El rebuzno

No es la primera vez, ni será la última, no les quepa la menor duda; ni tampoco será el menor de todos, pues seguro que los habrá aún mayores. Nos referimos al rebuzno de Irene Montero cuando ha soltado aquello de «portavozas». ¡Impresionante!

Pero claro, cómo no, y cómo no la iban a defender su «pareja», «el coletas», y los suyos, los «poTémicos»… e incluso algunos sociatas «robapieras» del PSOE, que ni socialistas, ni obreros, ni mucho menos españoles. Y es que de casta le viene al onagro.

No podía ser de otra  forma a la vista del espectacular currículum vitae –¿sabrá lo que significan esas palabras?– de esta rebuznadora profesional, el cual, no diciendo nada, porque está vacío, lo dice todo, todo, sobre lo que encierra su mollera.

Nació en 1988, por lo que lleva 30 años en este planeta, lo que quiere decir que realmente sólo lleva en él quince a lo sumo, porque de los otros quince nadie, ni ella ni nosotros, nos acordamos salvo pequeños retazos.

A los 16 años, ahí es nada su precocidad, se afilió a la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE), más conocidas como Juventudes Comunistas, o sea, que se arrejuntó con la crème de la crème, con lo mejor del barrio, con esos chiquitos imberbes de piel y de cerebro que a día de hoy todavía se emocionan cuando ven una foto del padrecito Stalin –uno de los mayores asesinos e ineptos de la Historia– o del Che –alias «El canalla»–, al tiempo que la nostalgia les embarga porque hoy, bien que por ahora, no existen checas en las que torturar, violar, robar y asesinar «fascistas»; entendiendo por tal vocablo a todo el mundo menos a ellos, claro.

En 2011, durante el 15-M, aquella revuelta anarco-comunista al más puro estilo decimonónico repleta de chinches, piojos, pises y poses en plena Puerta del Sol, financiada por Rodríguez Zapatero, con la connivencia del PP –los extremos, o no tanto, se tocan– ya dio rienda suelta a su incontinencia verbal como pueden escuchar en este audio que no tiene desperdicio, porque todo él es eso, basura (AUDIO). En 2012, incluso viajó al extranjero, eso sí, como anticapitalista y comunistoide desorejada, donde dijo cosas tan profundas como las que pueden ver, si son capaces de aguantar los tres minutos de completa vaciedad, en este video (VIDEO). Licenciada en Psicología en 2013, qué le vamos a decir de tal disciplina… pues que, sinceramente todavía no le hemos encontrado utilidad alguna, pero que los que la profesan siempre nos han resultado insoportables por lo cursi y pedantes que son, además de que como no suelen tener cómo ganarse la vida ejerciendo de lo que dicen que son, pues no les queda más remedio que venderse al mejor postor en todo tipo de labores de la más diversa condición.

En 2014 se afilia a PoTemos porque, como tras la nausea viene el vómito, debió ver posibilidades de encontrar un trabajo nada trabajoso, eso sí. Como ven hasta ese instante no había dado un palo al agua, nunca había tenido que soportar un jefe, ni a un compañero, ni a un subordinado en un trabajo normal; nunca ha tenido que demostrar que valía o quedar en evidencia porque no valía nada; nunca había tenido que superar pruebas, ni resolver problemas, ni soportar tensiones, ni que madrugar o echar diez horas de trabajo infatigable.

Nada más llegar y poTar,  tuvo la suerte o la habilidad, que de las dos cosas se precisa, de encontrar el «amol», paradójicamente no en el conserje o en la señora de la limpieza, no, que esos son obreros, sino en el jefe del tinglado, que siempre es mucho mejor. Tanto es así que en la vorágine electoral de 2015, no sólo fue designada por su dedo «amoloso» candidata a diputada, sino que «el coletas», el jefe, su «amol», en un día de paroxismo y excitación declaró a los cuatro vientos que ella, Irene, y no otra –ni otro– sería, nada más y nada menos –redoble de tambor en el circo político y sobre todo poTémico–, vicepresidenta y ministra –ministro– de Presidencia caso de tocar sillón monclovita. ¡Tachán! El problema fue que como el trasero coletil no llegó ni a la puerta, Irene se ha tenido que conformar con ser jefa –jefe– de gabinete de su «amol»; y, eso sí, de diputada cobrando de todos los españolitos una pasta gansa, ella que, como vemos, tiene una formación básica y universitaria a prueba de bomba, una vida laboral dilatadísima, una demostrada eficacia y una cultura que le sale por todos los poros de la piel. Y es que esta «democracia» es magnífica porque aúpa a los puestos de máxima responsabilidad institucional a lo mejorcito de entre todos nosotros y además les hace «portavozas».

¿Qué puede salir de la boquita de un ser vivo que tiene en su cabeza una empanada de tal calibre, hecha a base de marxismo comunista y de demagogia poTémica? Pues ya lo vemos: un rebuzno del calibre de «portavozas» y de la enormidad de los que dice cuando pretende hablar en sus funciones, porque la verdad es que a esta chiquita no le hemos oído todavía nada con sentido, con enjundia, con razón o con argumentos que lo respalden. Su estulticia e inanidad son mayúsculas, carece de lógica, habla por hablar –o rebuzna por rebuznar–, se escucha a sí misma y se maravilla mientras los demás cambiamos de canal o de web, no articula, emborrona, dogmatiza sobre la nada, dice sin decir, padece de entorno abstracto y sufre una aguda incomunicación esférica. Y eso sí, soberbia, mucha soberbia, esa que si ciega a los dioses, imagínenes lo que hace con Irene.

En definitiva, es una muestra patente del producto de una sociedad en decadencia galopante que se refocila en un pegajoso e inmundo lodazal, que habiendo llegado al fondo del pozo opta por seguir escarbando, motivo por el cual desentierra «portavozas» y otros especímenes del submundo.

 


Una respuesta a «El rebuzno»

  1. «… qué le vamos a decir de tal disciplina… pues que, sinceramente todavía no le hemos encontrado utilidad alguna, pero que los que la profesan siempre nos han resultado insoportables por lo cursi y pedantes que son, además de que como no suelen tener cómo ganarse la vida ejerciendo de lo que dicen que son, pues no les queda más remedio que venderse al mejor postor en todo tipo de labores de la más diversa condición…»
    Antológica definición. Excelente reflexión.

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