Quitar a Cristo hasta del calendario
Así es, como decimos en el título de este artículo. Así es literalmente. Y es que de un tiempo a esta parte, y como es tónica general de forma subrepticia, o sea, a la chita callando, como el que no quiere la cosa, pero con tenacidad y sin darse nunca por vencidos, se está sustituyendo los clásicos y más que asentados términos a. C. (antes de Cristo) y d. C. (después de Cristo, por los de era común (e. c.) y antes de la era común (a. e. c.) como designaciones alternativas al empleo de las antes dichas; incluso en algunas ocasiones, en lugar de e. c. se puede encontrar la abreviación e. v. (en latín, era vulgaris: «era común» muy cercana a la que utiliza la Masonería –¡cómo no!– «de la era vulgar»).
Para más inri, la Ortografía de la Lengua Española (edición 2010) ya registra las abreviaturas «e. c.» y «a. e. c.»; lo que implica un reconocimiento de dichos términos por parte de la Real Academia Española, renovado en 2016. ¡Qué pena!
Ni que decir tiene, pero hay que decirlo, que el «invento» procede de «intelectuales» y activistas laicistas, agnósticos o ateos empedernidos, cuyo odio a Dios llega hasta estos extremos, porque en su más absoluta incoherencia, aunque dicen no creer, no pueden dejar de perseguir a Nuestro Señor, lo que apunta a que sí creen, sólo que no lo aceptan y Le odian. Asimismo, a esta campaña maquiavélica se unen normalmente, como no podía ser de otra forma, toda clase de herejes (Testigos de Jehová, luteranos, etc.).
Claro que para «colar» tamaña estupidez, para poder implantar esta nueva herejía, para poder llevarse al huerto a incautos o tontos, nada mejor que utilizar toda una ristra de eufemismos y conceptos disfrazados del buenismo (malísimo) que nos invade y ahoga, tales como, entre otros muchos: «El uso de la expresión «era común» y «antes de la era común» se considera un avance en la unificación de criterios con culturas, religiones e ideologías de todas las latitudes que no se sienten representadas con un calendario de origen cristiano»; «El calendario gregoriano se ha convertido en un estándar mundial después de siglos de influencia política, cultural y militar de Occidente. Por lo tanto, sería conveniente presentarlo de la manera más neutral posible ante otras culturas que lo han adoptado»; «Los términos a.e.c y d.e.c son ya usado ampliamente por intelectuales y por la comunidad científica»; «Es solo cuestión de cambiar a. C. y d. C. por a.e.c. y e.c., ya que en ambos los años están enumerados exactamente de la misma manera».
Para colmo, y de ahí la importancia de tomar conciencia de este grave asunto, aunque no lo parezca, es que ya algunas editoriales católicas van deslizando en algunos textos lo de a.e.c y d.e.c, por lo que hay que estar ojo avizor ya que el Mal se cuela por cualquier resquicio… que se le deje.

Satanás no descansa nunca, por eso va comiendo y comiendo terreno sin cesar, obteniendo un éxito tras otro. Son los logros que se obtienen cuando se trabaja en impunidad sin la oposición de nadie, incluso contando con la cooperación necesaria de los que, por razón de su cargo, deberían combatirlo.
La Ciudad de Dios está en llamas, y pocos acuden a sofocar el fuego y a salvar lo muebles. Por supuesto no los «dueños» o los depositarios de esa Ciudad.
Así estamos, y los cristianos luchamos aisladamente, como pelotón que queda aislado de su unidad y lejos de sus líneas, y ha de combatir por su cuenta y con escasos medios. Así estamos los cristianos, por nuestra cuenta, porque el mando de la Iglesia se ha pasado al enemigo.
Si satanas quiere que Cristo desaparezca, somos nosotros quienes tenemos que darle visibilidad, poniéndole en nuestros hogares y alrededor de nuestros cuellos, llevando el Santo Rosario y rezando allá donde estemos,, santiguándonos en público, transmitiendo los valores a nuestros hijos, hablando de Cristo a todo el mundo, si no, seremos cómplices y Dios nos pedirá cuentas.
Estimada seguidora: blanco y en botella. Veraz y valiente comentario. Así es, y si así se hiciera, comenzando por el clero en general, salvo honrosas excepciones que por escasas lo son aún más, otro gallo cantaría. Saludos cordiales
Hago míos los comentarios de don Kevlar y de doña Marta.
El Maligno, desgraciadamente, trabaja mucho y sin descanso por su propio interés, pero muy bien acompañado de una multitud de secuaces y de tibios (como los que menciona el Apocalipsis). Nadie se sorprenda, pues, de lo oscuro que se vislumbra el futuro de la Iglesia y del mundo.