Sánchez sigue con la idea de la República Federal

La aceptación por Borrell de encabezar la lista del PSOE, a las elecciones europeas, recuerda otra situación similar cuando Aznar, en 1996, ofreció a Jordi Pujol el sacrificio de Alejo Vidal Cuadras a cambio de su apoyo para los presupuestos de ese año. Nunca volvió el PP a obtener un resultado tan bueno en Cataluña. Los partidos mayoritarios, adolecen de los mismos tics autoritarios para que sus líderes conserven el mayor tiempo posible la poltrona, sin tener en consideración las consecuencias a medio plazo que generan sus decisiones.

Esta decisión de Sánchez, más allá del resultado electoral o del interés personal de Borrell, señala cuales son las verdaderas intenciones del actual presidente en funciones. Perseverar en su diálogo – cesión con la plataforma golpista catalana, para reeditar la alianza parlamentaria que permita satisfacer las aspiraciones de autodeterminación.

El espejismo de Sánchez consiste en pensar que su modelo puede armonizarse con la aspiración independentista: Una reforma constitucional que modificara la naturaleza del Estado, monarquía parlamentaria por república federal, es la fórmula milagrosa del “doctor”, pues permitiría satisfacer a los secesionistas. Sin caer en la cuenta, que para estos sería una estación de paso, no el final del trayecto.

Una vez que se admite que la soberanía nacional puede trocearse, se está admitiendo que el Estado está compuesto por varias naciones, cada una con su soberanía. Y si la tienen nada les obliga a permanecer unidas. Es diferente crear una nación por la unión de varias que desean unirse, para tener mayor fortaleza, como sucedió con Estados Unidos, que de una entidad política única como el califato de Córdoba se pase a una disgregación y se creen los reinos de taifas. Mucho más débiles, pero más provechosos para sus dirigentes, por lo menos mientras duran.

Para lo que no está capacitado ningún político es para negociar la soberanía nacional. Las Fuerzas Armadas son la última garantía del ciudadano. Por eso sería uno de los primeros objetivos, suprimir o modificar el artículo 8º de la Constitución, como paso previo a esa hipótesis federalista. El Gobierno no puede constitucionalmente interferir en la misión dogmática de los ejércitos, pues el mandato de la sociedad no está supeditado a la gestión circunstancial y orgánica del Consejo de Ministros.

Es una evidencia que la unidad nacional se haya en peligro. Pulsiones separatistas han encontrado aliados en intereses foráneos de distinta naturaleza y para los cuales es beneficioso la atomización de España, o al menos su debilidad crónica. Es milagroso como hemos podido mantenernos a este nivel, cuando llevamos más de una década sin política exterior.

Nada cabe esperar del líder socialista, una persona que entrega la cabeza de uno de sus ministros a ese independentismo racista, después de no haberle defendido cuando fue escupido en sede parlamentaria. Si eso pasó con Borrell, ¿que podría pasar de ser uno de nosotros? Además, sabemos por la que es su vicepresidenta, Pedro dice unas cosas cuando está investido y otras radicalmente diferentes cuando no lo está. Sin necesidad de que se haya operado ningún cambio de situación, que justifique el cambio de criterio. Así que, después de una experiencia de diez meses de sanchismo, aunque haga alardes en la campaña electoral que volverá donde estaba, si es que se alza con la victoria, al diálogo – cesión con los que propugnan trocear España. En esa hipótesis, habrá que oponerse a él en todos los escenarios. Luchar por la nación es la prioridad, si no existe lo demás es una ilusión.

Artículo publicado en latribunadespana.com


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