Por qué el PP debe desaparecer

El mantra anda ya instalado en muchas mentes: si la derecha quiere ganar algún día, no puede ir a las elecciones dividida. Poco importa que la izquierda si acuda a las urnas fragmentada, la derecha así no vencerá. Eso es lo que se dice sin preguntarse por qué el centro-derecha lo disputan tres partidos.

No voy a entrar aquí y ahora a explicar  por qué existen Ciudadanos, PP y Vox. Lo que sí parece claro es que, independientemente de la palabrería sobre la unidad, quienes más quieren una suerte de refundación de los constitucionalistas suelen ser siempre los más débiles políticamente hablando.  Es decir, en estos momentos los C’s de Inés Arrimada. Tal vez por eso se haya topado con la falta de generosidad de un PP que sigue soñando con su antiguo carácter imperial de ser el único sol que brillaba a la derecha del socialismo español. La nuestra es una política de horcas caudinas, no de generosidad.

No sé si Ciudadanos acabará por sucumbir al empuje del PP de Pablo Casado o podrá recuperar a los cientos de miles de sus votantes que se quedaron en casa en los anteriores comicios. Pero de lo que si estoy convencido plenamente es de que para salvar a España de sus demonios el PP y Vox no pueden competir por un mismo espacio. Es más, me atrevería a decir  que para salvar a España de su suicidio colectivo sólo Vox podría intentarlo. Esto es, que el PP es más bien y todavía un obstáculo y que por eso debe desaparecer.

Los problemas de España hoy no hunden sus raíces económicas (aunque la crisis los agudice). Son problemas de índole cultural o civilizacional, mucho más relacionados con qué somos y qué aspiramos a ser, que con lo que tenemos y podemos gastar. Y eso es algo que nunca el PP llegó a entender, dada su visión esencialmente economicista de la política. Su empeño en presentarse siempre como grandes gestores se debe a su forma de separar política e ideas, gestión y batalla cultural.  Bien por desdén hacia el pensamiento, bien por cobardía a la hora de enfrentarse a la izquierda, se ha permitido una hegemonía contracultural en la España postfranquista que está en la raíz misma de nuestros males. Que los jóvenes en buena parte quieran ser funcionarios y no arriesgarse como emprendedores; que los parados prefieran cobrar los subsidios antes que trabajar en una labor que no sea lo suficientemente cómoda para ellos; que la palabra sacrificio haya desaparecido a favor del disfrute inmediato; que la educación se centre en cualquier cosa –desde enseñar felaciones a cómo defender a las mariposas autóctonas- menos en lo importante educativamente hablando, matemáticas, cálculo, lógica, historia…; que la licenciatura y másters se hayan sobrevalorado y convertido en un derecho universal, relegando otras alternativas formativas, como la antigua FP; que las instituciones esenciales de nuestra sociedad, como la familia estructurada, de padres y madres, se considere algo arcaico y que la modernidad de las uniones de todos los géneros sea vea como lo vital; que los hijos no sean ya más una apuesta existencial, sino un capricho o una carga insufrible; que la fe sólo se vea como una creencia a ridiculizar  en una sociedad absolutamente materialista y pagana… todo eso se debe no a un corrimiento de valores natural e inexorable con el paso de los tiempos. Es el resultado de opciones políticas y en nuestro caso concreto, de la falta de visión de un PP que nunca ha querido o sabido calibrar el peso y el impacto de las ideas en nuestra forma de vida.

Es más, pasado el anuncio de la regeneración con el que se aupó a Pablo Casado al frente de los populares, en anunciada ruptura con los años de rajosorayismo, las aguas han vuelto a su cauce natural y poco o nada ha cambiado a mejor. Da igual donde se mire, si a Alonso en el País Vasco, a Feijó en Galicia o Díaz Ayuso en Madrid. Su planteamientos existenciales están más cerca de la socialdemocracia y la izquierda, que de planteamientos de centro-derecha o conservadores.  No se han enterado que ya no se trata de impuestos, sino de identidad.

Habrá muchos que discrepen de mi opinión y estarán dispuestos a darle al PP su voto, aunque sea pinzándose la nariz, y conseguir así echar a la izquierda del poder. Mi única defensa es que echen cuentas y miren el pasado cercano: una cosa es estar en el gobierno y otra el poder. Cuando el PP ha estado reinando en la Moncloa si, tenia el gobierno, pero ejercía el poder como se viniera de la izquierda. Y nada, nada, me lleva a pensar de que no volvería a hacerlo otra vez. Sólo hay que escuchar a los marotos de turno que tanto abundan en el equipo de Casado. Aunque se lograse echar a Sánchez e Iglesias, se volvería a alimentar el monstruo de las anti-España, porque lo único que saben hacer es tenderle la mano y alimentarlo, no combatirlo para acabar con él.

El PP tuvo todo su sentido histórico, pero su tiempo es ya algo del pasado. Que los españoles se den cuenta de ello a tiempo dependerá de muchas cosas, entre ellas la inteligencia de quienes compiten por su espacio. No podemos olvidar tampoco que no siempre que se nos da la libertad de votar, elegimos bien. Que no se nos olvide la España del Chiquilicuatre. Pero, esta vez, el riesgo de pegarnos nosotros mismo un tiro mortal, es demasiado alto como para permitirnos frivolidades y equivocaciones. Espero.

Para eldebate.es


6 respuestas a «Por qué el PP debe desaparecer»

  1. Yo solamente he votado al Partido Popular en las elecciones generales de 2008 y 2011, y fue más por miedo a Rodríguez Zapatero que por convicción.

    Una vez consumada la traición a España y a sus propios votantes por parte del gobierno encabezado por Mariano Rajoy, el PP ha dejado de existir para mí como opción política.

    No comprendo cuántas estafas o «cornadas» do más pecan los «orgullosos» son necesarias para que el españolito medio se dé por satisfactoriamente engañado. Esta sociedad, además de ser pagana y cobarde, parece tenerle cierta querencia al masoquismo.

  2. En mi humilde opinión, España sufre dos terribles cánceres metastásicos y terminales: los partidos políticos y las autonomías, campeones entrambos dos de la corrupción generalizada, el despilfarro y la rapiña. Eliminando esa dos insaciables sanguijuelas, quizá ya a medio plazo la Nación podría salir de la catástrofe y el marasmo religioso, moral, ético, sanitario y económico por ellas causados. ¡Viva España! ¡Viva Xto. Rey!

  3. MUY BUEN ARTÍCULO.
    El PP ha sido históricamente un partido al servicio de la extrema izquierda, para robar votos a otros partido que de verdad sí combatiría a la extrema izquierda, para hacer estéril el voto de la masa social de españoles contrarios al comunismo.
    Durante 50 años el Partido Popular (en sus orígenes Alianza Popular) ha sido el partido que ha canalizado el voto estúpido de la masa social anticomunista mayoritaria (y digo estúpido porque el no estúpido, minoritario, se canalizaba hacia Fuerza Nueva entonces, hoy hacia VOX aunque VOX esté años luz de FN, y digo estúpido porque caía en el engaño del discurso de la extrema izquierda de la «moderación», porque AP/PP eran preferibles a FN porque eran más «moderados», y esta idea la promovían en su propio interés los extremistas de izquierdas). Porque en España ha habido una masa social anticomunista o «de derechas» pero lo que no ha habido de verdad es un partido político de derechas (en sentido lato), más allá de la apariencia para engañar a su electorado, como ha sido el caso del PP.
    El Partido Popular ha sido, elección tras elección y legislatura tras legislatura, el Caballo de Troya de la extrema izquierda para desbaratar, llevar a una vía muerta y tirar por el fregadero abajo haciendo inútil el voto de la masa social que se oponía a las políticas y al discurso ideológico de la extrema izquierda, es decir del PSOE de Zapatero y sucesores.
    Votando al PP el PSOE se aseguraba que el voto de esa masa social antiZapatero no sirviera para nada. El proceso separatista catalán, es una sangrante prueba de ello.
    De este modo en España sólo ha habido gobiernos del PSOE: cuando ganaba el PSOE porque gobernaba el PSOE, y cuando ganaba el PP porque las políticas del PP eran perpetuar las políticas del PSOE.
    La Historia del PP puede resumirse en este hecho: engañar a su masa social para perpetuar las políticas antidemocráticas y de extrema izquierda del PSOE.
    Recordemos cuando el PP engañó a su electorado diciendo que nada más llegar al poder derogaría leyes como la de «Desmemoria, Falsificación y Manipulación Históricas» o las Leyes de Género, y sin embargo lo primero que hizo al llegar al poder es otorgar a Zapatero y a sus ministras mamarracho el Collar de Isabel La Católica (BOE de 31 de diciembre de 2011) y las leyes no fueron derogadas sino al contrario impulsadas de forma activa. Ejemplo de ello fue el incidente del Presidente del Senado del PP Pío García Escudero con el Alcalde de su propio partido de la localidad de Pajares de la Laguna (Salamanca) cuando el senador de Podemos por Valencia Carles Mulet, con claro sin interés legítimo y directo (porque él no era vecino de dicho pueblo) exigía que el Alcalde quitara la calle de dedicada al Coronel Moscardó, Héroe la Defensa del Alcázar de Toledo. Tal exigencia era antidemocrática y contraria al Pluralismo Político como Valor superior de la Constitución Española (art. 1, 1 CE: «España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el PLURALISMO POLÍTICO»), en cuya virtud es inconstitucional que las calles tengan que llevar los nombres que impone Podemos, sin embargo Pío García Escudero se posicionó del lado del senador de Podemos hasta el extremo de prevalerse de su condición de Presidente del Senado para echar sobre su alcalde a la propia Fiscalía, en otra más actuación deshonrosa de ambos, (del Presidente del Senado y de la Fiscalía).
    Pío García Escudero no fue expulsado del partido con el triunfo de Pablo Casado sino al contrario, es uno de los miembros más significativos de su equipo.

    Es muy difícil que el PP pueda desaparecer porque está muy arraigado en la sociedad española la falsa imagen de que el PP es un partido de «derechas» aunque la realidad sea muy diferente. También está muy arraigado una cultura «antifascista» que la extrema izquierda ha conseguido imponer en España después de más de 50 años de propaganda roja en régimen de monopolio cayendo como una especie de lluvia ácida sobre los corazones y las mentes de generaciones de españoles, y que tras 50 años en este plan de lavado de cerebro a todas las horas y hasta en la sopa participa un 99% de la población, intoxicada, incluidos muchos de los que van de patriotas. Es un virus que los enemigos de España y de la Civilización cristiana han conseguido inocular imperceptiblemente en la sociedad y el que lo padece ni siquiera es consciente, y ejemplo de ello es el significado del término «fascista», totalmente suplantado, que todo lo malo es «fascista», que un comunista se comporta como un comunista y se le llama «fascista» que una mujer anarquista, anticristiana, abortista y lesbiana, no es una femiroja o femidegenerada sino «feminazi». Todo este nivel intoxicación ideológica y de suplantación del significado de los conceptos es, para verlo gráficamente, como si a los atentados de Estado Islámico les denomináramos atentados «cristianos», porque se hubiera suplantado el verdadero significado del concepto «cristiano». Obviamente esta suplantación no es «natural» sino provocada a propósito por quienes recogen los frutos de ella. A este nivel de falseamiento hemos llegado tras 50 años o más de lavado de cerebro en régimen de monopolio. Pasa con otros muchos conceptos, como cuando al idioma Español le llaman «castellano», (en lo que pican no pocos españoles), para situar al Español que es mucho más que el castellano (más de 4000 palabras del Español son de origen árabe) al mismo nivel que las lenguas regionales.
    Con este panorama, la imbecilidad social es un hecho, que afecta a no pocos millones de españoles. Si Franco confiaba en la clase media que él había creado, como elemento de estabilidad social en España, los enemigos de España confían ahora en la imbecilidad social de estos más millones de tontos, que ellos han conseguido crear tras 50 años de propaganda en régimen de monopolio, y que para la anti-España es una garantía de que España con ese lastre de imbecilidad social será muy difícil que pueda levantar cabeza.
    Por eso es tan importante romper el monopolio audiovisual (cine televisión) de la anti-España, y empezar a invertir este proceso de lavado de cerebro.
    Insisto, un artículo muy bueno.

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