Rajoy se va
Lo ha dicho él mismo y quiere que nos lo creamos. Rajoy se va. Esperemos que sea verdad y que no vuelva, aunque de todas formas el PP sigue repleto de los Rajoy de toda la vida.
Se fue Rajoy, eso sí, a destiempo, casi a patadas, embadurnado de indignidad y miseria por su acreditada soberbia, ineptitud y traición. Su estupidez y sus malos gestos impropios, pero propios de un villano, serán la losa que cubra su cadáver en la historia de España; por mucho que intenten desde ya lavarle la cara. Se va Rajoy con una última frase lapidaría que le delata una vez más «Es lo mejor para mí, para mi partido y para España» ¿Ven la sucesión de prioridades de este individuo? Primero él, luego el partido y al final, casi se diría como de pasada y por obligación, España.
Se va, pero, como de los políticos nunca hay que creerse nada, mucho menos cuando dicen que se van, ya sabemos que aún pretende intervenir en el congreso exprés que ha decidido celebrar el PP en Julio, o sea, que quiere asegurarse la sucesión, que es como querer seguir interviniendo desde atrás; y es que el PP es, más que los otros que también lo son, un partido de corte soviético-maoísta en sus formas y en su fondo.
Pero es que Rajoy dice que se va, pero quedan los suyos, los que son tan indignos, miserables, soberbios, ineptos y traidores como él, los que tienen las mismas prioridades que él, es decir, primero ellos, luego el partido y sólo al final, como de pasada y por obligación, España.

Porque ahí siguen, como si nada, no sólo Santamaría, Cospedal, toda la ejecutiva y miles de cargos y carguitos, entonando el pío, pío, que yo no he sido, todos tan responsables de las irresponsabilidades de Rajoy y de sus falacias como él, e incluso casi más porque pudieron y no quisieron revelarse contra él, porque fueron sus lacayos, sus esclavos, sus cómplices voluntarios y además se aprovecharon de ello mientras les fue posible; incluido Núñez Feijóo –que se postula como potencial relevo–, cuya calaña moral y política ya conocemos por sus múltiples actuaciones en Galicia, o sea, más de lo mismo igual a mucho peor; y si no al tiempo.
Se va Rajoy ahora. ¿Por qué no lo hizo cuando pudo evitar la llegada de Sánchez al poder? Algunos dicen que porque ir a elecciones no beneficiaba al PP, sino a C,s; otros que porque de esta forma el PP espera recuperar el voto del miedo y confía en que Sánchez, en minoría y con unos apoyos más que difíciles de soportar, se va a quemar en menos de nada –como si fuera tonto él y los que le rodean, separatistas incluidos–; otros que por simple y vulgar miseria y porque hasta el último instante creyó que superaría la moción; otros que porque en realidad obedeció órdenes de Bilderberg, ya que a Rajoy se le viene aplicando aquello de que si ladras y mueves la cola como un perro es que eres un perro, o sea, que si actúas como un masón, es que eres masón. Tal vez todos tengan algo de razón, la cuestión está en saber quién la tiene un poco más que los demás. En cualquier caso lo suyo ha sido de traca; esperemos que al menos con el tiempo la Historia nos dé algún día la solución.
Mientras tanto, queda el PP, que con sus antecesores UCD y AP ha sido el verdadero problema de España desde hace cuatro décadas, el cual no tiene remedio, está frito, acabado, huele que apesta y parece mentira que todavía haya quien siga creyendo en él o piense en votarle aunque sea con la nariz tapada o por miedo a… no se sabe muy bien qué, porque ya vemos a dónde ha conducido ese «voto útil» tan prodigado durante tantos años y en realidad tan inútil. También los hay que piensan que el PP puede regenerarse. Pues no, no y no, porque las mafias, las bandas de gansters, los apátridas, los que no tienen en la vida más principios y valores ni más norte que sastisfacer sus más bajas pasiones, como pueden ser las del poder, las crematísticas y las de la vanidad, no tienen arreglo.
Pero ojo, porque culpables de la peste bubónica que ha esparcido el PP por toda nuestra patria durante tantos años son no sólo los Fraga, Aznar, Rajoy y demás adláteres, sino tanto o más aún los votantes, con carguito o sin él, que una y otra vez, aún a pesar de las pruebas de que eran la jugada maestra de este inmundo sistema partitocrático que ha destruido España, le han apoyado con sus votos y/o trabajo.
Más nos vale que los que votan, sean de la clase que sean, aprendan a votar, a valorar su voto, a responsabilizarse de él, a darlo exigiendo el cumplimiento de lo prometido, a pasar revista cada cuatro años a lo que han hecho con él y no a lo que dicen, y a actuar en consecuencia sin contemplaciones. Si así fuera, los partidos tomarían nota y se andarían con cuidado, sabiendo que los españoles votan con la cabeza y no con la bilis; bueno, tal vez, sólo tal vez.
