Salvar Europa… o el caos

¿La actual Europa es de verdad Europa? ¿La Unión Europea representa realmente a Europa? ¿Va hacia algún lugar esta Europa? ¿Estamos ante la próxima caída de Europa como cayó cuando fue imperio romano?

No es por casualidad que la evolución de las últimas décadas, actual estructura y objetivos de la Unión Europea sean cada día más cuestionados. Cada vez son más los que se suman a los que desde hace años realizan una crítica profunda de esta Europa, de esta Unión Europea. Los que lo hacen no están en contra de Europa, sino en contra de esta Europa al considerar que no es la verdadera. Frente a ellos, claro, están los que no se apean del burro y se empecinan en sostener una Europa, una Unión Europea, que no sólo hace aguas, sino que cada día da más síntomas de ir hacia su propia perdición. Aquellos son los «políticamente incorrectos»; éstos son los autodenominados «progresistas», adalides de lo «políticamente correcto».

De los «progresistas», como ya sabemos hasta la saciedad lo que pretenden, pues no en balde son los que hoy controlan la UE, nada vamos a decir, porque ellos ya lo dicen todo continuamente pues también controlan la práctica totalidad de los medios de comunicación, de ahí una de sus principales bazas y… formas de imposición.

Por eso, toca dar voz cada vez que se pueda a los que consideran que la actual UE, la actual Europa, debe cambiar profundamente, recuperando su verdadero ser, lo que sólo es posible volviendo a sus únicas y verdaderas raíces. Entre ellos están los reunidos en torno al Centro para la Renovación Europea, fundado en Holanda en 2006, promotores en 2017 de la denominada Declaración de París subtitulada «Una Europa en la que podemos creer», sobre la cual uno de sus impulsores ha dicho «No fue fácil, pues incluso entre los firmantes hay matices importantes.., pero consiguieron elaborar una declaración que supone un aldabonazo… una reflexión, …, sobre la encrucijada en que nos encontramos y los caminos que debemos emprender para recuperar una Europa que cada vez más resulta más ajena a un número creciente de europeos.» (Jorge Soley)

Y es que está claro que en ningún colectivo humano se puede lograr nunca la coincidencia al cien por cien en todas las valoraciones y propuestas; como decía no hace mucho una destacada miembro de un partido político «Ni yo misma estoy de acuerdo con la totalidad del programa de mi partido», lo que no implica que no se pueda caminar juntos, que no es lo mismo que revueltos como muchos quieren hacernos creer.

¿Pero qué piensan, en qué creen, qué consideran y a qué nos animan los que no se tragan esta Europa?

«Se trata, básicamente, de realizar un análisis crítico del consenso socialdemócrata en que los países europeos se hallan sumidos y de buscar vías de salida a un estado de cosas… insostenible a largo plazo (…) las posibles soluciones, no pueden ser locales: no estamos sólo ante una crisis nacional, … su alcance se extiende a toda nuestra civilización (…) Se trata de cuestiones como emigración; el carácter del Islam; las tensiones entre el proyecto europeo y los Estado-nación; la emergencia de unos organismos europeos no sometidos a control alguno pero con competencias crecientes y a menudo invasivas; el agotamiento del progresismo; o las crecientes restricciones a las libertades en nombre de las imposiciones, cada vez más estrechas, de lo políticamente correcto.» (Jorge Soley)

«Chantal Delson cuestiona el uso simplón y denigratorio del término «populista» que se ha hecho tan común entre quienes defienden a toda costa una visión inmovilista del actual status quo europeo; (…) Roger Scruton defiende el brexit como rechazo a una superburocracia que impone sus dictados a una ciudadanía que ni elige ni controla a sus nuevos señores» (Jorge Soley)

«Hoy (la UE), esta institución opresiva y arrogante, tan poco democrática como quepa imaginar, ahuyenta a los pueblos a los que tanto había hecho soñar hace unos años… Se respondió al brexit con insultos y comentarios vehementes sobre la pobreza de espíritu de la mitad de la población británica… (amamos a Europa) pero no con un amor administrativo, sino con el corazón y las entrañas, en razón de la cultura y la historia comunes… la institución europea nos describe una «falsa Europa», sin historia, sin raíces, sin realidad… Tiene sus propios fundamentos y constituyen sus orgullo: la idea de la universalidad que proviene de los griegos y los cristianos, la invención del Estado de derecho y de la democracia, la creación de las universidades como espacio de pensamiento crítico, la abolición de la esclavitud y la emancipación de la mujer… las fronteras explican las existencias como las definiciones nos identifican: un río sin márgenes ya no es río y se convierte en pantano. Ninguna comunidad humana quiere ser pantano. Las fronteras describen las pertenencias que necesitamos para vivir… Abrir las puertas a la inmigración (…) pero a condición y de manera que el acogido se adapte a la casa de acogida y no la destruya. El multiculturalismo responde en Occidente a una abdicación, preludio del caos,… (Pedimos) una Europa más espiritual y menos atrapada en el entretenimiento y el consumo…» (Chantal Delson)

«Europa se define por su herencia. Esta herencia incluye la religión cristiana, la jurisdicción secular y la idea de ciudadanía… Defender esa herencia , sin embrago, es hoy en día una invitación a que nos acusen de populismo, nacionalismo, racismo y xenofobia… Según esa idea falsa, Europa es una sociedad «multicultural», sin ninguna lealtad especial a la herencia religiosa o a las identidades nacionales del pueblo europeo. Es una sociedad sin fronteras, en la que la soberanía nacional debe ser erosionada o descartada en favor del gobierno por parte de una élite burocrática. La falsa Europa de la bienvenida al globalismo en toda sus formas. Propone abrir sus fronteras a los inmigrantes sin preocuparse por su cultura, sus valores… Para avanzar en ese estilo de vida,… sus defensores lanzan insultos a los ciudadanos respetuosos de la ley para quienes el matrimonio y la familia, el vecindario, las costumbres y un sentido de pertenencia heredado son los cimientos de su estilo de vida.. Igualmente destructivo ha sido el hábito, …, de dividir las posiciones políticas en «progresista» y «reaccionarios», y de ese modo acoger positivamente cualquier innovación, por destructiva que sea,… somos herederos de una tradición de debate público pero (…) éramos muy conscientes de que esa tradición ya no se respeta por parte de la izquierda… las críticas legítimas contra el Islam y sus adherentes son vilipendiadas como «islamofobia» y «discurso de odio», no se aplica un castigo equivalente a los críticos del cristianismo… una legislación draconiana que impone unos «derechos humanos» inventados en áreas en las que los europeos están muy lejos de estar de acuerdo: aborto, matrimonio homosexual, la adopción y mantenimiento de símbolos y fiestas religiosas… vale la pena conservar nuestra herencia espiritual y cultural, incluida la libertad a rechazarla públicamente, una libertad que la civilización islámica nunca ha concedido a sus seguidores… el resultado no será una sociedad tolerante  y abierta, sino, con toda probabilidad, un estado de fragmentación social y conflicto étnico…» (Roger Scruton)

 


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