasmo excesivo».

 

Con el siglo XIX se inicia una nueva etapa nacida del Romanticismo. Fue el Romanticismo un movimiento o escuela literaria y artística cuyas principales características eran la propensión al individualismo, a lo sentimental, generoso, fantástico y pasional. «Miscelánea de aspiraciones vagas, de tiernas melancolías, de solitarios dolores y de idealismos confusos», lo definió Menéndez Pelayo. El Romanticismo despertó interés por lo medieval, que buscó en antiguos romanceros y crónicas…

 

La intelectualidad catalana del siglo XIX militó, cómo no, en el romanticismo. La mayoría de los autores de la época trataron el tema histórico. De acuerdo con las características del Romanticismo, se volverá a escribir historia con sentimentalismo, fantasía, pasión y carencia de escrupulosidad y veracidad. Es decir, la antítesis de la Historia científica…

 

la Historia de Cataluña y de la Corona de Aragón de Víctor Balaguer (1824-1901), en cinco volúmenes aparecidos entre 1860 y 1863. Es una obra «de un romanticismo inflamado, que mezcla sin suficiente discriminación los hechos reales y los legendarios»…

 

Para contrarrestar las tergiversaciones históricas de Balaguer, su rival, Antonio de Bofarull, publicó, quince años más tarde (desde 1876), su Historia civil y eclesiástica de Cataluña, en nueve volúmenes. Esta obra, mucho más seria, documentada y fidedigna, puso muchas cosas en claro; pero «el que da primero da dos veces», dice el refrán. Además, no olvidemos que Antonio de Bofarull pertenece también a la escuela romántica, por lo que su obra, aunque con base más científica, adolece también de buena dosis de romanticismo…

 

El Romanticismo fue un movimiento artístico que nació y murió en el siglo XIX; en Cataluña vivificó el movimiento renacentista literario, artístico e ideológico conocido con el nombre de Renaixença, que fue el embrión del catalanismo y del nacionalismo. Surgen entonces una pléyade de escritores adeptos de la nueva ideología, así como historiadores, … que, en líneas generales, son discípulos de la historiografía romántica, a la que añadirán un nuevo ingrediente constitutivo del nacionalismo: la exaltación desmesurada de la personalidad nacional. ¡Y así se escribe la Historia! Esa Historia romántico-nacionalista que se transforma en un arma ideológica para fundamentar rivalidades, en expresión de Joan Reglá.

 

Tras la última guerra mundial se planteó, como es sabido, el tema de la unión europea. Algunos esclarecidos historiadores cayeron en la cuenta de que uno de los obstáculos más importantes para la realización del ambicioso proyecto residía precisamente en las diversas historias nacionales, con su interminable retahíla de rivalidades, agravios mutuos y guerras sangrientas;… Surgió entonces la idea de introducir un viraje, una nueva modalidad en la historiografía moderna; la llaman «Historia integral». El historiador no debe juzgar los hechos históricos según su criterio, su ideología, según el color de su cristal. No debe fiarse exclusivamente de los sucesos externos, guerreros o políticos. Debe exponer los hechos y buscar sus causas, basándose no sólo en los sucesos políticos, sino en estudios geográficos, demográficos, económicos, sociales, culturales, religiosos, estructurales…, y así formarse un criterio histórico. Joan Reglá:

 

De esta manera, la Historia va dejando de ser un arma ideológica, para fundamentar rivalidades, para convertirse en una fuente de ideas para la comprensión y la colaboración entre los hombres y los pueblos.

 

Esta nueva modalidad fue iniciada en Cataluña por el profesor Jaime Vicens Vives (1910-1960); su prematura muerte dejó truncada su labor, pero afortunadamente dejó escuela. Esperemos que, a no tardar, se efectúe una profunda revisión y renovación de la Historia de Cataluña, expurgándola de tergiversaciones, mixtificaciones, mitificaciones y exaltaciones improcedentes…

 

A esta labor esclarecedora he dedicado yo mi modesta colaboración, impelido por lo que considero un deber. En los años 50 escribí una modesta Historia de Cataluña que se publicó en 1967. Yo bebí entonces en fuentes primordialmente tradicionales, románticas y nacionalistas. Y me salió, claro, una Historia en línea con aquellas pautas consideradas como dogmas. Estudios posteriores me han hecho ver la evidencia de algunas tergiversaciones e inexactitudes fundamentales, que considero mi deber rectificar. Por ello nació en mí la idea de escribir Otra Historia de Cataluña. «Otra», no sólo porque es una más de las que intentan explicar nuestro pasado, sino porque es distinta de la anterior, sensiblemente corregida y aumentada; porque es diferente en el enfoque dado a muchos hechos históricos en su versión normalmente aceptada y encomiásticamente alabada. Para ello no me baso en apreciaciones personales con discutible fundamento, sino en criterios de eminentes historiadores modernos, de cuyas citas quizá a veces abusaré tan sólo por este afán de justificación…». 

 

Otra historia de Cataluña es un libro de juicio templado, original y esclarecedor de muchos de los acontecimientos que han configurado el Principado en estos siglos, y que en la historiografía oficial se ocultan, tergiversan o deforman de forma incomprensible. «Pero este no es un libro sólo para catalanes –dice Javier Barraycoa en su prólogo- sino que debe ser una obra que deberían leer todos los españoles, pues la historia de Cataluña es parte, no poco importante, de la historia de España. De tal forma que se cumple aquél adaggio de que sólo se ama lo que se conoce. La experiencia me ha enseñado que conociendo la verdadera historia de Cataluña, la admiras y la amas más. Y, a la vez, amando Cataluña irremisiblemente acabas amando más España».

 


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