San Anselmo de Canterbury
San Anselmo de Canterbury, uno de los mayores doctores de la Iglesia y uno de los más desconocidos.
FICHA DE DOCTOR
– Nombre: SAN ANSELMO (1033-1109)
– Ministerio: Benedictino. Arzobispo de Canterbury.
– Año de proclamación: 1720 [por el Papa Clemente XI]
– Festividad: 21 de abril.
CONTEXTO
Época convulsa, el devenir de Anselmo aparece mediatizado por los hechos de tres importantes hombres políticos, reyes de Inglaterra: Guillermo de Normandía, el Conquistador (1066-1087), Guillermo II, el Rojo (1087-1099) y Enrique I (1099-1135).
En el ínterin y en Roma, pasarán por la Silla de Pedro hasta 14 Papas, uno de los cuales, Benedicto IX, ocupará el solio pontificio hasta en tres ocasiones diferentes (1032-1044; 1045; 1047-1048); descuellan en este período de tiempo dos Papas santos: San León IX (1049-1054) y San Gregorio VII (1073-1085); mención especial merece el primero de ellos, durante cuyo pontificado inició una justificada contienda doctrinal y política con la Iglesia de Oriente, lo que terminaría produciendo el cisma definitivo de la iglesia griega respecto de la Iglesia (latina) de Cristo.
VIDA
La biografía de Anselmo, nacido en Aosta y muerto en Canterbury, se desarrolla entre Italia, Francia e Inglaterra.
Procedente de una familia ilustre, estaba emparentado con la condesa Matilde de Toscana. Su temperamento inquieto, de buscador incansable de Dios en las más inhóspitas cumbres, le llevó a recorrer los senderos alpinos en varias ocasiones. Tras un período de disipación y recaída, la crisis espiritual irrumpirá aparatosa: encontrará refugio en Francia, en cuyas escuelas, y a la sombra de varios buenos maestros -entre los que sobresaldrá uno en particular (el prior Lanfranco de Pavía)-, quedará sellado el sentido de su vocación.
Con 27 años de edad, Anselmo ingresa en la Abadía de Bec-Hellouin, en Normandía, entonces bajo la dirección de Lanfranco. Poco después, al atravesar con sus tropas el Canal de La Mancha, el bastardo Guillermo de Normandía propiciará el cambio de dinastía en Inglaterra, reclamando a Lanfranco la aceptación de la sede episcopal de Canterbury. Aceptará, por lo que Anselmo procederá a sustituirlo al frente de Bec.
Hasta 1093, año del fallecimiento de Lanfranco, vivirá Anselmo en el seno de esta comunidad. La muerte del obispo de Canterbury determinará que la elección del futuro primado de Inglaterra recaiga sobre el mejor discípulo del finado: Anselmo. Pero este cargo será el comienzo de grandes aflicciones, sufriendo las consecuencias de las políticas aplicadas por los nuevos reyes: Guillermo II adoptó contra la Iglesia una actitud dominadora y violenta. Anselmo no transigió a sus pretensiones, por lo que el conflicto no tardó en estallar. Ante el muy real peligro de ser asesinado, Anselmo emprende la huida, encontrando refugio en Italia y, más tarde, en Francia. En esta época escribe su Cur Deus Homo.
La muerte de Guillermo el Rojo propiciará el regreso de Anselmo a Inglaterra. La situación parecía propicia, pero sólo será un espejismo. El sucesor Enrique Beauclerc resultará acaso más astuto que su padre, pero sus intenciones serán las mismas. La gran pregunta se articulaba una vez más, de nuevo: ¿era lícito dejar la Iglesia bajo la pesada férula del hijo de Guillermo II? Anselmo, gran defensor de la libertad de la Iglesia, alzará una vez más su voz contra el tirano: ¡No! Frisaba entonces nuestro hombre la edad de 73 años, y pese a la precariedad de su salud, no lo dudó dos veces: prefirió el camino de un nuevo destierro a transigir a la capitulación. La reacción no fue en vano. La Cristiandad toda reaccionó contra estos atropellos, y desde Roma hasta Francia, la explícita condena de los intenciones de Enrique pusieron fin a las pretensiones de éste. Anselmo pudo al fin regresar a su sede, vencedor al fin, mas sin apenas fuerzas, enfermo y agotado, entregaría el alma al Padre el 21 de abril de 1109.
Daniel-Rops ha descrito el carácter de este santo en estos términos: “Era un alma dulce, un corazón tierno, una conciencia meditativa. Pero nada le hacía retroceder cuando se trataba de las batallas de Dios”; Benedicto XVI, por su parte, afirmó en una de sus catequesis: “Era muy exigente consigo mismo y con los demás en la observancia monástica, pero en lugar de imponer la disciplina se esforzaba por hacer que la siguieran con la persuasión”.
GRAN TEÓLOGO, PERO TODAVÍA MEJOR FILÓSOFO
Pese a su imponente actividad apologética y política, Anselmo perdura a los ojos del moderno como filósofo. Y filósofo fue, sin duda el más prominente del siglo XI.
Su pensamiento participa de la influencia de San Agustín, cuyo tratado sobre la Trinidad afectó profundamente la redacción de su obra maestra, el Monologion. Es en esta obra capital donde Anselmo se muestra mejor filósofo, sin descuidar un ápice la problemática teológica implícita. Por su impulso sistematizador, por su natural tendencia a ordenar la dispersión reinante y afianzar de manera racional su discurso, podemos afirmar que San Anselmo es el verdadero padre de la Escolástica, su legítimo fundador.
El Monologion inicia su formidable andadura con las pruebas demostrativas de la existencia de Dios; para ello, Anselmo parte de tres conceptos derivados de las cosas sensibles:
– Bueno
– Grande
– Ser
Y por lógica consecuencia, articula los conceptos de los grados de perfección que se dan en las cosas, y que nos permiten llegar (en tanto en cuanto derivaciones lógicas de las cuales las cosas sensibles sólo son manifestaciones) a los conceptos de:
– Bien en sí
– Grande en sí
– Ser en sí
Por ende, la identificación de estas varias formas de SER EN SÍ nos conducirá irremediablemente a UN SER ÚNICO, que es Dios, y que en cuanto que es, ES…
– Sumamente bueno
– Sumamente grande
– Sumamente perfecto
Ello nos permite afirmar la eternidad, y la derivación, de SÍ MISMO. Lógica infantil, se dirá, pero implacable.
A continuación, el Santo Doctor da un paso más allá y aborda el estudio de la Trinidad (alcanzando en el capítulo XXIX su mejor expresión). Para ello, parte de un hecho incontestable, que desencadena una secuencia lógica, a saber:
1) que Dios hizo de la nada todas las cosas;
2) pero que éstas no eran nada respecto a Dios; y
3) que Dios, en la eternidad, las decía en su Verbo.
La gran pregunta emanada de este desarrollo es: pero, ¿cómo podemos determinar la esencia de Dios? Del siguiente modo:
– a Dios corresponden todos los atributos de perfección;
– Dios es los atributos mismos (no porque participe cualitativamente de ellos, sino porque realiza absolutamente lo que ellos indican, p. ej.: es BUENO porque es la BONDAD, es JUSTO porque es la JUSTICIA, etc.).
Resumiendo:
1) Dios rechaza el predicado en cuanto tal; y
2) somos nosotros los que no podemos prescindir de los predicados.
Lógica implacable, repetimos, pero que todavía hoy no ha logrado ser desarmada por los enemigos de la Iglesia. El viaje del intelecto a Dios alcanza en San Anselmo su mejor expresión sistemática antes del advenimiento de San Buenaventura.
LA PRUEBA ONTOLÓGICA, O DE LA IMPOSIBILIDAD DE PENSAR QUE DIOS NO EXISTE
Las investigaciones de San Anselmo iniciadas en el Monologion culminarán felizmente su programa en el Proslogion; ambos títulos conforman una suerte de díptico cardinal para el estudio de su filosofía. En el ejercicio de la elevación de la mente a la contemplación de Dios, intervienen muchos factores, pero el que interesa a nuestro autor es el de “la fe que busca al intelecto”.
San Anselmo demuestra la existencia de Dios por medio de su famoso argumento de la prueba ontológica, que expone sobre los siguientes principios:
1) La fe nos da la noción de Dios;
2) La existencia en el pensamiento es existencia real; y
3) No se podría pensar en Dios, si Dios no existiese en realidad.
Ahora comprendemos bien aquella máxima de Léon Bloy de que “ateo es sinónimo de necio”.
OBRAS DESTACADAS DEL SANTO DOCTOR
– Por qué Dios se hizo hombre [Cur Deus Homo]: tratado teológico en dos partes y en forma de diálogo; contiene, en la primera parte, las objeciones difundidas por los infieles contra la doctrina de la Encarnación, así como las respuestas de Anselmo refutando éstas; en la parte segunda, éste demuestra que el hombre, creatura de Dios, no podría alcanzar la felicidad eterna por sí mismo, sino por los méritos de un Hombre-Dios (JesuCristo), sin el cual la salvación es imposible de todo punto para el hombre.
– Monologio [Monologion] (ca. 1070): esta obra (en un prefacio y veintiséis capítulos) es, junto al Proslogio, la obra maestra de Anselmo, y todo un tratado sobre la “esencia de Dios”: un soberbio esfuerzo de la razón por conocer la esencia divina; el autor determina el saber que la razón posee de Dios mediante la teoría platónica de la participación de toda cosa en un arquetipo que la comprende y fundamenta. Los atributos de perfección de Dios tratados por San Anselmo son: la Simplicidad, la Eternidad, la Ubicuidad, la Inmutabilidad, la Sustancialidad y la Trascendencia.
– Proslogio [Proslogion] (1070-1073): este título, el más célebre del autor, constituye junto al anterior un díptico, y desarrolla el famoso argumento ontológico de San Anselmo, que descubrió para demostrar la existencia de Dios y sus atributos.
– De Grammatica: curso de lógica que Anselmo escribió para la escuela de Bec, fundada por Lanfranco, pero perfeccionada por él.
– Epistolario: uno de los más importantes epistolarios del siglo XI, que arroja vivísima luz sobre la vida y la obra del santo.
BIBLIOGRAFÍA
Obras generales
– AAVV: Diccionario literario Bompiani, Ed. Hora, Barcelona, 1992.
– AAVV: Todos los Papas, Ed. Lozzi Roma, Roma, 2014.
– BENEDICTO XVI: Santos Doctores de la Iglesia. Catequesis de Benedicto XVI, Ed. EDICE, Madrid, 2012, pp. 207-214.
Fuentes
– SAN ANSELMO: Obras completas de San Anselmo (2 vols.), Ed. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2008.
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