«Pro multis»: rectificar es de sabios

Este año, que en breve va a terminar, nos trajo una pequeña reforma litúrgica que, por desgracia, no sólo ha pasado sin pena ni gloria, porque así se ha querido, claro, sino que en ella…

Este año, que en breve va a terminar, nos trajo una pequeña reforma litúrgica que, por desgracia, no sólo ha pasado sin pena ni gloria, porque así se ha querido, claro, sino que en ella se ha disimulado un cambio importantísimo porque la soberbia de nuestros obispos y de la mayoría de nuestros sacerdotes así lo ha querido también; pues faltaría más, cualquier cosa menos reconocer sus errores.

 

A raíz de la reforma de la liturgia tras el Vaticano II, más bien revolución –y como tal destructiva–, entre otras muchas barbaridades se deslizó, como el que no quiere la cosa, una erróneamente voluntaria traducción de las palabras de la consagración, nada más y nada menos, que pronunciara Nuestro Señor Jesucristo en su última cena. La cuestión fue que al traducir a las lenguas vernáculas el término latino «pro multis», aquellos purpurados henchidos de modernismo y estupidez, en contra de su significado más que evidente, decidieron que Jesucristo lo que había dicho es que entregaba Su sangre no «por muchos», como es claro, sino «por todos»; porque… cómo iba Él a dejar fuera de su plan redentor a algunos.

 

Un paréntesis: para los fieles españoles, de esos cuarenta años los últimos diez lo han sido de propina, toda vez que hace justo una década, ahí es nada, que el entonces Papa Benedicto XVI ordenara, pidiera y rogara que se corrigiera tal error, sin que nuestros obispos le hicieran ni el más puñetero caso, porque faltaría más que ellos que se presentan tan sumisos y humildes, y que exigen obediencia total y punto, fueran a obedecer.

 

El término «pro multis» es claro no sólo en su traducción evidente, sin necesidad de saber latín, sino también en su significado doctrinal, a no ser que, como ocurrió, aquellos obispos postvaticanosegundo y los de hoy también adolecieran y adolezcan de flojera en tal materia; vamos, que muchos no creen o creen poco o sólo lo que les interesa y cuando les interesa.

 

Tanto en arameo (lengua empleada por Jesús), como en griego (lengua en que los Evangelios nos ha transmitido sus palabras) Nuestro Señor dijo que su ofrecimiento como víctima salvífica lo era «por muchos», «pro multis» –como lo dijo siempre la Iglesia durante dos mil años– y no «pro omnia omnium» que sería «por todos», como se ha venido diciendo durante los últimos cuarenta.

 

¿Y por qué dijo aquello? ¿Es que Jesucristo no quiso que todos nos salvaramos? ¿Es que excluyó a algunos? No, claro que no, rotundamente no, y baste para ello uno entre muchos de los ejemplos que nos ofrece el Evangelio «… (Dios) quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad…» (1 Timoteo 2,4). Lo que ocurre es que llegado el momento de la última cena, y con el conocimiento de lo que iba a ocurrir entonces y ahora y siempre, Jesús, al bendecir el cáliz dijo «pro multis» porque sabía que no todos, por desgracia, a pesar de su deseo más íntimo y firme, se iban o se van a salvar, por eso, divinamente, como no podía ser de otro modo, quiso en sus últimos momentos en la Tierra dejar constancia de que debemos estar alerta y espabilados porque no todos nos salvaremos; sus palabras fueron por ello, en tan trascendentales instantes, una muestra más de su infinita misericordia al decirnos la verdad por encima de sensiblerías y engaños, al decirnos que, pese a su deseo, su sacrificio iba a quedar para algunos estéril.

 

Cuando durante cuarenta años –treinta + diez de propina, no se olvide nunca, para los feligreses españoles–  se nos ha estado diciendo «por todos», en realidad no sólo se han estado tergiversando las palabras exactas de Nuestro Señor –lo de que se tradujo «por todos» por temor a que decir «por muchos» desalentara a los fieles es un cuento chino o moruno–, sino que se nos ha estado llevando el huerto, mintiendo y engañando.

 

Lo mismo que ahora cuando nuestros obispos, en vez de reconocer lo dicho, que es la verdad, en vez de pedir perdón, camuflaron en una reforma litúrgica vana tan importante asunto  –lo que era su intención–  y, en el peor aún de los casos, cuando alguno, mosqueado, iba a cualquier cura a inquirir los motivos de este nuevo cambio, todos, fueran de la diócesis que fuera o de la parroquia que fuera, siguiendo instrucciones precisas, se limitaban a decirle al inquisidor incómodo que se hacía sólo para «ajustarse más estrictamente a las palabras de Jesús, pero que no tenía gran trascendencia»; desperdiciando la oportunidad de darle catequesis, de instruirle y de hacerle ver la importancia vital que tiene saber que no todos se salvarán, como quiso Nuestro Señor dejarnos bien sentado, incluso cuando ya estaba en sus horas más amargas.

 

Así pues, nadie ha notado nada, los fieles oyen ahora «por muchos» como antes «por todos» sin darle importancia alguna, considerando, como se les ha dicho por sus malos pastores, que todo es una mera cuestión semántica absolutamente baladí, pues de una u otra forma aquí se salva todo hijo de vecino pase lo que pase, haga lo que haga y diga lo que diga; como lo corroboran los curas en los funerales al asegurar que el finado está en el cielo porque era «muy buena persona».

 


Una respuesta a ««Pro multis»: rectificar es de sabios»

  1. Leyendo la magnífica explicación, me viene a la cabeza la canción de cabecera de nuestra CEE, que quizás en breve planteen tocar en misa, no sólo en el día de Santa Cecilia.
    No puedo evitarlo. Me fluye..

    «Des-pa-ci-to,
    se nos han colado dentro despacito
    abriéndole la Iglesia a nuestro enemigo
    Jugando a modernos y a ser buenos chicos

    Es-tos tíos,
    Nuestros cardenales ya son mayorcitos,
    Para no entender que sus diosecitos
    Valen negativo ante Jesucristo
    (Sube, Sube, Sube, Sube, Sube)

    Venden y aleccionan como vanos condontieros.
    De Dior son aventureros.
    Cobardes en sus postureosss…
    Megastar, Herrera, Trece y otros más meneos.
    «DEO» no. Sí pasteleos.
    La CEE es un cachondeo..

    (Pasito a pasito, suave, suavecito)

    Pe-ro Dios,
    Dios no está presente en sus devaneos .
    Diariamente faltan a Sus mandamientos
    España sólo es la E de su vulgar sigleo.
    (Diridiri, dirididi Daddy)

    ¿No se sienten francmasonamente elevados?

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