Reseña: «Sobre los acantilados de mármol» Ernst Jünger
Reseñar «Sobre los acantilados de mármol» es reseñar una de las obras icónicas del siglo XX, y una de las grandes obras anticipatorias de la actual degeneración moral de occidente.
Aunque algunos se empeñen en ver únicamente la obra de Ernst Jünger como una velada acusación de los totalitarismo del siglo XX, sin embargo «Sobre los acantilados de mármol» supone mucho más que eso, pues lo que el autor alemán nos transmite en su lírica y vibrante obra es una soberbia descripción del paso de la civilización a la barbarie, y de cómo la modernidad ha sido capaz de destruir al pueblo para crear una masa incapaz de distinguir entre el bien, y el mal, entre lo bello y lo horrendo, entre lo celestial y lo terreno.
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Jünger define a la perfección los efectos de la revolución cuando su alter ego literario llega a afirmar que «los mismos espíritus que se habían creído lo suficientemente fuertes para romper los lazos de la antigua religión de sus antepasados, estaban esclavizados por la magia de los ídolos bárbaros». Efectivamente, no estamos ante una crítica a los totalitarismos del siglo XX, sino que estamos ante una feroz crítica de los totalitarismos desatados tras la Revolución Francesa, de todos y cada uno de ellos, liberalismo, comunismo, nazismo …, pues todos ellos tienen en común ser hijos de la revolución.
«Sobre los acantilados de mármol» narra la destrucción de la Marina (=occidente) , un antiguo y civilizado país situado junto a las aguas, cuyos habitantes se dedican al cultivo del trigo y de la vid, y que sucumbe ante la amenaza que provenía de los bosques y del señor que allí reinaba, el Gran Guardabosque (=revolución). Fue publicado en Alemania a finales de 1939, y por ello algunos han querido ver únicamente una crítica a la situación política de Alemania, sin embargo una lectura reposada permite comprobar como Jünger discrepaba igualmente de los planteamientos liberales, capitalistas, y comunistas que se oponían al nazismo.
El autor alemán, en su obra más leída y reeditada, nos describe el fin de una civilización, la civilización occidental cristiana, que sucumbe al mundo bárbaro de aquellos que sólo son capaces de ver la materia (capitalismo, y comunismo) y permanecen ciegos a la fuerza del espíritu, así, en un inspirado pasaje el autor llega a afirmar que «un signo de las grande épocas es que en ellas se hace visible el poder del espíritu, cuya acción se extiende por todas partes», y por ende, un signo de las épocas declinantes es que el materialismo se apodera del pueblo y lo convierte en masa.
Para un cabal entendimiento de la obra resulta suficiente con leer los primeros párrafos del capítulo XI en los que se nos describen los signos a través de los cuales se manifiesta la decadencia desatada por la modernidad, y se describe con maestría el proceso revolucionario semejante «a la erupción que aparece, desaparece y vuelve a venir. Y también había días serenos, durante los cuales todo era semejante al pasado». «Precisamente en ello se advertía un rasgo magistral del Gran Guardabosques, que administraba el pavor a pequeñas dosis, aumentadas poco a poco, cuyo objetivo era ir paralizando la fuerza de la resistencia. El papel que el Gran Guardabosque desempeñaba en esos disturbios preparados al abrigo de sus bosques era el de un poder ordenador, pues mientras sus agentes inferiores, introducidos en las ligas de pastores, multiplicaban el elemento anárquico, los iniciados se hacían con los altos cargos y las magistraturas e incluso se introducían en los conventos, y por todas partes aparecían como espíritus enérgicos llamados a poner orden entre el populacho».
¿Nos suena todo esto? ¿nos recuerda como el estado del bienestar, como el terrorismo, o las diferentes pandemias, han sido utilizadas para nuestra propia renuncia a la libertad? ¿no se escucha en las palabras de Jünger la denuncia de la infiltración en los gobiernos, y en la propia Iglesia, de los mensajeros de un poder superior que tiene como única misión esclavizar al hombre? ¿no nos recuerda la vieja idea de la expulsión del paraíso a manos de la ladina serpiente que es capaz de engañar a nuestros primeros padres?
Para Jünger lo importante no es describir un momento concreto en la historia del hombre, sino un proceso, y una consecuencia: la rápida descomposición de la civilización humana sometida a las fuerzas del nihilismo liberal y comunista. Leer a Jünger es leer en estado puro la doctrina cristiana, y presenciar la eterna lucha del alma humana entre el bien y el mal, entre la civilización y la barbarie; precisamente por ello la obra hoy reseñada no deja indiferente a nadie, convirtiéndose en una a obra de obligada lectura, y relectura.
Pero Jünger no solo se limita a describir, sino que nos advierte de los actuales errores de aquella mayoría despreocupada que de tanto pensar en si misma, se olvida de su propia interés, así el autor en un pasaje inolvidable se pregunta «¿qué hacer, sin embargo, cuando son los propios débiles los que ignoran la ley y son ellos mismos lo que en su ceguera descorren con sus manos los cerrojos que han sido puestos para protegerlos? El tiempo estaba maduro para los hombres terribles», y efectivamente, esos tiempos de los hombres terribles han llegado, con el ataque inmisericorde a Dios, y a su creación más amada: el hombre. El materialismo capitalista, el feminismo deshumanizado, la ideología de género destructora, las falsas libertades de bragueta, son los cerrojos que el pueblo inadvertido ha descorrido dejando su hogar desatendido.
No deja de ser premonitorio que el combate final entre los habitantes de la Marina y los sayones del Gran Guardabosques, no esté protagonizado por caballeros imbuidos de fe, sino que está protagonizado por el combate entre los dogos de ambos bandos, es decir, por perros de presa que arrasan con todo lo que encuentran en su camino.
Leer a Jünger, es leer un despiadado ataque al igualitarismo, y una bella defensa de la aristocracia del alma como única vía de esperanza
Datos del libro:
- Título: Sobre los acantilados de mármol
- Autor: Ernst Jünger
- Editorial : Tusquets Editores S.A
- Tapa blanda : 224 páginas
- ISBN-13 : 978-8483830819
- PVP: 16,00 €
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Para Tradicionviva

Daniel
9.24
Atiende a mis palabras y entiende la visión: Se han fijado 70 «semanas de años» para tu pueblo y para tu santa ciudad, al fin de las cuales se acabará la prevaricación, y tendrá fin el pecado, y la iniquidad quedará borrada, y vendrá la justicia perdurable, y se cumplirá la visión y la profecía, y será ungido el Santo de los santos. Sábete pues: Desde que saldrá la orden o edicto para que sea reedificada Jerusalén hasta el Cristo príncipe, pasarán 7 semanas, y 62 semanas; y será nuevamente edificada la plaza o ciudad, y los muros en tiempo de angustia. Y después de las 62 semanas SE QUITARA LA VIDA AL CRISTO; y no será más suyo el pueblo, el cual lo negará. Y un pueblo con un caudillo vendrá, y destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será la devastación; y acabada la guerra quedará establecida allí la desolación. Y el Cristo afirmará su nueva alianza en una semana, con muchos fieles convertidos; y a la mitad de esta semana cesarán las hostias y los sacrificios; y estará en el templo la abominación de la desolación; y durará la desolación hasta la consumación y el fin del mundo.
10.15
He venido a ti para explicarte las cosas que han de acontecer a tu pueblo en los últimos días, porque esta visión se dirige a tiempos remotos
(…) vendrá un tiempo tal cual nunca se ha visto desde que comenzaron a existir las naciones hasta aquel día. Y en aquel tiempo tu pueblo será salvado; o lo será todo aquel que se hallare escrito en el libro. Y la muchedumbre de aquellos que duermen o descansan en el polvo de la tierra, despertará: unos para la vida eterna y otros para la ignominia, la cual tendrá siempre delante de sí (…) En un tiempo/periodo y en dos tiempos/periodos, y en la mitad de un tiempo/periodo. Y cuando se habrá cumplido la dispersión de la muchedumbre del pueblo santo, entonces tendrán efecto todas estas cosas (…) Y desde el tiempo en que será quitado el sacrificio perpetuo y será entronizada la abominación de la desolación pasarán 1290 días. Bienaventurado el que espere y llegue a 1335 días. Más tu, Daniel, anda hasta el término señalado; y después reposarás, y te levantarás y gozarás de tu suerte al fin de los días.
El Cristo
Cuando viereis puesta en lugar santo la abominación de la desolación, la anunciada por el profeta Daniel, quien lee que entienda. Entonces los que están en Judea huyan a los montes, y el que está en la terraza, que no baje a coger lo de su casa, y el que está en el campo, que no vuelva a atrás a coger su manto. ¡Ay de las que estén encinta y criando aquellos días! Orad para que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado. Habrá entonces una tribulación grande, como no la ha habido desde el principio del mundo, ni la habrá. Y si aquellos días no se abreviasen, nadie se salvaría; pero por los elegidos se abreviarán.
Si entonces alguien os dice: Mira aquí o allí el Mesías… no creáis. Porque surgirán falsos profetas y presentarán grandes prodigios y maravillas hasta el punto de engañar, si fuera posible, aun a los elegidos. Mirad que os lo he predicho. De modo que si os dicen: Está en el desierto, no salgáis. Está en casa, no creáis. La venida del Hijo del hombre será como el relámpago, que sale por oriente y se va viendo hasta occidente. Dondequiera que esté el cadáver, allí se reunirán los buitres.
En seguida, después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su luz, las estrellas caerán del cielo y los poderes de los cielos se conmoverán. Aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hombre y se lamentarán todas las tribus de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Y enviará a sus ángeles con voz grande de trompeta, y reunirán a sus escogidos de los cuatro vientos, de uno a otro extremo del cielo.