Recen por los difuntos, por lo que más quieran

Es una verdad incuestionable que todos tenemos que morir. Es también una verdad incuestionable, aunque algunos la cuestionen e incluso no lo crean, que muerto nuestro cuerpo, nuestra alma se presentará de inmediato ante Nuestro Señor Jesucristo quien, en ese instante, actuará como juez supremo, justísimo e inapelable. Es también una verdad incuestionable que podrá emitir tres posibles sentencias: Cielo, Purgatorio o Infierno. Dios ha mostrado a lo largo del Antiguo Testamento que sí que juzga y sentencia –casos de Lucifer y los ángeles caídos, de Adán y Eva, de Sodoma y Gomorra, etc., etc.–, por lo que de nada vale hacer de su infinita misericordia una especie de blindaje que nos proteja del juicio. Asimismo, Nuestro Señor nos dejó innumerables asertos durante su vida pública recogidos en el Nuevo Testamento con los que nos asegura la realización de dicho juicio y la existencia de dichas posibles sentencias. Por eso es absurdo enredarse en disquisiciones filosóficas o en tergiversar las palabras divinas sobre la posibilidad de que tal juicio o no se produzca o siempre nos sea favorable. No pierdan el tiempo en ello.

Si se nos concede el Cielo, lo será para toda la eternidad, pero igualmente ocurrirá si se nos castiga con el Infierno. No así si somos enviados al Purgatorio que será por un tiempo limitado, bien que dicho tiempo puede ser prolongadísimo. En el Cielo nuestra felicidad será plena como no podemos imaginar, tanto la del alma como la del cuerpo cuando se vuelvan a unir. En el Infierno ocurrirá también que los sufrimientos del alma y del cuerpo serán eternos y tremendos como tampoco podemos ni vislumbrar. En el Purgatorio, creación magnífica y prueba sublime de la misericordia divina, los sufrimientos serán como los del Infierno, bien que, como se ha dicho, por tiempo limitado.

Todos debemos pues hacer lo imposible para que por nuestra fe y nuestras obras, ambas, estando acordes con la voluntad de Dios, consigamos el Cielo y evitemos el Infierno.

Pero si tenemos la desgracia, o la suerte, de ir a parar al Purgatorio, entonces qué pasa. Pues muy sencillo, que nuestros sufrimientos y nuestro tiempo en él pueden ser mitigados de manera eficacísima. ¿De qué forma? Habiendo mantenido durante nuestra vida una firmísima devoción a la Virgen María y por las oraciones y sacrificios ofrecidos por nosotros por nuestros familiares, amigos y conocidos.

Por todo lo anterior, animamos a nuestros lectores de manera tajante, les urgimos de forma especial, a que profesen una inmensa devoción por nuestra Santísima Madre y a que no se cansen nunca, nunca, de rezar por los difuntos familiares, amigos, conocidos, aquellos que por cualquier circunstancia nos sean especialmente gratos y por nuestros enemigos fallecidos. Es además todo lo anterior una obra de caridad grandísima que obtiene para quien la practica gracias especiales.

Repetimos, no sólo el día de difuntos, no, por favor, todos los días del año ofrezcamos oraciones por los difuntos para acortar sus sufrimientos y estancia en el Purgatorio; dos de las formas más eficaces de ayudarles es el rezo del Santo Rosario y encargar Misas por ellos.

¿Y si no están en el Purgatorio? ¿Y si están en el Cielo y ya no las necesitan o en el Infierno y ya de nada les sirven? Pues como no lo sabemos, pero Dios sí, en uno u otro caso nuestras oraciones, Rosarios y/o Misas, la Divina Providencia las aplicará a aquellos que, aún no tocándonos nada a nosotros, estén en el Purgatorio, con lo cual nada de lo que hagamos se desperdiciará.

Por favor, no dejen de orar todos los días del año y encargar Misas siempre que puedan por las almas del Purgatorio.


5 respuestas a «Recen por los difuntos, por lo que más quieran»

  1. Desgraciadamene, muchos españoles han perdido la costumbre de rezar, a la que no es ajena el pasotismo de muchos curas, y la incompetencia de una buena parte de los profesores de religión en los colegios e institutos.
    De cualquier forma, sigo pensando que la mejor escuela de FE es la FAMILIA, y que la familia que reza unida, permanece unida.
    En estos tiempos de zozobras sin fin, crisis económica, miedo al futuro, etc., LOS CATÓLICOS TENEMOS UN ARMA MUY PODEROSA, Y ES LA FE Y LA ORACIÓN.
    La Fe nos da la Esperanza.
    MI RECUERDO A TODOS MIS SERES QUERIDOS, ESPECIALMENTE A MIS PADRES, E HIJO JUANJO, A QUIEN DIOS LLAMO A SU LADO CUANDO SOLO TENÍA 24 AÑOS DE EDAD.
    Y muy especialmente, a los más de 50.000 ancianos prácticamente asesinados en las residencias de mayores, auténticos centros de concentración y exterminio, privándoles de la mínima ayuda médica precisa y necesaria, con la cual muchos d ellos se hubieran podido salvar…

    1. Reitero mi comentario del año anterior, y elevo a 150.000 el número de ancianos víctimas del gonocidio socialcomuista bolivariano que rige la España actual…
      Y este año, que por razones de enfermedad, no puedo acudir al cementerio de mi localidad natal, Laguarres, en la provincia de Huesca, elevo mis oraciones por mi hijo, padres, abuelos, y demás familiares que han pasado a disfrutar del Reino de los Cielos, haciendo caso a la petición de mi madre: «Prefiero una oración a unas flores».
      Descansen en paz, ellos que tanto lucharon por todos nosotros.

      1. Tiene Ud. toda la razón, D. Ramiro
        Con el agravante de que a todos ellos se les privó de auxilio espiritual en el lecho de muerte
        Aunque es lo cierto que hoy en día muy pocos lo piden, o sus familiares no lo permiten, para que el agonizante no sufra ante la vista de un sacerdote, que les recuerda…la muerte, que está llamando a la puerta. Prefieren enviarlo como un perro Ali la eternidad, con perdón

  2. «¡Mirad! Os revelo un misterio: No moriremos todos, mas todos seremos transformados.

    En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados.»

    ( I Corintios, 15 : 51 ~ 52 )

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