¿Será así «el día después» del coronavirus?
No lo podemos asegurar, porque no tenemos la bola de cristal ni somos profetas, pero aventuramos algunas ideas para que vayan dándole vueltas a la cabeza. El nivel de certeza lo dirá… el tiempo, juez implacable.
La situación que va a dejar la epidemia vírica se va a parecer bastante a la de cualquier posguerra especialmente en lo que a efectos económico-financieros se refiere; no se olvide que ha sido una «guerra» mundial, es decir, que no hay prácticamente ni una sola nación que no vaya a quedar tocada.
- España presenta, por sus escaseces, su fatal gestión de sus recursos y fondos durante las últimas décadas de locura, así como por ser país de servicios y turismo, una de las peores posiciones de cara a esa posguerra. Sin recursos ni liquidez para asumir los compromisos que tenemos en el ámbito público y de gestión. El contexto económico es desolador. Y que conste que ya lo venía siendo, aunque como siempre se ocultaba.
- Existe, incluso, la posibilidad de que, como ocurrió con Grecia, en unos meses la UE intente intervenir nuestra nación. De momento nos dará algunos fondos sin condiciones, pero será pan para hoy e intervención para mañana.
- Tras esos meses de «cebo», la cifra que se precisará de rescate, en torno a los 140.000 millones, llevará añadida duras condiciones equiparables a la intervención total; otra cosa es que se decidan a llevar tal hecho hasta sus últimas consecuencias o sólo en parte; y abiertamente o sotto boche.
- No en balde vienen siendo constantes los avisos de Bruselas a España desde hace mucho en el sentido de que su gasto público es insostenible. A ello concurre también la constante negativa del actual Gobierno, como el anterior, que era el mismo sólo que en funciones, para alinearse con las exigencias de Europa; España es el único país de la UE que no ha modificado su Presupuesto.
De producirse el rescate, o sea, la intervención total o parcial, las tensiones en el seno de la coalición PSOE-Podemos, más los díscolos secesionistas varios, arreciarán, pudiendo incluso provocar su caída y, por ello, nuevas elecciones (La oposición pepera como siempre sólo a la espera del desgaste para entrar). De producirse tal hecho ¿para cuándo?… para primavera del 2021.
- Por todo ello, el Gobierno lo que está procurando es ganar tiempo desesperadamente, incluso alargando la «desescalada» todo lo posible; «desescalada» que no quería ni por asomo pero a la que ha tenido que ceder por presiones de la UE.
- El sistema público de pensiones está bajo mínimos, con liquidez real para un máximo de 4 a 5 meses y la S.S. al borde del cataclismo.
- La tasa de paro que se prevé será la mayor de la historia. La quiebra de pequeñas y medianas empresas igual, claro. El teletrabajo en alza y consolidándose.
- No sería de extrañar que algunas CCAA –ese invento estúpido y desastroso ya tan evidentemente fracasado pero que ahí sigue– puedan declararse en quiebra.
- La tasa de natalidad seguirá cayendo incluso por debajo de 1 (actualmente ya es de tan sólo 1,27); imagínense lo que eso supondrá para el futuro de nuestra patria en todos los sentidos, incluyendo que se aprovechará para incentivar aún más la inmigración como pretendida solución.
El precio de la vivienda caerá del 15 al 20% porque muchos propietarios van a procurar hacer caja; los ladrillos se digieren muy mal si los comes.
- Nuevos hábitos de consumo. Menos gasto. Menos consumo de productos no estrictamente necesarios. El comercio on line en alza.
- La fatídica «renta mínima» se impondrá y con ella el marxismo totalitario que nos quiere dependientes en todo del Estado, al tiempo que a todos sin iniciativa, amor propio, ganas de competir, o sea, vagos.
- La educación, la enseñanza, por los suelos, tal vez incluso casi una generación perdida; cambio cultural, político, económico, etc., no precisamente en buena dirección.
Y en general confusión, mucha confusión, ríos revueltos… ganancia de pescadores entre los que se encuentran como más avezados los marxistas socialistas podemitas bolivarianos y secesionistas, porque de «los otros» poco hay que esperar pues ni saben pescar ni quieren aprender.
Pero conservemos la esperanza, que es lo que nunca debe perderse, pues siempre puede que todo lo dicho o no se cumpla o, incluso, provoque una reacción patriótica y de sentido común en contra que nos haga ser ejemplo del mundo de nuevo como tantas otras veces, pues no olviden que somos diferentes.

El que causa daño a otro, mediando culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado (art. 1902 Código civil).
Hay una responsabilidad interna, de cómo el Gobierno y otras autoridades (incluidas las deportivas) han gestionado todo esto. Cuando yo veía que aquí, en plena pandemia en China, se le daba asilo al equipo de fútbol de Wuham sin un mínimo de medidas preventivas, o los turistas venían de Italia en plena pandemia en ese pais y llegaban al Aeropuerto Francisco Franco Barajas, y se bajaban del avión y se iba cada uno a su destino y no había nadie ni para confinarles en cuarentena, ni para tomarles la temperatura etc., estaba cantado que en ese plan España iba de cabeza a lo que después ha pasado.
Pero esto es una responsabilidad interna, junto a ella puede haber una responsabilidad externa o internacional. Si el virus se ha creado en China, incluso está patentado a nombre de una persona que sería su titular, y se ha podido escapar sin querer o ser propagado a posta para provocar un efecto, -según haya podido ocurrir-, esto habrá de investigarse y si la República Popular China es responsable de lo ocurrido, o con ella otras fuerzas u otros personajes, (como por ejemplo se habla del Bill Gates), está claro que la comunidad internacional tiene derecho a exigir unas reparaciones.
No puede ser que el condenado luego por prevaricación el ex juez Baltasar Garzón, hoy reclamado por la Fiscalía boliviana, reclamara a Pinochet y sin embargo a Bill Gates o a las personalidades que sean, porque son muy poderosas y tienen mucho dinero no se las pueda tocar. No puede ser que Alemania siga pagando reparaciones de guerra por unos daños que de ocurrir ocurrieron hace 80 años, y sin embargo no se puedan exigir reparaciones a China por los daños que están ocurriendo hace no 80 años sino ahora mismo que se le están ocasionando a los países y a la gente por la negligencia (sin fue sin querer) o por el crimen (si se hizo a posta) de este contagio a escala planetaria. Para esto deberían servir los Organismos internacionales.
Por que en este país se habla mucho del aforo de los autobuses y del metro, y de las distancias que tiene que haber a partir de hora en las mesas de los bares y restaurantes, pero nadie habla de esto de dónde ha salido y quien lo ha originado.
Es verdad que la gestión, -como no podía ser menos tratándose del partido de los 100 años de honradez, que estamos todavía esperando a que algún empiece el año 0 para empezar esta honradez que tanto se hace de rogar desde su fundación-, no ha podido ser peor, pero habrá que ver también esto cómo se ha originado y cómo se ha desencadenado, y habrá que identificar a los culpables. Si son personas físicas habrá que juzgarlas antes de colgarlas, y si es China, como dice el Presidente Donald Trump que tiene pruebas, le deberán ser exigidas reparaciones por los daños, y juzgados los responsables por crímenes contra la Humanidad, o por lo que corresponda en Derecho.