«Vomitaré a los tibios»
Con el gobierno de Pedro Sánchez el catolicismo y sus principios va a estar cada vez más perseguidos, aprobando leyes contra la ley natural y la moral católica y permitiendo todo tipo de atropellos para que la religión tenga cada vez menor presencia e influencia en la esfera pública.
También proliferan las irreverencias, blasfemias y sacrilegios y por lo general, salvo contadas excepciones como Abogados Cristianos y alguna otra organización, la respuesta de es en general muy timorata e irrelevante.
Por lo tanto el problema no es que la religión esté perseguida, sino la tibieza de la gran mayoría de los católicos españoles ahora de responder a los ultrajes que se hacen contra las creencias católicas. Buena parte de culpa la tiene la gran desafección de muchos de los creyentes con la actual jerarquía de la Iglesia española que calla ante estos hechos o protesta tímidamente y hacen que los creyentes se desmotiven y se enfríen en la fe y en la militancia, aunque debería ser lo contrario y hacer ellos lo que hacen sus pastores.
El verdadero problema es el indiferentismo religioso de los creyentes
Tristemente en España un alto porcentaje de la población se declara agnóstico. Asimismo una buena porción de ciudadanos se definen como no practicantes. Según una reciente encuesta sólo el 13,9 % de la población cumple con el precepto dominical. Pero de este exiguo porcentaje habría que preguntarse si todos practican la religión como Dios manda, si se confiesan, si viven en gracia de Dios, si poseen vida interior, si se esfuerzan por ser coherentes con las exigencias del catolicismo, si quieren entrar realmente por la puerta estrecha. Sabemos que desgraciadamente en muchos casos no es así. El porcentaje se reduce todavía más.
“Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8)
El indiferentismo religioso que impera en ésta sociedad ferozmente laicista es en la práctica un ateísmo radical. Va más allá de no creer en la existencia de Dios. Considera el tema de Dios como algo superado, carente de todo valor e interés, un gran sinsentido.
Expresa condena de la Iglesia
El indiferentismo religioso y la libertad de conciencia ya fueron ampliamente condenados por la Iglesia en varias Encíclicas: “Mirari Vos” de Gregorio XVI, “Quanta cura” y “Syllabus” de Pío IX, “Humanum Genus”, “Inmortalae Dei” y “Libertas” de León XIII
A modo de ejemplo veamos lo que afirma el Papa Gregorio XVI en la Mirari Vos sobre las nefastas consecuencias de dicho indiferentismo: «De esa cenagosa fuente del indiferentismo mana aquella absurda y errónea sentencia o, mejor dicho, locura, que afirma y defiende a toda costa y para todos, la libertad de conciencia. Este pestilente error se abre paso, escudado en la inmoderada libertad de opiniones que, para ruina de la sociedad religiosa y de la civil, se extiende cada día más por todas partes, llegando la impudencia de algunos a asegurar que de ella se sigue gran provecho para la causa de la religión. ¡Y qué peor muerte para el alma que la libertad del error! decía San Agustín»
Solución de urgencia en medio del caos. REINADO SOCIAL DE CRISTO
Para acabar con el indiferentismo religioso, la sociedad debe reconocer a Cristo como Rey y dejar de conceder vía libre a todos los errores. Para volver a instaurar el Reinado Social de Cristo en la sociedad hay que rezar mucho. La oración, la unión con Dios, es lo más importante para combatir el espíritu de la modernidad y recuperar la cristiandad.
Debemos cuidar mucho la Liturgia, defender y promover la Santa Misa Tradicional para darle a Dios el culto que se merece, tal y como Él lo ha establecido. Rezar el Santo Rosario. María consiguió grandes victorias para la cristiandad y espera que volvamos a pedirle con fe: “En los tiempos que en España el Santo Rosario se solía rezar, era España la dueña del mundo por tierra y por mar”.
Igualmente debemos ser muy fieles a la sana doctrina, a las enseñanzas perennes de la Iglesia. Y ser valientes en llevar a Cristo con alegría y firmeza a todos los rincones de la sociedad. Salgamos de las sacristías y venzamos, de una vez por todas, el maldito respeto humano, el miedo al que dirán, dejemos de acomplejarnos de ser seguidores de Cristo, digamos las cosas como son, no queramos contentar al mundo y entrar en componendas con aquellos que viven de espaldas al Evangelio. Debemos estar muy unidos en Cristo y crear estructuras y asociaciones en defensa de la cristiandad y de los grandes ideales cristianos en todos los ámbitos de la sociedad.

Ahora, gracias al coronavirus, Pedro «Picaespaña» y Pablo «Mármolbrain» tienen una oportunidad de oro para prohibir las procesiones de Semana Santa.
No creo que se atrevan, por miedo a la «imprevisible» reacción del cardenal Osoro; temible cuando se trata de la defensa de la Iglesia y de sus derechos legítimos.
La feligresía, llegado el caso y a pesar de su injusta reputación profranquista, sería de esperar que continuara en su estado de «prudencia» permanente habitual.