Recuperemos el valioso y gran grito de ¡Viva Cristo Rey!
¡Viva Cristo Rey! fue grito ardoroso y habitual en España durante buena parte del siglo XX. Fue un grito no sólo que popularizaron los requetés, que también, sino que se popularizó entre los católicos de entonces, no sólo entre sacerdotes y religiosos, sino también entre los seglares. ¡Viva Cristo Rey! fue el paradigma de la expresión de nuestra Santa Fe. Fue oración, breve, pero total. Fue un aullido de esperanza, al tiempo que ruego esperanzado. ¡Viva Cristo Rey! fue la forma más breve, si cabe, de decirle todo a Dios, de rogarle por todo y por todos, de darle gracias, de pedirle perdón, de adorarle y de reivindicarle.
¡Viva Cristo Rey! fueron las tres últimas palabras que pronunciaron mártires y combatientes. Fueron el último aliento de tantos cuya vida se escapaba en el fragor del combate, en el hospital de campaña, en la celda de la prisión o de la checa. ¡Viva Cristo Rey! fue anhelo, acción de gracias, incluso bravata arrojada con valor a la cara de lo sin Dios. Casi, un insulto, piadoso, contra los blasfemos. ¡Viva Cristo Rey! fue también seña de identidad, contraseña para reconocerse en la clandestinidad, amable saludo, prueba de confianza, y despedida.
¡Viva Cristo Rey! dejó de usarse cuando todo cambió, cuando el dinero fluyó, cuando el mundo se creció y comenzó a anegarlo todo con su ruido ensordecedor. ¡Viva Cristo Rey! terminó por quedar como algo residual, hasta el punto de que se tuvo vergüenza de emplearlo.
Pues bien, hay que recuperar ese grito, ese ¡Viva Cristo Rey! Hay que volver a usarlo de forma habitual al saludarse, al despedirse, al rezar en público, en la alegría y casi más aún en la pena, pues apuntala la primera y alivia la segunda. Al orar en lo secreto, al mirar una imagen. Más, si cabe aún, en la calle ante los que como antaño caminan sin Dios. Incluso con audacia, más aún ante la blasfemia y la profanación.
¡Viva Cristo Rey! debe ser nuestra seña de identidad otra vez, la expresión de nuestro valor y coraje. ¡Viva Cristo Rey! tiene que convertirse de inmediato en nuestro mejor y único eslogan, la idea fuerza que nos defina y que nos califique y, mejor también, que nos identifique ante los demás, propios y extraños, afines y contrarios.
Recuperemos el valioso y gran grito de ¡Viva Cristo Rey! Tres palabras que lo dicen todo.

¡Viva CRISTO Rey!
Viva Cristo Rey!!
Viva, Cristo Rey. Pero tmb ¡¡Arriba España!! ¿Eh?
Viva Dios que nunca muere y si muere resucita. ¡Viva Cristo Rey!
¡Viva Cristo Rey!