Papado fallido

Hace pocos días, la revista Vatican Insider publicó un curioso artículo firmado por Gianni Valente. Se trata de la revista del diario La Stampa, que dirigía hasta esta semana Andrea Tornielli, y que ciertamente es un medio oficioso de comunicación del Vaticano. Tan estrecho es el vínculo, que Tornielli ha sido designado director de los medios de prensa de la Santa Sede. Es decir, una revista francisquista destinada a la defensa acérrima de Bergoglio.
Gianni Valente, por su parte, es un periodista vinculado a Comunión y Liberación, que bien puede ser definido como un consagrado sicofante del actual pontífice, autor, entre otras cosas, del libro Francisco, el Papa del fin del mundo.

Y el artículo es curioso porque ambos -la revista y el periodista- han comenzado a reconocer que el papado de Francisco ha fracasado. No hace falta una alta cuota de sagacidad para darse cuenta de una realidad tan evidente. Basta ver la plaza de San Pedro casi vacía durante las audiencias de los miércoles (las fotos corresponden al 27 de febrero).
Pero Valente no se refiere a la frialdad de los fieles con respecto a Francisco como signo de fracaso, sino al modo en el cual está siendo tratado por el mundo. Afirma que los ataques no provienen tanto de los enemigos declarados del pontífice -la derecha clerical-, sino de los que eran sus amigos, es decir, la prensa liberal. Y aquí se le pianta un lagrimón: “Yo creía que ustedes siempre iban a estar con nosotros, y en cambio ahora nos han abandonado”, parece decirles. ¿Es que los muy ingenuos, e incluyo en el grupo también a Bergoglio, pensaron realmente que el mundo les iba a dar crédito a cambio de nada? Como el mismo periodista admite, lo que el mundo busca es que, a raíz de los escándalos, la Iglesia se vea forzada a reorganizarse con operaciones de ingeniería institucional, a fin de que esté a la altura de los tiempos. Y Bergoglio no les lleva el apunte, como quedó demostrado en la famosa e inservible “cumbre” de febrero.
¡Por fin cayó Valente! Bergoglio es un bluff, y él no se había dado cuenta. Le creyó. Que la inocencia le valga.
Si afinamos un poco, creo que bien se podría decir que Bergoglio no fracasó. Más aún, triunfó, porque alcanzó lo que quiso: ser papa. Ese era su objetivo. Alcanzar el poder por el poder mismo, pero sin ningún plan sobre qué hacer con el poder una vez conseguido. Llegó a la cima del poder y, una vez encaramado a la sede de Pedro, no supo qué hacer, y creo que tampoco le importó mucho no saberlo. Su concupiscencia insaciable es el ejercicio del poder, como sea; sin objeto. Como decíamos en este blog, Francisco tiene ablacionado el intelecto especulativo: es puro intelecto práctico.
Para con los fieles católicos, el pontificado de Bergoglio ha sido un profundo y lamentable fracaso en todo los aspectos que se lo considere, aunque el más grave a mi entender es que logró acentuar la división en la Iglesia, sembrado confusión a través de su imparable verborragia. En el día del juicio, que no lo tiene muy lejano, será juzgado por el escándalo que provocó: ha sido causa de pecado de una multitud.
Para el mundo y para los obispos liberales que lo eligieron, ha sido también un fracaso porque no hizo nada de lo que les prometió que haría: no reformó la Curia; no saneó las finanzas vaticanas y, más importante todavía, no llevó a cabo ninguna de las reformas con las que ellos soñaban: abolición del celibato, sacerdocio femenino, aceptación de la homosexualidad y varias más. Los conformó con migajas durante varios años; pero ahora ya no se conforman. “Quieren flan”, diría Casero. Y no les va a dar flan. Les vendió humo adentro de un buzón, y ellos, ingenuos, compraron a un altísimo precio ambos productos.
Finalmente, Bergoglio fracasó del modo más rotundo y estridente en el modo en el manejó y sigue manejado la tormenta que se le vino encima: los innumerables casos de abusos y homosexualidad en el clero. No hizo nada y no hará nada. Él es parte del problema. No esperemos nada.
En julio de 2014 publicaba en el blog un post de autoría intelectual de Ludovicus, al que titulaba El papa Francisco. Hipótesis narrativa II. Chauncy Gardiner. Lo que en ese momento hipotizábamos, se ha cumplido al pie de la letra. El mundo, los que fueron sus amigos y buena parte de los fieles católicos se han dado cuenta finalmente de la triste realidad: Bergoglio no es más que lo que se ve, un simplón con ambiciones (Mons. Adriano Bernardini, nuncio apostólico en Argentina, lo definió como un “hombre enfermo de poder” (Diego GENOUD, Massa. La biografía no autorizada, Sudamericana, Buenos Aires, 2015, p. 96)), al que se le alinearon los planetas para alcanzar lo que quería. Y al pato lo terminamos pagando todos nosotros.
Dos objeciones se levantan contra esta postura. En primer lugar, la de algunos amigos que dicen: “En realidad, Bergoglio es un tipo de una inteligencia brillante porque consigue lo que quiere”. Concedo que consigue lo que quiere -consiguió nada menos que ser papa-, pero el problema es que una vez que alcanzó ese objetivo, ya no quiere nada más, o más bien, tiene caprichos y berrinches, pero no objetivos claros que se haya fijado para alcanzar en su pontificado. “Ausencia de deseo”, diría un psicoanalista despistado.
La segunda objeción, que más bien es una explicación alternativa, es la del mismo Gianni Valente: “El Papa Francisco abraza plenamente también el misterio propio de su ministerio: la tarea del sucesor de Pedro, el pescador pecador crucificado de cabeza en la zona de la colina Vaticana”. Ya se abrió el proceso de canonización, estando el santo aún en vida.

Veo que Wanderer sigue siendo el mismo conservador ingenuo. Parece que nunca nos vamos a dar cuenta que ser conservador es parte del problema, y parte importante porque un progresista no confunde mientas que un conservador muy conservador sí lo hace y mucho. No nos queremos dar cuenta que esa línea media del conservadurismo ciego está por debajo de la línea de corte y que si no superamos esa línea de corte nada se puede hacer, y me refiero a practicar una resistencia organizada y eficaz, que es lo único que nos queda. Pero ni eso. El que pueda y la tenga a mano, que vaya a la Misa de verdad, algunos hacemos sacrificios importantes para asistir a la misma, mientras que los conservadores siempre se quedan cómodamente asistiendo a la misita bastarda protestantizada y protestantizante, la de Pablo VI, la del masón Bugnini y su comisión de consejeros protestantes. Porque es mas fácil ser conservador que católico de pelo en pecho y luego ir presumiendo, dudosamente, de ser muy católicos. En fin.
Realmente el papado de Francisco ha fracasado o no según como se mire. Pero no se trata solo de este papado, sino de los anteriores conciliares también. Y es que mas que hablar del fracaso de los papados conciliares deberíamos hablar del fracaso de la iglesia conciliar. Pero la iglesia conciliar se pensó y desarrolló precisamente para hacer descarrilar a los fieles, para ECLIPSAR (según el término usado por Na.Sa. de la Salette) a la Iglesia Católica, y en ese sentido la iglesia conciliar no está fracasando sino todo lo contrario y los sucesivos papados conciliares también han triunfado. A Bergoglio se le puso ahí para que siguiera haciendo daño, como sus antecesores, y los responsables directos son la curia que lo eligió y los indirectos los conspiradores políticos internacionales (Israel, Usa) que maniobraron para quitar a Ratzinger y poner a Bergoglio. Y llegado el caso con este harán lo mismo, o lo finiquitarán al estilo Luciani si llega a convertirse en un obstáculo. En cualquier caso el mayor triunfo de Bergoglio es precisamente lo que para Wanderer, en su ingenuidad, considera un fracaso: el ahondamiento en la división de la Iglesia. Lo bueno es que quizás esto ayude a algunos a saber diferenciar a la Iglesia Católica de la iglesia conciliar.
Y que no se nos olvide que el papado está fracasando de forma estrepitosa desde que Montini le quitó a Pedro la tiara de un violento manotazo. Montini, el liberal, sobre el que pesan graves y con muchos visos de ser verdaderas acusaciones de ser un invertido practicante. Los obispos nunca rectificaron, ¿que podíamos esperar, sino la debacle final? Y los obispos no podían rectificar porque, salvo excepciones como Lefebvre y de Castro Meyer, los que no fueron unos cobardes es que eran unos traidores sin solución. Y hasta aquí la iglesia conciliar, traidora, adúltera, ramera, modernista, acatólica y anticatólica por mas que jurídicamente hablando siga pareciendo ser o siendo la iglesia oficial, lo único que ha estado haciendo ha sido perpetuándose a sí misma eligiendo a obispos y sacerdotes adúlteros y modernistas, conciliares, acatólicos y hasta anticatólcos, que no sirven ya a Jesucristo nuestro Señor sino al mundo, que es el principado de Satanás y su Anticristo.
El día del Juicio particular para cada uno va a deparar muchas sorpresas, porque algunos se creen de verdad las mentiras conciliares, pero porque se las han querido creer así que en realidad, ¿que esperan? Y en cambio, otros, no sé si la mayoría o no, pero me temo que cuanto mas arriba menos «ignorantes» serán, otros sí que saben perfectamente lo que hay, lo que son, lo que hacen, a quién sirven y contra Quién obran. Ay de aquel día, y si embargo, bienaventurados los que tienen Sed de Justicia, pues serán colmados. Justicia Dios Mío, haznos Justicia (para incautos, la Justicia de Dios y su Misericordia vienen a ser lo mismo pues no puede Dios, siendo perfecto, ser misericordioso e injusto a la vez).
Estimado seguidor: qué decirle que no sea estar de acuerdo con esa «ingenuidad» de Wonderer. Pero al menos dice lo que otros ni siquiera con sordina dicen. Mil gracias. Saludos cordiales