VOX: todo un éxito aunque no lo parezca
Las elecciones en Madrid eran todo un nuevo reto para ese partido tan joven como, por ello, débil, como es VOX; la debilidad es inherente a los recién nacidos.
Tras el éxito en las generales, el de Andalucía y más aún si cabe, y más cercano, el de Cataluña, o sea, tras cosechar éxito tras éxito metiendo con ello el pánico en las venas de todos los demás, sobre todo del PP, de ahí la actitud de este penoso partido incluido al miserable Casado, las esperanzas y las expectativas eran enormes. Por eso, al conseguir tan sólo un diputado más, muchos enemigos se han sentido aliviados y muchos amigos, es decir, voxeros de nuevo cuño, se han sentido defraudados, cundiendo entre ellos una cierta sensación de fracaso y de… miedo al futuro. Pues bien, nada más lejos de la realidad, tanto para unos como para otros.
Que en las circunstancias que han rodeado a las elecciones en Madrid, VOX haya sacado sólo un diputado más, es todo un éxito. Veamos cuáles han sido dichas circunstancias y por qué decimos lo que decimos.
La mayor de las circunstancias, la más importante y tal vez la única, se ha llamado Díaz Ayuso. Porque la extrema izquierda, en España toda ella lo es, desde el PSOE hasta Podemos, tenían tal guirigai interno y han demostrado hasta la saciedad quiénes son, que sólo iban a votarles los recalcitrantes nostálgicos de la cheka, el «paseo», el Gulag, el robo y la mangancia que, aunque no son pocos, tienen su techo, su tope, como se ha visto. La masa que pudo y puede votarles en algún momento por razones varias no le son fieles, pivotan según el caso, el momento y las circunstancias, y estaba claro que esta vez esa masa que es la que en ocasiones les alza no estaba por la labor.
Así pues, descartando a los recalcitrantes marxistas-leninistas, quedaba saber qué iba a pasar con Ciudadanos y con el propio PP, además de con VOX.
Estaba claro que C,s iba a la debacle, bien que nadie se podía imaginar que iba a ser de tal calibre que le ha llevado a desaparecer del mapa. Pero a la vista de los resultados está claro que los 32 diputados que tenía se han dio al PP; algo por otro lado natural porque el votante de Ciudadanos procedía, sobre todo, del PP y al PP han vuelto tras la demoledora excursión de la mano de Arrimadas, una niñata hasta en la forma de hablar, indigente intelectual, soberbia y estúpida que ha recibido la misma merecida patada que su antecesor, ese que se llamaba… ya nadie se acuerda de él, sólo que un día salió en una portada en pelota picada, lo que dijo todo de él; veremos si Arrimadas nos da al memos esa alegría y hace lo mismo antes de desaparecer para siempre, lo que está al caer.
Así pues, el PP, que tenía 30 diputados, se colocaba con los de C,s en 56 y… ahí debió parar la suma.
La clave, el quid de la cuestión del siguiente tramo de subida del PP y del poco de VOX, o sea, esos nueve diputados, ha estado en un factor psicológico colectivo que ha afectado a los votantes de VOX, todavía débiles, asustadizos y… que conservan aún, muchos de ellos, no poco tufillo del PP del que proceden; algo que imprime carácter igual que el marxismo en la otra banda.
En los ambientes voxeros, en la propia dirección de VOX, se palpaba la posibilidad de que «para asegurar a Ayuso», no pocos, incluso muchos voxeros, votaran al PP en Madrid… por esta vez –ojalá haya sido la última– con tal de que la extrema izquierda no tuviera la más mínima oportunidad. Ahí ha estado la clave del «fracaso» de VOX y de Monasterio. Ni en la forma ni en el fondo del mensaje. Ni en la propia Monasterio, siempre acompañada por Abascal. No. El que VOX no haya sumado esos nueve diputados que eran suyos, porque todos los de C,s se han volcado en el PP, está en que en los voxeros procedentes del PP hay todavía mucha querencia, poca cultura y conciencia política, débiles convicciones, cierta «mala conciencia» de haber abandonado a su amo de tanta décadas y el miedo a figurar en el grupo de los «apestados» que es donde todos, el PP más casi que la extrema izquierda, quieren colocar a VOX y a sus votantes; y es que es muy difícil, en tiempos de desolación, no hacer mudanza y mantenerse contracorriente.
Por lo dicho, a muchos voxeros de nueva condición les han temblado las cañitas, se les ha licuado el vientre, creen que han pecado, no desean ser señalados con el dedo y… «para asegurar que la izquierda no gobierne» han votado a Ayuso… cierto que, tal vez, más que al PP como partido.
Por eso, que en circunstancias tan concretas y particulares VOX haya conseguido aún un diputado más es un éxito como la copa de un pino.
A ver si ahora se dan cuenta esos votantes que le han regalado el PP nueve diputados sin merecérselo que, de haberlos dado a su natural dueño, VOX, el PP, con Ayuso a la cabeza, estaría hoy menos soberbio y creído con 56 que con 65 y no le quedaría ya forma alguna de escapar a una negociación vis a vis sin tapujos con VOX, lo que no sólo le obligaría a empezar a cambiar esa mala actitud que lleva desde su fundación, sino que con 22 diputados VOX se habría consolidado, habría sumado un exitazo más y ya nadie, ni el PP, volvería a hablar de «cordones sanitarios» antidemocráticos y vergonzosos, sino todo lo contrario.
Es muy difícil afianzar y más aún fidelizar un electorado. VOX es todavía muy joven, y su discurso más, porque no se oye desde hace casi cuatro décadas. Va contra corriente y eso, con la corriente tan fuerte que hay, es muy difícil. A ver si a la vista de lo ocurrido, los voxeros debiluchos aúnan esfuerzos, fe, entereza y aprenden de lo ocurrido en Madrid. Porque, señoras y señores, españoles de verdad todos: VOX es la única y última posibilidad de enderezar es desvarío de nuestra nación y patria, España. Si fracasa, por el motivo que sea, incluido porque sus dirigentes tiemblen o se acomoden –hay que estar vigilantes siempre–… que Dios nos coja confesados.
