Sobre la unidad de los cristianos
Si hay un tema deseado por el Concilio Vaticano II y vivido por todos los Pontificados posteriores es el de la unidad de los cristianos. El Concilio expresó un anhelo, no lo llevó a cabo, lo manifestó en vistas a un futuro incierto. En este campo nada concretó. Sólo manifestó buenos deseos y esperanzas.
Al hablar de la unidad de los cristianos, tenga en cuenta el lector que de lo que se habla es de la unidad de los hombres entre sí, no de la unidad de Dios y los cristianos, de Dios y los hombres. Esto es de lo que queremos dejar constancia.
Por la experiencia de lo acontecido a lo largo de los años del postconcilio, por tanto, a la luz de la evidencia, se comprueba que de lo que se habla es de una unidad, no centrada en la Verdad de la fe católica, sino en una unidad fundada en una verdad común a todos. Algo así como un acuerdo de mínimos, aceptado por todas las partes, en el que todos estén conformes.
Nos encontramos ante un ecumenismo que no refleja la catolicidad, o mejor aún, la cristiandad, como eco de una época pasada que es necesario reconstruir. El verdadero ecumenismo es la unión en la Verdad de la fe, en el Depósito de la fe, que está en la única Iglesia, la única que puede llevar a cabo la unidad por ser UNA, SANTA, CATÓLICA y APOSTÓLICA. Sólo puede haber verdadera unidad cuando los herejes y cismáticos, que perdieron la unidad, vuelvan al seno de la Iglesia, de la que se separaron, y confiesen la plenitud de la fe. No puede haber otra unidad distinta a esta.
Cualquier otra unidad, será una unidad entre los hombres, fuera de Dios, fuera de la Verdad de la fe. Una unidad formada por la unidad de pequeñas verdades particulares, que se ponen de acuerdo por mero interés personal o de circunstancias.
De la Verdad objetiva de la fe, a la cual nos hemos de adherir, se pasa a la verdad subjetiva de cada uno, de cada secta, de cada grupo, de cada comunidad protestante o de cada iglesia cismática. Es la unidad entre los hombres y sus verdades, y no la Unidad entre Dios y los hombres en la Verdad de Dios, que es la Verdad de la fe católica.
El ecumenismo protestante, es decir, el deseo de unidad entre la infinidad de sectas escindidas unas de otras, lo que pretende es una unidad de compromiso, es decir, una unidad de opiniones personales, de algunas creencias de las sectas; encontrar, dialogando, “algo” común que les permita decir que están unidos, y que el ecumenismo es una realidad.
El diálogo que ha establecido la Iglesia católica, y que pretende llegar al ansiado ecumenismo, tiene muchas semejanzas al ecumenismo protestante. Se insisten en lo que “une”, y no en lo que divide. ¡¡¡Pero lo que divide es la VERDAD!!! Lo que divide es el Depósito de la fe, el cual debe estar presente en el diálogo, si quiere que sea sincero, honesto y fructuoso. No puede ni plantearse siquiera una unión al margen de la fe católica, y, además, debe ser en el seno de la Iglesia católica, que es la única UNA, donde puede tener lugar la verdadera unidad, tan deseada y anhelada. El verdadero ecumenismo es la catolicidad, es la cristiandad reconstruida.
No se pueden eludir las tensiones, las polémicas, la disparidad de criterios, en el verdadero diálogo religioso. La ruptura fue teológica y la unión ha de ser teológica. La ruptura fue a causa de rechazar la Verdad, por diversas causas unos y otros; la unión sólo puede ser aceptando la Verdad rechazada.
En el diálogo por la unidad, no solo de los cristianos, sino también de todos los hombres, que desde su seno, la Iglesia, se invita a través de mensajes de fraternidad universal, hemos de tener muy en cuenta las palabras de nuestro Señor Jesucristo: ¿Pensáis que vine a traer paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino más bien división (Lc. 12, 51). No puede darse una unidad a toda costa, por mero interés humano. Sólo la unidad será una realidad cuando esté fundada en la Verdad de Cristo, en la Verdad de la fe católica. Y si la Verdad crea división hemos de aceptar tal división porque la Verdad así lo exige, porque Jesucristo así nos lo predijo y nos preparó para ello.
Y porque el Señor predijo la división a causa de Él, también nos ha dicho: Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido primero que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo que es suyo; pero no sois del mundo, porque yo os saqué del mundo, por eso el mundo os aborrece (Jn. 15, 18-19). Hay que dialogar con la Verdad de la fe “encima de la mesa”, pero no una verdad común a gusto de todos; no una verdad que no moleste; no una verdad que esté en sintonía con el sentir de todos, que no incomode; no con una verdad acorde a las convicciones de cada persona o grupo o comunidad.
Porque la palabra de Dios es viva y activa. Más afilada que cualquier espada de doble filo, penetra hasta dividir alma y espíritu, articulaciones y médula; juzga los pensamientos (Heb. 4, 12). No se pueden eludir las controversias teológicas, hay que afrontarlas; la Palabra de Dios lo exige. No puede eludirse la Verdad. Es necesario el combate por la fe para perseverar en ella, para manifestarla y transmitirla.
La primacía es la de la fe, la de la fe católica que hemos de defender, y no la de nuestras propias opiniones o convicciones. El diálogo se ha de fundamentar en la prioridad de la Verdad, para llegar a la unión con Dios, y no sólo entre los hombres.
La unión sólo puede ser de los cristianos con Dios en la fe católica, y en el seno de la Iglesia católica.
Ave María Purísima.

El Vaticano tiene la oportunidad de llevar a cabo la gran tarea histórica de conseguir la unificación de todos los cristianos (es decir, de los católicos, de los protestantes y de los ortodoxos) porque de esa forma se conseguiría unir las fuerzas de todas las naciones cristianas de Europa (con Rusia incluida), de América y de Oceanía para hacer frente al enemigo histórico de la Cristiandad, desde el Siglo VII hasta el presente, que es el bloque de 50 países de religión islámica. La principal amenaza para Europa va a venir de Turquía, un país que cometió el genocidio de 3 millones de cristianos (armenios, griegos y sirios) durante los primeros años del Siglo XX mientras la cobarde Europa miraba para otro lado.
Masoncete… que se te ve el plumero… Eso se llama romperte un brazo para no romperte una pierna. Llamar cristiano a un protestante te delata; más o menos sois como Bergoglio y sus mariachis… vaya. Todos sois unos anticristianos y los sabes. Esa religión sincrética de la que hablas es masona, atea, materialista, humanista, antihumana; satánica; lo que está quedando mas que claro con el genocidio actual. No cabe más maldad amigo.
Ya os podéis hacer llamar lo que os de la gana, a muchos no nos engañáis, aunque por desgracia, a muchos más, si.
Es la vieja, decrepita, pero siempre efectiva táctica de las antítesis relativas; para evitar un mal mayor, aceptamos pulpo como animal de compañía. Anda y que te sea leve. Tesis, el islam nos va a barrer; antítesis, nos unimos todos para defendernos; síntesis, te han corrompido y nadie sabe como ha sido.
El ecumenismo, es decir la unión de todos los cristianos, es un proceso que tardará más o menos pero es imparable, aunque Ud. no esté de acuerdo.
Al contrario, estoy de acuerdo «en que sucederá» así; es imparable, lacayo masón, ya que controláis el mundo para vuestros amos (y por vuestra culpa, los nuestros). Es usted de los de la apisonadora; y bien sabe, que ya está pasando desde hace tiempo, y preparándose desde hace varios siglos (destrucción familiar, eugenesia y eutanasia camufladas de mil maneras camino de la pederastia y el sacrificio ritual público). Ustedes mediante la mentira persistente y la fuerza lo están imponiendo. Pero si se refiere a que no estoy de acuerdo con ello, pues, evidentemente, no. Detesto que engañen al prójimo, desviándolo hacia el mal, y que pretendan engañarme a mi; en la religión y en todo lo demás. Que torturen y maten; que causen sufrimientos, tan solo para imponer su predomino, su verdad relativa, que es la de sus amos… ¿o es que se cree que les van a dejar decidir a ustedes los masones? Antes serán sus funcionarios sanguinarios, sus esbirros como ya ha pasado hasta el aburrimiento, o despídase.
Usted no dice nada nuevo; ya lo anunció el Cristo y Daniel. Como esta previsto, los que perseveren se salvarán (siempre se hablo de un pequeño rebaño de elegidos), y sobre vuestras cabezas estará la condenación de tantos; claro que como no creen pues no tienen problema… ¿no?
El ecumenismo o, podrido sincretismo religioso, ya se intentó meter a la trágala «desde tiempos de matusalén», como bien sabrá. Exactamente para lo mismo: para que el jefe de la tribu, controle a todos los brujos y chamanes. Forma de imponer su nuevo gnosticismo, su nueva religión para el Novus Ordo Seclorum mundial (la eficiente granja comunista esclavista modelo chino de sus amos anglo sionistas nazis… la de papa estado para su engañada escoria Disraeli Rothschild resultante, Cogerán una cruz de aquí, media luna de allá, un buda acullá, y todos a adorar a la pachamama, mirando a la Meca mientras se santiguan y dan dos besos a una cucaracha… o similar; y mientras sus amos, dándole a la Cábala mágica para llegar cuanto antes a donde van.
¿No se dan ustedes cuenta de que todo esto es por el odio de una élite pseudo mosaica hacia un Mesías que nunca les convino? ¿No se dan cuenta de que son meras herramientas en sus manos? ¿Creen que tendrán alguna posibilidad contra ellos en su momento…? No me hagan reír.
Pues nada a seguid echando veneno de todo tipo, a ver si termináis pronto; por el cielo, por la boca, en vena, etc etc etc. Por aquí, y por todos lados. Que Nietzsche, Platón y cia se lo agradecerán.