¿Y ahora qué?
Al final formará Gobierno el dictador Sánchez, dando comienzo así la tan ansiada como bien trabajada durante las últimas décadas dictadura socialista del PSOE –y de los sindicatos marxistas UGT y CCOO–, esa organización ultra y extrema, revolucionaria e históricamente criminal, junto con sus aliados naturales de siempre que son comunistas y separatistas de todo pelaje, todos los cuales conforman el frente antinacional que para nuestra desgracia corroe España constituyendo una marcada anormalidad de nuestra nación; que sepamos no hay otro caso igual.
Pero, y todo hay que decirlo, lo anterior sólo ha sido posible gracias a la esencial colaboración no sólo por omisión, sino incluso activa y entusiasta en muchos casos, de los siguientes: a) los dos reyes –el actual, lo de poner “caritas” en la ceremonia de perjurio del dictador no pasa de ser una patochada para seguir borboneando a incautos–; b) el Partido Popular; c) las FFAA; d) las de seguridad; e) la jerarquía eclesiástica; f) la judicatura y g) múltiples organizaciones de la sociedad civil, todos los cuales ni siquiera ante el punto de no retorno en que se ha encontrado España han sido capaces de actuar como podían de acuerdo a la legalidad que les amparaba, ni menos aún como debían conforme a sus obligaciones y responsabilidades asumidas voluntariamente, ligadas por juramentos y a cuenta de las cuales, además, viven cobrando de nuestros impuestos.
Bien… ¿y ahora qué?
Pues ahora hay que asumir que estamos inmersos y sometidos a una dictadura totalitaria de verdad, real –aquella que tanto se pregona no lo fue ni por asomo–, que va a consolidarse y que arrasará con todo lo que sus partidarios, esos millones de descerebrados y malditos que la votan, consideren que le es contrario, con las excusas, que no razones, que les venga en gana, y lo van a hacer no tanto por sus capacidades, sino sobre todo porque los otros, los traidores, la van a sostener de una forma u otra, con acciones, unos, y con omisiones, otros; por eso, lo primero es ni perdonar ni olvidar, y menos aún a éstos que tienen más culpa, mucha más, que el dictador y sus secuaces.
Lo siguiente es reforzar nuestros principios, valores, creencias y juramentarnos en no rendirnos jamás y en no cejar en el empeño de seguir en la lucha y, además, con voluntad de vencer, espíritu de sacrificio y ánimo inasequible al desaliento, a las adversidades o a los fracasos, ni al tiempo, seguros de que nos asiste la Verdad y la razón.
Y, también, pasar a la acción, pues hay que ir a por los enemigos y a por los traidores. Sólo la ofensiva es resolutiva.
¿Cómo? Pues cada cual, dentro de sus posibilidades, por poco que pueda hacer o lo parezca, lo tiene que hacer y además sin demora ni descanso.
Tratar a enemigos y traidores como lo que son, con la palabra y con los gestos, y allá donde nos topemos con ellos, con ocasión o sin ella, a tiempo y a destiempo, individual o colectivamente. No callarnos jamás, ni menos aún colaborar en lo más mínimo con ellos, sino todo lo contrario y a cada ocasión, a la menor oportunidad, impedir o cuando menos entorpecer todo lo que se pueda sus intenciones. Hay que dar la nota; no importa si no se consigue nada, o si se nos recrimina o desprecia, no importa, pues el solo hecho de demostrar que hay quienes no tragan es mucho y les hace daño, al tiempo que sirve de ejemplo. Romper amistades, afearles lo que son o han sido, retirar saludos, aislarles, echarles de nuestro entorno y actividades sin contemplaciones, y no aceptar de ellos ayuda ninguna. A los enemigos y traidores ni se le da agua, ni se acepta de ellos.
Demostremos, también, que somos mejores, más decididos, valientes y perseverantes. Que nada nos importa que no vayamos a ver los frutos, pero que estamos seguros de que vendrán quienes, gracias a nuestra humilde y en apariencia sencilla, callada o incluso pobre labor, sí los verán. Porque lo único que importa es España, su supervivencia y futuro, su unidad, paz, justicia, libertad y prosperidad.
De los traidores citados no nos fiemos jamás, pues han demostrado lo que son y no van a dejar de serlo. Es más, son más culpables que los otros, pues si su comportamiento desde siempre hubiera sido diferente, hoy no estaríamos como estamos.
Podemos tener diferencias de matices, pero todos tenemos un único enemigo y un solo objetivo. Pues bien, unidos, sin fisuras, a por ambos hasta conseguir la derrota de enemigos y traidores;, y derrota sin condiciones. Nada de egoísmos, personalismos, afanes de protagonismo y otras miserias que sólo nos perjudican y a ellos benefician. Y nada tampoco de ilusiones vanas, pues el enemigo y los traidores son poderosos, por lo que la lucha será larga y cruel. Cada cual sabe dónde está el puesto donde mejor puede servir a la causa. Todos ellos, menores o mayores, duraderos o circunstanciales, visibles u ocultos, son igualmente importantes. Nadie espere más recompensa que la satisfacción del deber cumplido y la seguridad de que España se lo merece, lo reclama y con su próxima grandeza lo agradecerá.
Y, eso también: ser inteligentes y astutos, que quemarse a lo bonzo sin más sólo sirve para achicharrarse.
¡Viva Siempre España!

Suscribo el artículo, palabra por palabra, desde la primera a la última; es más, llevo tiempo expresándome en términos PRÁCTICAMENTE IDÉNTICOS y actuando en consecuencia, habiendo retirado la palabra y hasta el saludo a la aplastante mayoría de la gente, familiares incluidos -o éstos los primeros, para ser exactos- no sólo a los que apoyan a esta chusma, sino a los que hacen la vista gorda y miran hacia otro lado, pretendiendo que no pasa nada o poniéndose de perfil, mientras no les afecte de lleno a ellos, claro.. O estás conmigo y combates a esta escoria día tras día con todos los medios a tu alcance, por humildes o insignificantes que puedan parecer, o estás contra mí. No hay más. No hay medias tintas. En esta batalla nos lo jugamos absolutamente todo, la supervivencia de la Patria, nuestra libertad y nuestra dignidad, nuestros derechos más sagrados y nuestras libertades fundamentales. YA ESTÁ BIEN.
Artículo absolutamente genial por su sobriedad, claridad, sinceridad, profundidad, contundencia, honestidad y sensatez.
¡Arriba España!
Me ha gustado mucho el artículo. Yo hago y haré lo mismo. No me callo en ningún sitio . Todos los días estoy en Ferraz. Y si se abren nuevos frentes allá iremos. Es muy penoso todo, pero no hay que desmayar por nuestros antepasados y nuestros descendientes. Arriba España y mucha voluntad de vencer.
La Reconquista duró casi ochocientos años, pero finalmente se expulsó a la morisma.
La Guerra de la Independencia fueron seis años, pero España no fue anexionada por el emperador de los franceses y su familia.
La Guerra de Liberación duró tres años, pero tras esa Cruzada victoriosa España sacudió el yugo de la esclavitud que le imponía “las fuerzas oscuras De la rosa y el mandil” el Contubernio.
Ninguna de estas luchas se ganó de forma fácil ni sin sacrificios.
Pero en todas las ocasiones se alcanzó la victoria por esa perseverancia y espíritu de sacrificio que tan bien expone el autor del artículo.
Leamos la Oda al Dos de Mayo de Bernardo López García y que la fuerza de sus versos encienda nuestro espíritu.
El enemigo ha ocupado el Gobierno de España…. Refugiémonos en Covadonga dispuestos a derrotarlo a cualquier precio, sin contar los días, ni los meses ni los años.
Uniendo energía y astucia, cada uno en su puesto de combate. Pero sabiendo que la victoria no es posible sin sacrificios.
Como decía mi padre, veterano de la Cruzada y de la División Azul “cuando es necesario reconquistar la posición perdida, alguien debe quedar colgado en las alambradas. Sobre su cuerpo podrán cruzarla los camaradas que tremolaran victoriosa la bandera sobre la posición recuperada”
Debemos recordar siempre a las nuevas generaciones que la victoria de sus abuelos se ha malogrado por la traición y la cobardía.
Recordemos la Oda al Dos de Mayo:
“La virgen con patrio ardor, ansiosa salta del lecho y el niño bebe en el pecho, odio a muerte al invasor.
La madre mata su amor, y cuando calmada está, grita al hijo que se va: ¡puesto que la Patria lo quiere, lánzate al combate y muere, tu madre te vengará”
La sangre de tantos asesinados por los cómplices de este nuevo Gobierno del Frente Popular, así nos lo demanda.
Pues lo que dijo el filósofo Santayana: «Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.» (obsérvese que tal es, precisamente, lo que pretenden las leyes de «memoria» de los sociatas).
Ahora, en nuestros días, difícilmente encontraremos mártires que nos atraigan el favor de la Providencia (que ya no merecemos; los curas…, los primeros), pero continuemos rogando y martilleando… SIN DESCANSO.
El espíritu de España acabará encendiendo su antorcha, siempre ha sido así, pero no solo será un líder esta vez, serán muchos los hombres carismáticos, DESPERTARÁN en esta batalla final, derrotarán a los demonios y a sus semejantes arrojándolos al infierno. Desgracia para aquellos que no comprendan el HONOR a la patria del espíritu.
Saludos cordiales