Tomad nota, profanadores sin alma: ¡Dios nunca muere!

Fue necesario el milagro para que España se salvase, y la aparición de la Cruz dio fortaleza al pueblo elegido por Dios para ganar la batalla a los infieles. FRANCISCO FRANCO, Discurso pronunciado con motivo de su viaje a AsturiasGijón, 18 de septiembre de 1939

La vida y la obra del General Franco nos trae a las mientes la vida y la obra de otro colosal estadista católico: Gabriel García Moreno. Tanto el uno como el otro confirman y significan lo que en sus respectivas patrias supuso el aplazamiento temporal de la victoria del Anticristo: García Moreno en el Ecuador decimonónico, Franco en la España del XX, quintaesencian como nadie la defensa de los derechos de Cristo en un mundo tiranizado por esa “mano invisible” (de nombre impronunciable) que mueve los hilos desde la sombra, y lo hace día a día con el criminal propósito de menoscabar la moral de los pueblos, corrompiendo sus principios de justicia social… para así liquidar finalmente las patrias soberanas.

Tras los últimos estertores del Régimen del 78, la profanación de la tumba del General Franco presupone un paso de gigante en la definitiva destrucción de España como Estado de derecho y Patria soberana. Y piensen lo que piensen los “moderados” (dejando a un lado el discurso de los malvados, que copan con sus voces infames casi todos los micrófonos de los medios del Sistema), esta profanación implica en esencia la profanación de la Catolicidad de España, su acta de defunción, el tiro de gracia definitivo a lo espiritual mismo. De llevarse a cabo el propósito prevaricador que las hordas de Belial tanto ansían, esta profanación consuma simbólicamente el plan definitivo de las fuerzas del Mal contra España (no estamos tanto ante un problema político, que también, como ante uno teológico). Por todo ello, su consecución no es anécdota irrelevante como podría pensar algún despistado, sino evento de trascendental importancia en la humillación y subordinación de la Patria (salvada in extremis en 1939) a los intereses de sus enemigos mundialistas, visibles y no visibles: esos intereses, ni que decir tiene, son los del Nuevo Orden Mundial, cuyo mayor enemigo no es otro que España en virtud de su obra providencial, la Hispanidad, de la que Franco fue perfectísimo depositario.

Como García Moreno, quien fuera vilmente asesinado a manos de la francmasonería por su amor a la Cruz, la profanación de la tumba del Caudillo (y con ella, la de la Basílica de Nuestra Señora del Valle) puede leerse como un evento análogo al fusilamiento del Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles. Lecturas iconográfico-teológicas al margen, la exégesis conduce irremisiblemente al elemento vehicular que los aúna: el odio satánico a la Cruz de Cristo Rey; odio que el Terror Rojo de 2019 necesita representar de un modo más “democrático” y, en apariencia garantista, que aquel Terror Rojo del 36. Diferentes actores, mas parejo espíritu de destrucción y sacrilegio.

Pero tomad nota, profanadores sin alma: ¡Dios nunca muere! Podréis vejar el cuerpo de quien fuera el mayor estadista católico de los últimos siglos, pero su idea, la Idea, sigue intacta e inmaculada, impasible al error y la tergiversación histórica:

Nuestra guerra no es una guerra civil, una guerra de partido, una guerra de pronunciamiento, sino una Cruzada de los hombres que creen en Dios, que creen en el alma humana, que creen en el bien, en el ideal, en el sacrificio, que luchan contra los hombres sin fe, sin moral, sin nobleza” (Francisco Franco, declaraciones a Claude publicadas en L’Echo de Paris, 16 de noviembre de 1937).

En suma, el objeto inconfesado, nuclear, de la profanación de la tumba del Generalísimo… no es realmente Franco, sino su Idea, que el brutal materialismo neomarxista debe destruir a través del escarnio de su cuerpo físico en el que la identifica: el objeto último de tal propósito demoníaco, por consiguiente, es la licuefacción de los últimos vestigios de la Tesis Católica en España, hoy al fin una Patria APÓSTATA. Quizá sea el precio a pagar tras 44 años de embrutecimiento de las costumbres y perversión de las almas: ¿los tiempos del Anticristo han llegado al fin? Que Dios tenga misericordia de nosotros.

Este artículo está dedicado al prior del Valle, Fr. Santiago Cantera Montenegro O.S.B., justo entre los justos de España.


6 respuestas a «Tomad nota, profanadores sin alma: ¡Dios nunca muere!»

  1. En todo lo que concierne a Francisco Franco, su vida y su obra, hay que reconocer con profunda tristeza, que España TAMBIÉN ES DIFERENTE; y no para bien, precisamente.
    La profanación de la sepultura del Caudillo, que lleva asociada también la del grandioso templo católico que la acoge, espero y deseo que no quede sin castigo.
    El pasado 12 de octubre, en los momentos previos al desfile militar, tuvo lugar el incidente -de sobra conocido- protagonizado por el paracaidista que descendía portando la enseña nacional. Y pienso que, incluso si ese hombre hubiera sido el mejor del mundo en su oficio, habría ocurrido exactamente igual.
    Yo, por mi fe y por mis experiencias en la vida, no creo en las casualidades. Ese hecho tiene, estoy convencido, un significado importante y profundo para nuestra Patria, más allá de la simple anécdota. Hasta el apellido del «paraca» es sintomático: POZO. Quizá sea una advertencia del Destino, a quien se ha equivocado de camino; o quizá solo sea simple imaginación mía.
    El hecho de que el soldado saliera ileso de ese mal trago, únicamente con un tremendo y comprensible disgusto, me da esperanza.
    Ya veremos lo que el futuro nos tiene reservado…

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