Porsupuestos generales del Estado
¿No les da a ustedes la sensación de estar viviendo atrapados en el tiempo? ¿No les parece que no avanzamos en nada? Yo tengo esa impresión. La misma que experimentó el actor, Bill Murray, en una magnífica película titulada “El día de la marmota”, cuando cada día, al levantarse, se repetía, una y otra vez, la misma pesadilla. La desesperación era tremenda, un deseo de huir le sometía a una angustia insufrible. A mí me pasa exactamente lo mismo. Cada jornada es más de lo mismo, es decir, una repetición cansina de lo ya vivido, sin remisión e imposible de cambiar. Lo malo es que lo vivido es una tragedia, un drama y un hartazgo vomitivo.
Los protagonistas de este esperpento nacional son los mismos, día tras día, mes tras mes. El club de la comedia, ahora instalado en el palacio de la Moncloa, no deja de representar a diario sesiones y ruedas de prensa proclamando, a viva voz, soluciones mágicas que se convierten en problemas reales. El director de escena, del que por cierto se habla muy poco, Iván Redondo Bacaicoa, jefe del Gabinete de la Presidencia de Pedro Sánchez, dirige, entre bambalinas, la opera bufa de este desgobierno nacional. ¡Qué horror de guión! ¡Qué triste espectáculo!
España se desangra, no hay torniquete que pueda contener la hemorragia que nos está arruinando. Las transfusiones son insuficientes, y los encargados de aplicar soluciones son unos manifiestos incompetentes. Lo están demostrando constantemente con sus ocurrencias y perogrulladas fuera de tono, y fuera de lugar. No son capaces de gestionar a una grandísima nación como es España. Utilizan medidas social-comunistas trasnochadas y aplican sangrías, a modo de gasto sin control, para contener la pérdida de vida económica y, en consecuencia, ciudadana. Menos mal que están asesorados por una legión de expertos, que por cierto nadie conoce, para poner remedio al debilitamiento generalizado. Son peor que los curanderos de una tribu prehistórica, con sus cataplasmas e invocaciones a la diosa Fortuna, mientras danzan alrededor de la hoguera. Pero como aquellos, son maestros de la sospecha, defensores del prejuicio y testaferros de la mentira convertida en verdad. Dominan a la tribu, anonadándola con falsas promesas y augurios imposibles. Como aquellos, los hechiceros, son los vividores en medio del dolor, el miedo y la desesperanza. ¿Qué podemos -fíjense en la casualidad del término empleado- esperar de semejantes danzantes? Yo se lo digo, nada bueno, nada que tenga una mínima fiabilidad.
Desde hace dos años sobrevivimos con los Presupuestos Generales del Estado aprobados en la era de Cristóbal Montoro Romero, ex ministro de Hacienda y Función Pública. Nunca pensé que podría llegar a lamentar su ausencia, dado el panorama actual. La titular de la cartera es hoy, ni más, ni menos, que María Jesús Montero, tan dicharachera ella, tan grandilocuente y locuaz. Sus comparecencias en rueda de prensa son un alegato de la vulgaridad y un exponente de la falta de categoría. La escucho con atención y sorpresa, cuando consigo concentrarme en lo que dice, para entender algo. Lo malo es que casi nunca entiendo nada y más me parece una charlatana de feria. Con un lenguaje gestual exagerado, me comunica que estamos en malas manos y que, con diligencia e inmediatez, debo confesarme antes del Apocalipsis final. He de decir, con rotundidad, que tampoco me invita a la tranquilidad las intervenciones de otros ilustres iluminados del gobierno sanchezstein.
En cuestión de Hacienda Pública, solamente sabemos de la barra libre del gasto, de la deuda contraída, del déficit y de la ruina que se avecina. Pero da igual, tiramos la casa por la ventana, despilfarramos y derrochamos como si no hubiera mañana. El lema es: “el que venga detrás que arreé”. La solución a todo es llamar a mi primo de Zumosol, el que vive en Bruselas, ése al que consideramos tonto y bobo a jornada completa. Nos creemos que con brindis al sol, con falsas promesas de decoro y cánticos de sirena, vamos a engañar a nuestra familia europea. Nos creemos que el crédito es facial, es decir, por nuestra cara bonita, sin tomar medidas serias de control y rigor contable como se nos exige. Vamos por media Europa mendigando apoyos y presentando las cuentas del Gran Capitán. La picaresca sigue y, lamentablemente, en España se sigue haciendo escuela del timo y el engaño. Todavía por aquellas latitudes están esperando que se les presente algo serio que les devuelva la sonrisa. Me temo muy mucho que pueden esperar sentados. En tanto, con espanto, oigo las declaraciones de la ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño Santamaría, vicepresidenta tercera del Gobierno de España, que dice, sin rubor, ni vergüenza, que para afrontar el pago de las pensiones nos debemos endeudar en otros cien mil millones de euros. Permítanme la vulgaridad, para mear y no echar gota.
Mientras, en Moncloa, se dedican a organizar un baile de máscaras para sacar adelante un borrador de los Porsupuestos Generales del Estado. Se pacta con las sanguijuelas nacionalistas y los usureros oportunistas, a los que se da trato preferencial y mesa puesta. Pedro Sánchez, “el de las mercedes”, sin escrúpulos, baila obscenamente con unos y otros al compás de su música, les regala sonrisas, les besa la mano y, sin decencia ninguna, les reverencia las exigencias y sus arrogancias. Ya hemos tenido buena cuenta de esos guiños a sus pretendientes y compañeros de baile. Les susurra lascivamente al oído: “España está en venta. ¿Qué me ofreces amigo mío?” A cambio de mantenerse en la poltrona, todo vale, todo está en venta. El mercado persa ha llegado para quedarse si no cambiamos .

¿Cuántos meses hubiera durado un gobierno liberal-conservador (por ejemplo), con solamente la quinta parte de las meteduras de pata y despropósitos de todo tipo que acumula el actual equipo ejecutivo?
Horas. Las calles estarían tomadas y con barricadas.
Ni dos días
Efectivamente, bonita es la extrema izquierda (disfrazada sólo de izquierda) para manipular y tirarse a la calle con el apoyo y jaleo mediático de los medios de comunicación y la incapacidad del PP para neutralizarlos. Los dirigentes del PP habrían sido agredidos y linchados, sus casas y edificios asaltados, las calles tomadas por los incendiarios y los saqueadores. Eso no con 50.000 muertos y un 20 ó 30% de paro, sino con mucho menos con 300 muertos por coranavirus y 14 ERTES sin pagar ya habría estallado la guerra civil. Bonita es la Masonería para mover hilos por detrás dela cortina, y la extrema izquierda, valga la redundancia, para incendiar las calles, con la impunidad de los pazguatos del PP muchos delos cuales también son masones y de extrema izquierda.
Me da la ligera impresión que los callejeros desean que no salgan aprobados los presupuestos, para poder hacer a Sánchez que haga el ridículo y poner un palo más a la rueda para que el presidente tenga verdaderos problemas y poder, el podemita, poco a poco, alzarse con el poder.