¡Qué pena y qué desastre! Lo siento, pero es así

Por Enríquez de Aguilar

5/05/2021 España

Los resultados de las elecciones a la absurda autonomía madrileña (tan sólo una provincia) que tanto jalean algunos por el hecho de que hayan acabado con Pablo Iglesias –ese impresentable y alucinado comunista del siglo XXI–, son, en realidad, un desastre. Iré al grano.

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  Que lo ocurrido, y a pesar de su anuncio de retirada total, haya acabado para siempre con Iglesias, está por ver. Porque este individuo, como buen comunista, es un mentiroso compulsivo. Porque ya dijo Lenin aquello de «dos pasos adelante y uno atrás». Porque su salida ha sido una retirada ordenada planeada desde hace tiempo no sólo por haber demostrado su ineptitud y haber cumplido sus objetivos más oscuros que no eran otros que forrarse para el resto de sus días, sino también porque sabe que la justicia, aunque manca, lo tiene pillado por ahí abajo. Porque dice el refrán que «bicho malo nunca muere». Luego está por ver lo que en realidad nos depara el futuro del «Lenin antiespañol». Y porque el daño que ha hecho queda y seguirá.

• La extrema izquierda –en España toda ella es extrema, desde el PSOE hasta Podemos– en absoluto ha salido dañada, ni siquiera tocada. Más Madrid, que es Podemos, ha subido clamorosamente por votos socialistas. Podemos ha subido, aunque no tanto como ellos hubieran querido y esperaban por la estrategia de terror, clásica técnica marxista-leninista, desarrollada durante la campaña electoral… y en realidad siempre. Así, y aunque no puede tocar gobierno, la extrema izquierda suma nada más y nada menos que 58 diputados, de los cuales 34 son comunistas sin careta y 24, del PSOE, lo son marxistas-leninistas también sin careta, que es lo mismo. Es decir, que en pleno siglo XXI y con los antecedentes históricos más que conocidos y documentados a nivel mundial y más aún nacional (1936-39), en Madrid, lo que puede extrapolarse al resto de España, está enraizado el marxismo-leninismo stalinista, o sea, «la bicha», el peor de los totalitarismo que haya existido nunca. Es decir, que medio Madrid, y media España, son más rojos que las amapolas, nostálgicos de la cheka, el «paseo» y el Gulag.
• La victoria del PP, que no de Ayuso, porque Ayuso es el PP más clásico, rancio y dañino, ha sido impactante pasando de 30 a 65 diputados, lo que ha logrado presumiblemente, aunque no se puede asegurar, pero parece lo más probable, sumando los 26 del difunto C,s –¿existió alguna vez algo llamado Ciudadanos?– y… los 9 que le hubieran correspondido a VOX si los españoles que aún se consideran como tales, o sea, los que por fin venían votando a VOX, tuvieran un poco de cultura y conciencia política y española de verdad y hubieran convertido los 13 que ha sacado VOX en 19 ó 20, haciendo así imprescindible que el PP tuviera que contar, sí ó sí, con VOX, obligándole a morder el polvo «conservador» sin complejos. Lo que además debería servir en próximas elecciones para ver si de una vez se consigue amaestrar a esa derechita pepera corrupta y… añadan ustedes lo que quieran que seguro que aciertan. Ahora, la soberbia pepera no tendrá límites. Los madrileños españoles no han aprendido la lección que dieron los españoles de Cataluña.

Así pues, qué desastre y qué pena. Madrid, posible antesala de lo que puede ocurrir en las generales que puede que se adelanten, sólo indica que la mitad de España sigue siendo antiespañola y que la otra mitad sigue en manos de cobardes y traidores a esa España de la que tanto hablan y dicen sentirse orgullosos. Todo, pues, sigue igual. Poco ha cambiado a excepción de que dejaremos de ver hasta en la sopa, de momento, al rico comunista de Galapagar.