Reales Academias ¿Para qué?
Hay en España unas instituciones bastante misteriosas de las que los españoles poco o nada sabemos, pero que al parecer dan mucho lustre a los que ingresan en ellas, pues no sólo les sirve para adornar y engordar su currículum, sino que a veces incluso cuando tal evento se realiza salen en televisión; eso sí, prácticamente nunca sabemos por qué ingresan en ellas, ni qué méritos tienen, sobre todo cuando vemos algunos de esos ingresados que dan, de verdad, grima y vergüenza.
Nos referimos a las Reales Academias. Las «nacionales» claro, porque de un tiempo a esta parte, y ya saben a qué nos referimos, se han multiplicado como los champiñones a nivel «regional», perdón, autonómico, porque dichas entelequias todo lo copian del Estado para repartir cargos y prebendas y para ir poco a poco transformándose en reinos de Taifas que es lo que les «mola».
En concreto son ocho que colocamos por orden de antigüedad: Real Academia Española de la Lengua (1714); Real Academia de Jurisprudencia y Legislación (1730); Real Academia Nacional de Farmacia (1737); Real Academia de la Historia (1738) ; Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1752); Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1847); Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (1857); Real Academia Nacional de Medicina (1861) y Real Academia de Ingeniería (1994).
De ellas –eso sí, todas tienen su presupuesto y sus gastos, claro, y sus ingresos, pero poco sabemos de dónde provienen y cómo los utilizan, porque eso forma parte de su misterio– nos vamos a fijar en cuatro que ya hemos señalado en negrita, porque son las que consideramos básicas a los efectos de lo que desde hace cuatro décadas ocurre en España.
La Real Academia de la Lengua ha tenido hasta cinco estatutos, los últimos, cómo no, del emérito, los cuales dicen que «su misión principal velar porque los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico. Debe cuidar igualmente de que esta evolución conserve el genio propio de la lengua, tal como este ha ido consolidándose con el correr de los siglos, así como de establecer y difundir los criterios de propiedad y corrección, y de contribuir a su esplendor».
¿Y dónde estaban tan ilustres académicos cuando se rebuznó en el Parlamento, por poner el último caso señalado de los múltiples rebuznos que hemos sufrido, y se dijo «portavoza»? ¿Y dónde queda el cumplimiento de esa misión arriba señalada? ¿Dónde cuando se nos cuelan palabras y «palabros» procedentes de otros idiomas que al lado del nuestro son una parodia de lengua? ¿Dónde cuando se persigue sañudamente al español, se le oprime y borra del mapa en nuestra propia casa? ¿Dónde en muchos otros casos?
La Real Academia de Jurisprudencia y Legislación tiene como fin «la investigación y el cultivo del Derecho y ciencias afines y la contribución al perfeccionamiento de la legislación».
¿Y dónde están sus integrantes cuando se legislan anormalidades como las que vemos con el daño que hacen? ¿Dónde cuando el tan manoseado «Estado de Derecho» lo es de impunidad? ¿Dónde cuando se mató a Montesquieau? ¿Dónde en muchos otros casos?
La Real Academia de la Historia tiene por misiones principales «Ilustrar e investigar el pasado, para aclarar la importante verdad de los sucesos, desterrando las fábulas introducidas por la ignorancia, o por la malicia, y conduciendo al conocimiento de muchas cosas, que oscureció la antigüedad, o tiene sepultadas el descuido. El estudio y el debate de las cuestiones históricas con toda amplitud, y difundir las investigaciones y conferencias mediante publicaciones sobre ellas. El mantenimiento vivo de la memoria del pasado, mediante biografías de quienes hayan contribuido y contribuyan con sus hechos y con sus obras a enriquecer la historia de España y la historia en general».
¿Y dónde estaban esos académicos tan sabios y doctos cuando se promulgó la maléfica «Ley de Memoria Histórica», que lo es de desmemoria y de mentira? ¿Dónde cuando se calumnia y miente a troche y moche con todo desparpajo sobre nuestro pasado más reciente o más antiguo desde hace décadas? ¿Dónde cuando las estructuras separatistas de toda condición y signo elaboran una historia propia inconcebible y con ella lavan el cerebro a las nuevas generaciones para alimentar su odio a España? ¿Dónde en muchos otros casos?
La Real Academia de Ciencias Morales y Políticas tiene por misión ser «un foro de encuentro de los saberes sociales, económicos, filosóficos, políticos y jurídicos. Un espacio de debate sobre ideas y cuestiones centrales a nuestra sociedad, un centro difusor de conocimiento y un laboratorio de investigación y de crítica. Todo ello basado en la experiencia de sus académicos, personalidades de gran significación en la vida política, social y económica española de los dos últimos siglos».
¿Y dónde están los listos de esta academia cuando los analfabetos profesionales de la política promueven barbaridades, nunca mejor dicho, evidentemente perjudiciales para España, para la nación, para nuestra patria contra la ley natural, contra la más básica moralidad? ¿Dónde cuando lo hacen contra el bien común, contra el derecho, el orden y la verdadera libertad? ¿Dónde en muchos otros casos?
Pues se lo vamos a decir: en tertulias, conferencias, exposiciones, charlas, leyendo en la biblioteca, tomando una cervecita en el bar, en casa dormitando en un sofá o… medrando, politiqueando, haciendo amigos interesados y procurando que alguien edite su última obrita.
No se puede consentir que existan unas instituciones que, como las dichas, para nada sirven porque nada hacen y menos cumplen con sus funciones. Porque permanecen mirando al tendido como si nada fuera con ellas ni con sus miembros. Porque no quieren «mojarse». Porque su silencio cómplice atufa a miedo, cobardía, soberbia, egoísmo y… afán por medrar no indisponiéndose con nadie, mucho menos con el poder y sus esbirros intelectuales y mediáticos.
Creemos firmemente que hay que clausurar al menos estas cuatro instituciones y además de inmediato.

Tienen ustedes más razón que un santo, como se solia decir.
Les felicito por su página que seguiré con expectación y agrado.
Saludos
José Luis González
Estimado lector:
Ojalá fuéramos santos y así pudiéramos arreglar algo esta situación.
Mil gracias y siempre a su disposición.