«Verdades y mitos de la Iglesia»; por el P. Gabriel Calvo

D. Gabriel Calvo Zarraute

El sacerdote D. Gabriel Calvo Zarraute pertenece a la diócesis primada de Toledo. Conferenciante y escritor, es profesor del Centro Diocesano de Teología y tienen un blog llamado “Criterio” en InfoVaticana, donde ofrece a los lectores recomendaciones literarias que podrán encontrar, siempre, en la Tienda de InfoVaticana. Es autor del libro Verdades y mitos de la Iglesia Católica, del que nos habla en esta entrevista.

¿Por qué decidió escribir el libro?

En primer lugar, por la comprobación del desconocimiento oceánico que los mismos fieles tenían sobre episodios y períodos fundamentales de la historia de la Iglesia, conocimiento que había sido suplantado por la versión oficial anticatólica y por extensión antiespañola. En segundo lugar, me motivó el movimiento emergente en España de historiadores, discípulos del filósofo Gustavo Bueno, que a pesar de no participar de la fe católica defendían la obra histórica del catolicismo y rebatían las mentiras que durante cinco siglos la leyenda negra se han inoculado en la mente de Occidente. Nombres y obras de referencia en este ámbito serían: Iván Vélez, Sobre la leyenda negra, Mª Elvira Roca Barea con su magnífica Imperiofobia y leyenda negra, o Pedro Insúa, 1492 España contra sus fantasmas. Sin embargo, dentro de la historiografía eclesiástica, especialmente la elaborada por sacerdotes, si exceptuamos la meritoria obra Juan Carlos Martín de la Hoz, Historia y leyendas de la Iglesia, apenas se encuentra una respuesta a los ataques.

¿Quién está detrás de la difamación?

La campaña, iniciada desde su nacimiento por el protestantismo, posteriormente, fue aumentada de modo exponencial desde la Ilustración que no cesó de acelerar la maquinaria de la mentira contra la historia del catolicismo. De ese modo, se reescribió la historia, instrumentalizándola, con el fin de criminalizar a la Iglesia Católica en bloque debido a que los crímenes de los protestantes e ilustrados fueron lanzados contra ella.

Como en la tragedia Las Coéforas del gran dramaturgo griego Esquilo: «los muertos matan a los vivos». Es decir, se buscaba proyectar una visión intrínsecamente negativa de los siglos pasados de la Iglesia, en especial del la Edad Media. Por consiguiente, la Iglesia quedaría tan manchada que su existencia presente se volvería todavía más controvertida por lo que debería abandonar su oscurantismo medieval para volver al «cristianismo original» verdadero (evangélico) e insertarse en la «humanidad civilizada». Se entiende por estas denominaciones la cosmovisión moderna, protestante e ilustrada. La única forma de que la Iglesia tuviera cabida en el mundo consistiría así en su reconciliación con la modernidad nacida del pensamiento y la cultura de derivación protestante. Esta tesis será defendida por la herejía modernista y triunfará parcialmente, aunque en una medida cada vez mayor, a raíz de la revolución que supuso el concilio Vaticano II, como bien apunta el profesor Roberto De Mattei en su monumental trabajo: Vaticano II. Una historia nunca escrita.

Dichas falacias se impusieron en Europa con motivo de la pérdida de su unidad católica, es decir de la consumación de la destrucción de la Cristiandad, llamada por los estudiosos sin fe «civilización occidental», con la paz de Westaflia en 1648 con la que concluye la guerra de los treinta años. Ulteriormente, la hegemonía política, cultural, económica y militar de las naciones protestantes, especialmente de Inglaterra y Alemania, hacía más creíble los argumentos con que durante siglos llevaban bombardeando a los países católicos.

Según la tesis protestante, el atraso del desarrollo económico y también cultural de las naciones del sur de Europa sería consecuencia directa de su fe católica, mientras que la herejía protestante sería la causa del progreso en todos los órdenes de los países del norte europeo. De ese modo, la historia de la Iglesia sería juzgada, y así ha sido asumida por una masa ingente de fieles, jerarquía incluida, como un cúmulo de fanatismo y superstición por el que hay que pedir perdón pues parecería que hasta el Vaticano II, las anteriores generaciones no habrían comprendido el Evangelio en profundidad.

Naturalmente, se encontrarían excepciones de algunos santos no canonizados. Este sería el caso de Bartolomé de Las Casas, un fraile «paranoico», como le denomina muy acertadamente Menéndez Pidal, posiblemente el mayor experto sobre la historia española. Este dominico, perturbado y perturbador, fue utilizado por los protestantes primero y por los ilustrados después para arremeter contra la Iglesia en general y contra la España Católica, en particular. Evidentemente, ocultan que este religioso defendió la importación de esclavos negros africanos a América en sustitución de los indios, como harán los protestantes e ilustrados después de haber masacrado a los indígenas.

Según el pensamiento modernista actualmente vigente en la Iglesia, el Vaticano II vendría a ser el punto y final, es decir la ruptura de la historia de despropósitos y decadencia en que se habría convertido el cristianismo desde su legalización por Constantino con el famoso Edicto de Milán el año 313. Esta tesis ha llevado a que el cuerpo eclesial se avergüence, en gran parte, del pasado de la Iglesia especialmente en materia filosófica, política y litúrgica.

Hable de la leyenda negra en torno a la Iglesia Católica desde la Edad Media hasta nuestros días ¿Cuales son las principales mentiras en estos mil años?

Voy a formularlas con el lenguaje oficial que se enseña en las aulas y se populariza en los medios de comunicación:

  1. La Edad Media como una larga época dominada por el poder aplastante de la Iglesia y por consiguiente un período: oscurantista, teocrático, intolerante, e ignorante, donde se persiguió e impidió el pensamiento filosófico y científico y donde se encontraba ausente por completo cualquier cultivo del arte, en sus múltiples facetas, que pudiera dignificar a la persona humana. Hasta que llegara el Renacimiento, presentado como la liberación de la caverna a la que el cristianismo había condenado a Europa. Liberación que se produjo por el descubrimiento de la cultura clásica grecolatina que la Iglesia había destruido.
  2. Las Cruzadas como una serie de campañas militares concebidas como una guerra imperialista de agresión fanática para masacrar y robar al pacífico, tolerante, ilustrado y feminista islam.
  3. La Inquisición como precursora del racismo nazi. Las hogueras habrían sido el prólogo de las cámaras de gas y la misma Inquisición se perfila como un precedente de las temidas SS o la Gestapo. Millones de inocentes habrían sido masacrados en nombre de la fe católica, como posteriormente lo serían en defensa de la superioridad y la pureza racial aria. De ahí que Pío XII sea designado por la propaganda anticatólica como «el Papa de Hitler».

¿Por qué la Iglesia ha asumido ese discurso?

El concilio Vaticano II supuso un giro copernicano en el modus operandi de la Iglesia. La apertura acrítica que, desde entonces, se hiciera al mundo moderno a nivel filosófico y teológico, por ejemplo; significó que a nivel histórico también se asumieran las viejas propagandas protestantes en virtud del imperativo del diálogo ecuménico e interreligioso y la democracia. Motivo por el cual la beatificación de Isabel la Católica sigue paralizada, tratándose, pues, de un caso paradigmático. Aquello que escribieron, predicaron y obraron los padres de la Iglesia y los antiguos los santos y misioneros, después del Vaticano II se decretó que no era eclesiásticamente correcto, por lo que se oculta, se pide perdón por ello o se reinterpreta forzadamente a fin de que concuerde con el pensamiento débil de la modernidad.


3 respuestas a ««Verdades y mitos de la Iglesia»; por el P. Gabriel Calvo»

  1. El Concilio Vaticano II me recuerda, cada cual en su género, a la Constitución de 1978.
    A primera vista, pero solo a primera vista y sin profundizar, no parecen «árboles» malos. Sin embargo, sus frutos respectivos no han podido ser peores en sus correspondientes ámbitos de efectividad.
    Ambos aparentan ser hijos de los mismos «padres»; o, al menos, de un idéntico modus operandi que ponía mucho empeño en ocultar sus verdaderas intenciones.
    ¿Manías conspiranóicas?, tal vez; pero la verdad está en el Evangelio y hasta hoy nadie ha podido demostrar lo contrario:
    «Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?» (Mateo 7,16).

  2. El Vaticano II supuso una ruptura toal con el magisterio Católico a todos lo niveles(libertad religiosa, que la Iglesia subsiste en la Iglesia católica…). Pero sobre todo, supuso una ruptura total porque en lo esencial rompio con el dogma central de la fe católica, al afirmar que fuera de la Iglesia SI hay salvación. Que un budista, un musulman, un protestante… se podian salvar. Eso significaba dos cosas: Que fuera de la Iglesia si habia salvación, y que sin Cristo alguien podía salvarse.

    Por tanto, el Concilio II no es un concilio catolico. Pero el problema no es el tal concilio sino los bautizados que criticandolo lo admiten como católico, y un ejemplo de ese tipo de lineas medias son el entrevistado y el entrevistador de este artículo.

  3. En el libro el autor es más explícito en cuanto a la mano sionista que mueve gran parte de la historia (entiéndase por sionistas los seguidores del Talmud y adoradores de Maamón; «los que se dicen judíos y no lo son» -al decir del Apocalipsis-)

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