Pequeña verdad histórica
Qué obsesión por descubrir fosas comunes […] Yo no sé donde están los cuerpos de los hermanos de mi padre. Los «rojos» los detuvieron en casa de mi abuelo y nunca más se supo de ellos. Si hoy estoy escribiendo esto es porque mi padre no se encontraba en nuestra ciudad cuando la guerra empezó.
Ni él ni mi abuelo se preocuparon nunca de los restos de sus familiares desaparecidos, ellos seguían vivos en sus memorias y creencias.
Hablar de «valientes maquis» suena a cachondeo cuando, tras la guerra, otro tío mío fue asesinado por una ráfaga de ametralladora de los terroristas, llamados «maquis», sin saber si quiera a quién estaban disparando; sólo porque mi tío y otros iban en coche, por lo que para aquellos eran “burgueses”.
Por otro lado, otro tío lucho en la V Brigada de Navarra; mi suegro, en la 84 División republicana.
Un día, hablando ambos de aquellos terribles tiempos, recordaban cómo, durante la batalla de Teruel, se hizo un alto el fuego para que ambas partes enterraran a sus muertos en una misma fosa común. Claro que se trataba de dos unidades militares y no de milicianos como el atracador de bancos Durruti. Esos jefes y oficiales que mandaban sus unidades eran caballeros, no chusma.
Pero lo que quería resaltar es que las fosas comunes no sólo son de «rojos», sino también de «blancos» y que los «maquis» no eran tal «guerrilleros», sino terroristas que mataban y robaban, y que no hizo falta para acabar con ellos ni el Ejército ni unidades especiales; bastó con la Guardia Civil.
