Reflexiones históricas y políticas
La Unión Soviética estaba formada por repúblicas, al igual que Yugoslavia estaba también compuesta por repúblicas. Cada república soviética contenía minorías étnicas, lo mismo que cada república yugoslava. Se dice que los rusos, en gran número, dominaron cultural, económica y políticamente la Unión Soviética; se afirma igualmente que los serbios tenían una ventaja cultural, económica y política sobre Yugoeslavia. Las dos repúblicas soviéticas más grandes, Rusia y Ucrania, parecen ser especialmente hostiles entre sí; lo mismo ocurre con las dos mayores repúblicas yugoslavas, la de Serbia y la de Croacia. Los rusos y los ucranianos comparten la misma fe cristiana ortodoxa, mientras que los croatas son católicos y los serbios son ortodoxos. Aún así, hay cierta similitud incluso aquí: aunque los ucranianos son cristianos ortodoxos, se presentan a sí mismos como occidentales en comparación con los rusos. En ambos casos, tanto el de Rusia y Ucrania como el de Serbia y Croacia, podemos ver poblaciones étnicamente mixtas e incluso matrimonios étnicamente mixtos.
La disolución de la Unión Soviética y de Yugoslavia fue más o menos pacífica. Los verdaderos problemas comenzaron al día siguiente. En cualquier caso, las potencias occidentales hicieron todo lo posible para aprovechar los respectivos conflictos a fin de provocar un mayor debilitamiento de Rusia y de Serbia, respectivamente. Los chechenos en Rusia y los albaneses en Serbia son ejemplos paralelos. Mientras que Rusia finalmente logró reprimir la revuelta chechena, Serbia no lo pudo hacer por la intensa y directa injerencia occidental sobre ella. En ambos casos, aún hoy los medios occidentales continúan apuntando a Rusia y Serbia como los únicos culpables de ambos conflictos, por cierto aún vigentes. Los líderes rusos y serbios son insultados, siendo el apelativo de «dictadores» el más «educado» de los que se les profieren. Se habla invariablemente de ucranianos y croatas, pero especialmente de chechenos y albaneses (kosovares), como víctimas inocentes de las atroces y espantosas persecuciones que sufren a manos de, respectivamente, rusos y serbios. En cualquier caso, estas terribles atrocidades obligan a Occidente a intervenir militarmente para evitar una catástrofe humanitaria porque si no lo hicieran… nos esperaría otro Auschwitz y todo lo demás, según se viene sosteniendo insistentemente. Las espantosas atrocidades presuntamente perpetradas por rusos o serbios (y nunca por chechenos, ucranianos, croatas o albaneses/kosovares) convierten a los pacifistas occidentales en belicosos halcones.
Las sanciones impuestas una vez a Serbia y desde hace algún tiempo a Rusia son tan numerosas y múltiples, tan repetitivas, que se pierde la cuenta de ellas, y realmente ya no impresionan a nadie (sin mencionar que a pesar de todo ese ruido de sables sobre Occidente, el gas ruso todavía se bombea a Europa Occidental, ciertamente no de forma gratuita). Estas declaraciones de sanciones son algo así como el grito del lobo una y otra vez en aquella conocida fábula de Esopo.
Fue una guerra fratricida entre serbios y croatas; es una guerra fratricida entre rusos y ucranianos. Los serbios y los croatas hablan el mismo idioma, aunque usan escrituras diferentes (cirílico y latín); los rusos y la mayoría de los ucranianos hablan el mismo idioma, mientras que los ucranianos que hablan ucraniano usan la misma escritura cirílica que los rusos (con sólo tres o algún otro más caracteres diferentes). Los croatas y los serbios, así como los ucranianos y los rusos, comparten gran parte de sus respectivas historias. Las hostilidades entre ellos pueden compararse con las hostilidades que podrían estallar entre Alemania y Austria o Estados Unidos y Canadá. Considere especialmente el último ejemplo. Los estadounidenses y los canadienses provienen de las mismas islas británicas y hablan el mismo idioma. Quebec, con su población francófona, es como estos varios millones de ucranianos que hablan ucraniano. Ahora imagine que Estados Unidos y Canadá se hicieran la guerra porque los líderes de Rusia o China los enfrentan entre sí y, viendo a cada uno agarrando por la garganta al otro, se frotaran las manos alegremente, mientras los dos países se causan estragos en sus economías y pierden su posición política internacional.

En 1803 Francia vendió Luisiana a los Estados Unidos y en 1867 Rusia vendió Alaska a los Estados Unidos. París y Petersburgo se habían dado cuenta de que no podían conservar esas posesiones por mucho tiempo. ¿No podría Kiev haber “vendido” la región de Donbass a Rusia para evitar lo que está pasando ahora? Por vender no necesariamente nos referimos al sentido literal de la palabra. Kiev podría haber otorgado algún tipo de estatus autónomo a la región y el caso se habría cerrado hace mucho tiempo. Si Bosnia y Herzegovina podía dividirse en una parte serbia (República Srpska) y otra bosnia, ¿por qué no Ucrania? Tenemos serbios en Serbia (propiamente dicho) y serbios en la República Srpska como parte de Bosnia y Herzegovina. ¿No podríamos tener rusos en Rusia (propiamente dicho) y rusos en la República de Donbass como parte de Ucrania? Si Occidente planteó esa solución para los territorios de la antigua Yugoslavia, ¿por qué no planteó algo similar en el caso del Donbass? ¿Podemos considerar que fue por mala voluntad?
Y un pensamiento más. Si la opción prooccidental (asociación con la UE, etc.) fuera tan buena para Ucrania, ¿por qué entonces durante treinta años desde su independencia el país ha sido el enfermo de Europa, mientras que Rusia ha emergido en los últimos veinte años bajo la «dictadura» de Vladimir Putin de la debacle de Yeltsin (¡quien fue la opción prooccidental de Rusia!) como un estado estable, un estado que ha resultado ser lo suficientemente poderoso como para poner palos en las ruedas de Estados Unidos frustrando, por ejemplo, su intervención en Siria?
Más aún. ¿Dónde está la diferencia?
Kosovo era parte de Serbia. Estaba (y sigue estando) habitado predominantemente por albaneses. (Con frecuencia se les llama kosovares por razones políticas). Las Naciones Unidas establecieron una vez el principio de que a las naciones se les debe permitir determinar su propio destino, es decir, si quieren tener un estado independiente o unirse a un estado de su propia elección. Este principio fue el referente de la acción de los albanokosovares que se rebelaron contra Serbia; Estados Unidos utilizó entonces el mismo principio como pretexto para bombardear Serbia durante 78 días porque los serbios, supuestamente, habían estado discriminando a los albaneses y merecían que se les diera una lección. Después de que Serbia finalmente tuvo que ceder a las demandas estadounidenses (y albanesas), a su debido tiempo Kosovo fue reconocido como un estado independiente por una gran cantidad de países, especialmente aquellos bajo dominio/influencia estadounidense.
El Donbass (las repúblicas de Lugansk y Donetsk) son parte de Ucrania. Estaba (y sigue estando) habitada predominantemente por rusos. (Con frecuencia se les llama rebeldes por razones políticas). Desde que Kiev comenzó a perseguir todo lo que olía a cultura rusa, incluido el idioma ruso, ambas regiones, las más orientales de Ucrania, Luhansk y Donetsk, formalizaron su secesión y se declararon repúblicas independientes de acuerdo con el mencionado principio de las Naciones Unidas. Hace unos días los rusos reconocieron la independencia de las mencionadas repúblicas y comenzaron a atacar Ucrania en defensa de los habitantes del Donbass que habían estado sufriendo la persecución de los ucranianos durante ocho largos años.
Se dice que el ataque de los Estados Unidos a Serbia y el reconocimiento de la independencia de Kosovo fue justificado y bueno, mientras que el ataque de Rusia a Ucrania y el reconocimiento de la independencia de las Repúblicas de Lugansk y Donetsk es injustificado y malo. ¿Por qué?

Excelente artículo con el que nadie – que piense como nosotros- puede estar en desacuerdo.
Estados Unidos y su Masonería Illuminati domina al mundo e impone sus intereses económicos y su maldad moral e intelectual para destruir la Iglesia.
Íñigo Caballero
Donostiarra y carlista desde que nací