Se agota el recurso más valioso
El estado actual de los mercados financieros y la economía global dependen de un único recurso que nadie, incluso economistas de renombre se atreven a nombrar. Sólo en privado, los directores de varios bancos centrales son capaces de sincerarse, coincidiendo en que para ellos ninguna de las teorías y modelos económicos conocidos hasta ahora encajan en la nueva situación que vive el mundo; por el contrario, en sus discursos y conferencias públicas optan por tratar temas como balances y ciclos comerciales.
Todos sabemos que Japón es un indicador económico mundial. Por distintas causas, dicho país ha evitado la migración masiva, de forma que durante la década 2006-2016 su población se redujo en un 0,5%, el consumo de petróleo se redujo en un 22%, las ventas de automóviles en un 7% y el PIB en un 4%. De esa forma, Japón ha sido el primer y único país por ahora en hacer frente a la nueva realidad. De acuerdo con su experiencia, tal vez les valdría a los inversores cambiar su forma de pensar para comprender lo que representa esta nueva realidad.
En el pasado, cada ciclo económico, recesión o recuperación, terminaba con un PIB más alto y una economía más grande que antes. En el futuro veremos todo lo contrario: cada ciclo de negocios concluirá con un PIB más bajo y una economía más pequeña que la anterior. Una población cada vez menor conllevará consecuencias económicas tales como que el consumo de petróleo disminuirá, las ventas de automóviles disminuirán y el PIB nacional será cada vez más bajo. La paradoja de todo esto es que la economía total puede estar disminuyendo y, sin embargo, los ciudadanos en los EE. UU., Europa y Japón estarán mejor que antes.

¿Por qué? Porque un país menos poblado significa menos dependencia del petróleo (extranjero), menor contaminación y emisiones de CO2, menos atascos, más espacio y abundancia de alimentos, etc. Por contra, será el sector financiero el que se verá afectado por la nueva realidad, no las personas. Sin el apoyo de los bancos centrales, la industria financiera occidental no sobrevivirá a una continua despoblación, situación en la que las personas ahorran y gastan cada vez menos dinero. En una economía en auge los inversores ganan; en una estable no se pierde, pero tampoco se gana; por último, en una economía deprimida todos los inversores pierden. Es por eso que los directores de los bancos centrales están considerando la imposición de tasas de interés negativas.
Mientras bajo el lema de la libre circulación de trabajadores, Alemania, el Reino Unido y los Países Bajos recibieron una gran cantidad de inmigrantes de Europa Central, esta parte del continente se ha visto privada de buena parte de su juventud, o sea, de su mejor potencial productivo, el humano. Por ejemplo, la generación polaca entre los 15 y 20 años de edad es hoy un 30% más pequeña. Ahora parece que le toca a Ucrania entregar su juventud a Europa occidental. Después de la revuelta de 2014 en Kiev, la Unión Europea se apresuró a otorgar a los «patriotas» ucranianos el derecho de viajar sin visado, fomentando que abandonaran su país de origen.
La demografía es bastante precisa, y los que están en el poder ya vieron con anticipación el «desastre» venidero. Peter Sutherland, ex-directivo de Goldman Sachs, se convirtió ya en 2008 en defensor de la migración masiva manifestando: «Los países ricos no deberían tratar de restringir la migración de los países pobres, incluso durante la desaceleración económica». Lamentablemente, con la migración no se trata de ayudar a los pobres, son demasiados, con la migración se trata de repoblar Europa.
Todas las teorías, todos los modelos que conocemos sobre la economía, las finanzas y los mercados, se desarrollaron cuando crecieron las poblaciones de los respectivos países europeos. La economía global depende del mundo industrializado. Sin Europa, los jeques de Dubai volverían a la vida en tiendas de campaña, la población de África sería de unos 90 millones en lugar de 1.200, y los Estados Unidos serían un país escasamente poblado por unas pocas tribus indias.
Prestigiosas firmas de consultoría «venden» ya a sus clientes corporativos la idea de que todas las sociedades son, en esencia, iguales, y que hasta la más retrasada puede estar en camino de convertirse en economías occidentales. Los africanos solo necesitan cambiar la ley, y serán tan productivos, diligentes y eficientes como las personas en Europa. Esos expertos creen que si las ventas de autos se estancan en Europa, China será el próximo mercado; si el mercado chino está inundado, todavía tenemos India, y luego, probablemente alrededor de 2040, los africanos serán los nuevos clientes.
Creemos que la economía mundial se concentra en el este de Asia y en el oeste, y que todas las demás economías no son sino satélites, algo que no va a cambiar, al menos en un futuro previsible. Si Occidente y el este de Asia colapsan, el resto del mundo seguirá su ejemplo. Si el oeste y el este de Asia dejan de interesarse por los recursos africanos, el continente negro se derrumbará. Recordamos al lector que todos los países africanos dependen de las importaciones de alimentos que financian con las exportaciones de productos básicos. África no puede mantener su población actual y mucho menos duplicarla en 25 años. El 50% de la juventud africana tiene menos de 25 años. Las asesorías de Ernst and Young llaman a estos jóvenes «dividendo demográfico», un tesoro a cosechar por las empresas globales. Si no pueden sacar provecho de ellos en África, tienen que llevarlos a Europa, como vemos ahora. El actual proceso de migración, que quieren denominar «crisis migratoria» no lo es, sino que responde a un preciso diseño promovido por uno o varios lobbys internacionales; cuáles son exactamente es otra cosa.
