Perdón, piedad y misericordia
Perdón, piedad y misericordia, Dios mío. Eso es lo que quiero de Ti. Esa trilogía gloriosa. Perdón, piedad y misericordia. Porque todo en mi es pecado. Porque no puedo dejar de ofenderte. Perdón, piedad y misericordia.
Concédeme Señor un verdadero y profundo dolor de mis pecados, arrepentimiento de ellos, más aún, un pleno y radical aborrecimiento. Perdón, piedad y misericordia.
Dótame, Señor, de un sincero, decidido y valiente propósito de enmienda, afán por no volver a pecar más, por no ofenderte nunca más. Perdón, piedad y misericordia.
Señor, Tú lo dijiste: sin Ti nada, NADA, podemos. Sin Ti nada puedo, ni respirar. Cada latido de mi corazón se produce gracias a Ti, sin Ti ni latiría, ni respiraría. Perdón, piedad y misericordia.
No permitas Señor que te ofenda, ayúdame a renunciar a mí mismo, es decir, a no pecar, porque eso es renunciar a uno mismo, porque lo único que podemos, lo que está en nuestra naturaleza, es ofenderte, Señor. Perdón, piedad y misericordia.
Sin Ti nada se puede, pero entonces, Señor… con tu Gracia… con tu Gracia basta, Le dijiste al apóstol. Luego con tu Gracia todo se alcanza, y tu Gracia, Señor, yo bien lo sé, nunca falta, sino que incluso sobra debido a Tu infinita bondad.
Hazme dócil a tu gracia, haz que en Ti me refugie en cuanto el enemigo me tiente; que de Ti me fortalezca para derrotarlo; que en Ti me abandone, lo deje todo, porque Tú, y sólo Tú, sabes.
Dolor de mis pecados, arrepentimiento, aborrecimiento de ellos. Propósito de enmienda firme, decidido, valiente. Perdón, piedad y misericordia. Todo eso, y nada más que eso, Señor, es lo que te pedio para mí. Date prisa Señor, no me lo niegues, nada más te pido, corre Señor a socorrerme. Perdón, piedad y misericordia. ¡Ten, Señor, lástima de mi, como la tuviste de tantos!

Gracias por esta maravillosa oración.
Íñigo Caballero
Donostiarra y carlista desde que nací